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23 de Julio,  Jujuy, Argentina
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El periodista como trapo de piso

Sabado, 07 de junio de 2025 01:02
PRESIDENTE JAVIER MILEI | HA REALIZADO DECLARACIONES CONTRA PERIODISTAS.

Celebrar el Día del Periodista cada año, trae consigo más derivaciones para comentar. Y precisamente en un día como hoy, la reflexión es válida, aunque mañana, como los diarios del día, sólo sirvan para envolver la basura que se tira en los contenedores. Desde que existe el periodismo, por ejemplo, desde aquella insigne jornada en la que Mariano Moreno lanzó a las calles barrosas de su ciudad colonial la primera edición de la Gazeta de Buenos Aires, pasando por las viejas imprentas viajeras que don José de San Martín tenía como parte de su equipaje y las llevaba consigo durante las campañas libertadores de Chile y Perú, a cargo del fogoso Bernardo de Monteagudo, hasta hoy, el periodismo fue el auxiliar dilecto de las luchas emancipadoras, el ariete que abría las conciencias y recolectaba adhesiones, el cemento que consolidaba objetivos. La prensa, siempre la prensa en la vida de los pueblos. Con forma de gigantescos diarios, de humildes volantes, y después desde las ondas de radio y televisión, y finalmente, con la dudosa incursión del periodismo en las redes sociales.

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Celebrar el Día del Periodista cada año, trae consigo más derivaciones para comentar. Y precisamente en un día como hoy, la reflexión es válida, aunque mañana, como los diarios del día, sólo sirvan para envolver la basura que se tira en los contenedores. Desde que existe el periodismo, por ejemplo, desde aquella insigne jornada en la que Mariano Moreno lanzó a las calles barrosas de su ciudad colonial la primera edición de la Gazeta de Buenos Aires, pasando por las viejas imprentas viajeras que don José de San Martín tenía como parte de su equipaje y las llevaba consigo durante las campañas libertadores de Chile y Perú, a cargo del fogoso Bernardo de Monteagudo, hasta hoy, el periodismo fue el auxiliar dilecto de las luchas emancipadoras, el ariete que abría las conciencias y recolectaba adhesiones, el cemento que consolidaba objetivos. La prensa, siempre la prensa en la vida de los pueblos. Con forma de gigantescos diarios, de humildes volantes, y después desde las ondas de radio y televisión, y finalmente, con la dudosa incursión del periodismo en las redes sociales.

Y la figura del periodista, protagonista esencial del juego de preguntar, informar, esclarecer y ser el nexo entre el poder, sea como fuere que se lo identifique, y la gente, la simple gente. Pero últimamente, el periodista profesional o empírico, al que alguna vez se lo calificó como sacerdote de la verdad, como más arriesgado que los pilotos de prueba de los automóviles y aviones, el periodista, se fue convirtiendo en un elemento descartable, un use y tire, un trapo de piso.

Para no ir muy atrás en el tiempo, y sólo por tomar como ejemplos dos épocas antagónicas de la vida de nuestro país, vale recordar. "Antes era igual, pero menos violento". Durante el gobierno del kirchnerismo, dos de los deportes fundamentales de la política oficial, fueron instigar los ataques, el menoscabo y la estigmatización de los periodistas. Se llegó a poner afiches de los periodistas más calificados y a llevar estudiantes, dirigentes y adictos al régimen, para compitan en escupirlos en las caras, en las plazas públicas de la República.

REPUDIOS | PERIODISTAS HAN SUFRIDO ATAQUES POR REVELAR CASOS DELICTIVOS QUE INVOLUCRAN A GOBERNANTES.

El otro fue instalar en los medios con extrema grosería, el antiperiodismo de los supuestos "periodistas militantes", pretendida realidad que sólo es un oximorón, porque ambos sustantivos tienen valor por separado, pero unidos, se anulan a sí mismos por contradictorios y absurdos. O se es periodista, o se es militante. O se informa y opina, o se adoctrina y panfletea. Las "fuerzas del cielo" que gobiernan hoy, donde el mismísimo Presidente de la Nación, Javier Gerardo Milei, es el abanderado de una brigada de insultadores y denostadores que se regodean calificando a los periodistas de ensobrados, cagones, estúpidos, lacra de mierda, y otras delicadezas. Hoy como ayer, tan distintos y tan iguales. El que opina en contra, o el que informa con certezas lo que se debe mantener oculto, es peor que satanás, y merece el infierno. Y los dos deportes, siguen intactos, potenciados por ejércitos de tuiteros e influencers que desde el anonimato o protegidos por seudónimos, cumplen la tarea destructiva con los periodistas. Obviamente, rescatando a los adulones que elevan al círculo áulico a los mandamases de turno.

Hay otra categoría, igualmente peligrosa y dañina para la democracia. Los detentadores del poder, los dueños de las chequeras y las lapiceras, que repartiendo las pautas publicitarias, más o menos equilibradamente, (aunque son perfectamente comprensibles las preferencias y algunos favores); cumplen con el deber constitucional de informar y dar la posibilidad a los medios de comunicación y a las productoras independientes de prensa, de cumplir su cometido. Pero a veces, a cambio de ello, comienzan a sentirse los jefes de redacción en las sombras, los directores de los medios sin rostro, que con discreción pero con igual saña, muchas veces aprietan, "recomiendan" o simplemente exigen ciertos comportamientos de los periodistas. Se debe decir: no todos son así. Pero cada vez son más...

Y el periodista, se fue acostumbrado a convivir con estas afrentas diarias. Con estos ataques y con la falta de respeto y una profesión maravillosa. De apóstoles de la verdad, a estropajos descartables, el periodista seguirá luchando. Desarrollará cada día una cintura tan prodigiosa como la de Messi o Maradona, buscará el apoyo de las empresas y los empresarios empleadores, y con su rutina de acidez permanente, de apuros sin solución de continuidad entre mates y cafés, mantendrá el compromiso con la nota, el reportaje o la opinión, amanecerá cada día con ganas de sentarse frente a su teclado, su cámara o su micrófono, convencido de que su trabajo, sincero, sencillo, cotidiano, es, al fin y al cabo, un aporte útil a la sociedad en la que vive.

 

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