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8 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Lleva el don de hacer el bien mirando más allá de las apariencias

José Alberto Quintana creció en un hogar amoroso donde aprendió el respeto y la empatía por el prójimo.
Miércoles, 19 de febrero de 2025 01:01
FELICES | JUNTO A VALENTINA SU SOBRINA QUE ADORA.

La solidaridad surgida a partir del ejemplo, es la que se refleja en el alma de José Alberto Quintana, un jujeño que desde que era pequeño supo entender las enseñanzas de Eduardo Quintana, su padre.

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La solidaridad surgida a partir del ejemplo, es la que se refleja en el alma de José Alberto Quintana, un jujeño que desde que era pequeño supo entender las enseñanzas de Eduardo Quintana, su padre.

Con una infancia llena del amor familiar, vivía detrás del cementerio "El Salvador" junto a sus padres y a sus siete hermanos. "Yo me acuerdo que iba a la Escuela Pucarita, todos los días salía de la casita de bloques que teníamos, era chiquita", inició en su relato José Quintana. En sus días de infancia que atesora con el corazón, solía bañarse en el río junto a sus hermanos, mientras su madre lavaba la ropa en la acequia. Hasta que su padre comenzó a trabajar en Altos Hornos Zapla y se establecieron en Palpalá. Cambiar de localidad significó una transición muy especial en la vida de todos. Él tenía seis años e iniciaría la senda de valorar más el progreso. "Me acuerdo que la otra casa tenía bidet, como no conocíamos y éramos chicos, nos lavábamos la cara ahí", aseguró con nostalgia al resaltar que también unían dos camas para poder descansar.

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En aquel tiempo, el manojo de hermanos percibía con atención las palabras del padre. "Mi papá nos reunía y hablaba mucho. Nos decía que había gente que necesitaba de ayuda siempre, que nosotros tenemos que estar para esas personas. Nos enseñaba a hacer el bien", expresó orgulloso de su protector y quien lo cuidó toda su vida. Hubo instantes en que personas en situación de calle iban a tocar la puerta. "Mi papá compraba pan de más y cuando venía la gente de escasos recursos, nosotros sabíamos y les dábamos, nos explicaba que teníamos que encontrar la manera para compartir". Multiplicando el pan, se alimenta más de una persona. Al final, ese es el precepto que Quintana abrevó del ejemplo de su padre y terminó de cerrar su experiencia cuando, con once años observó y escuchó atento a un hombre en situación vulnerable. Allí, entendió que detrás de una apariencia poco limpia, había una historia. "No tuve miedo de este señor que era amigo de mi papá. Yo vi cómo hablaron y le regaló un cigarrillo", rememoró.

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Una reflexión llena de empatía y de respeto por el prójimo es lo que le quedó como una marca hereditaria porque cuando falleció su padre, una parte de su corazón dejó de latir. "Mi papá era muy bueno y noble, lo queríamos mucho pero también los vecinos. Mucha gente fue al velatorio", reveló quien estaba estudiando en la Escuela de Comercio 2 "Dr Manuel Belgrano" de Palpalá. Con la partida a otro plano de su gran modelo a seguir, José comenzó a trabajar en la cosecha de tabaco y en la construcción, además de cargar camiones con leña y viruta. En ese instante, junto a dos de sus hermanos mayores tenían como objetivo ayudar a su madre en los gastos de la casa. Pero, una propuesta de viajar a Buenos Aires le llegó en el año 2002. Y con dieciocho años, entró a trabajar a un restaurante Los Dos Chinos, donde lavaba copas y vasos o salía a la calle a "volantear". El contacto con la urbanidad porteña lo animó a practicar lo que su padre le inculcó desde pequeño. "Como sobraba la comida, los chinos directamente la tiraban. Entonces yo pregunté si podía darle a las personas de la calle que se juntaban y dijeron que sí", comentó orgulloso de la buena acción. "Los 'cirujitas' me agradecían y me abrazaban yo les decía que agradezcan a Dios", aseguró quien vivía cerca del obelisco. El afecto se hizo recíproco así es que, feliz por ayudar, él se mantenía conectado a los recuerdos de su infancia. Luego, la oportunidad de viajar a Chubut fue un hecho y allí se dedicó por completo al rubro de la construcción. Todo fue aprendizaje para este jujeño que después de trece años, eligió volver a su tierra.

"Al regresar, la bienvenida fue una fiesta, todos mis hermanos y los vecinos estuvieron presentes. Fui y soy un bendecido", destacó Quintana sobre la recepción aquí en Jujuy. Con el tiempo trabajó en una ferretería y con la acertada decisión, llegó a desempeñarse como empleado municipal, labor que actualmente efectúa. La misión de colaborar con el prójimo, siempre fue una constante en su existencia. Por eso, no abandonó ese camino, fundado por su padre. "En 2018, conocí a una enfermera que me comentó de un grupo que se había formado un año antes y que ayudaba a las personas", así fue como llegó a "Por una sonrisa", el motivo de su entusiasmo por ayudar siempre. Hoy es feliz preparando la comida para las personas en situación de calle que cada jueves disfruta de un plato rico, producto de la buena voluntad de corazones bondadosos comandados por alguien que no se olvidó de cooperar con quien lo precise.

 

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