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25 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Pensar, transformar y construir en la era digital

Destacó la labor de los informáticos en el Día de la Ingeniería Argentina.

Viernes, 06 de junio de 2025 00:00

(Por el ingeniero Carlos Catacata) Hoy celebramos el Día de la Ingeniería, y quiero comenzar saludando afectuosamente a todos los colegas que día a día, desde distintas disciplinas, hacen posible el progreso y el desarrollo: civiles, electrónicos, electromecánicos, químicos, industriales, agrónomos, ambientales, informáticos. Cada especialidad, con su impronta, contribuye a mejorar la vida de las personas y a construir una sociedad mejor.

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(Por el ingeniero Carlos Catacata) Hoy celebramos el Día de la Ingeniería, y quiero comenzar saludando afectuosamente a todos los colegas que día a día, desde distintas disciplinas, hacen posible el progreso y el desarrollo: civiles, electrónicos, electromecánicos, químicos, industriales, agrónomos, ambientales, informáticos. Cada especialidad, con su impronta, contribuye a mejorar la vida de las personas y a construir una sociedad mejor.

Un saludo especial para aquellos que nos dedicamos a las ramas de la informática, sistemas de información y computación. Nuestra profesión, silenciosa pero vital, ha dejado de ser una herramienta de soporte para convertirse en un pilar fundamental del mundo moderno.

Hoy los sistemas, la internet, la wifi, la conectividad de datos, las redes, las redes sociales, el streaming y los juegos online forman parte de la vida cotidiana de millones de personas. La tecnología que diseñamos, implementamos y mantenemos ha dejado de ser invisible: invade cada casa, cada empresa, cada rincón del planeta.

La información fluye como ríos invisibles, donde cada bit es una gota y cada servidor un océano.

El ingeniero no construye puentes de acero ni caminos de concreto: levanta redes que conectan mentes, sistemas que procesan sueños.

El mundo se transforma en un organismo de datos y algoritmos, y nosotros, sus arquitectos invisibles, programamos sus latidos.

Stop: Estas líneas que acaban de leer no fueron escritas por mí.

Fueron generadas por una inteligencia artificial.

Estamos atravesando lo que muchos llaman la Cuarta Revolución Industrial. Una era en la que las máquinas no solo trabajan: aprenden, deciden, crean. La automatización, la inteligencia artificial y la hiperconectividad están redefiniendo el trabajo tal como lo conocíamos.

En este nuevo escenario, la capacitación constante no es una opción: es una necesidad vital. Como ingenieros en sistemas, tenemos el desafío de mantenernos al día en un mundo donde los cambios son vertiginosos y el conocimiento se duplica a una velocidad nunca antes vista.

Pero no se trata solo de capacitación técnica. Se trata también de entender que nuestro trabajo interactúa con la vida diaria de cada persona: desde la conectividad en el hogar, pasando por las plataformas de educación online, hasta los sistemas que gestionan la salud, el transporte o el entretenimiento.

El futuro en construcción

¿Qué tecnologías irrumpirán en nuestras vidas en los próximos años? Así como hace dos décadas no imaginábamos un mundo sin celulares inteligentes, hoy se proyectan innovaciones igual de disruptivas.

Uno de los desarrollos más prometedores es el de las interfaces cerebro-computadora. Dispositivos que permitirán interactuar con sistemas digitales directamente con la mente, sin necesidad de teclado, mouse o pantallas. Desde controlar artefactos del hogar hasta escribir y navegar simplemente pensando. La inteligencia artificial personalizada, el streaming inmersivo en realidad virtual, los robots domésticos y las impresoras 3D de alimentos también asoman en el horizonte.

Adaptarse es la nueva ingeniería

Frente a este panorama, el ingeniero de hoy debe ser un aprendiz permanente, un innovador resiliente, capaz de abrazar la incertidumbre y rediseñar su propio rol en un mundo en transformación acelerada.

La ingeniería de hoy ya no se trata solo de diseñar máquinas o sistemas: se trata de diseñar el futuro. Un futuro que no será el de quienes más saben, sino el de quienes más rápido aprenden, desaprenden y vuelven a aprender.

En la era de los algoritmos, el mayor acto de ingeniería será diseñar nuestra propia capacidad de transformarnos.

 

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