Pareció un premio exagerado, pero ¿a quién le importa? Racing de Córdoba le pegó un tremendo cachetazo a Gimnasia ayer en el estadio "23 de Agosto", al ganarle por uno a cero. El ingresado Alex Oyola, de 60 metros y con la complicidad del arquero Bigo, marcó el único gol en el minuto 50 del complemento. Increíble, ya que, a pesar de no haber jugado bien, el gasto fue todo del local.
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Pareció un premio exagerado, pero ¿a quién le importa? Racing de Córdoba le pegó un tremendo cachetazo a Gimnasia ayer en el estadio "23 de Agosto", al ganarle por uno a cero. El ingresado Alex Oyola, de 60 metros y con la complicidad del arquero Bigo, marcó el único gol en el minuto 50 del complemento. Increíble, ya que, a pesar de no haber jugado bien, el gasto fue todo del local.
También es cierto que la suerte se encaprichó con el "lobo" tanto en esta caída como en la anterior, frente a Patronato en Paraná, donde desperdició cinco chances netas con un penal fallado incluido. En la víspera, Elías Ayala dominó en balón y sacó un zapatazo que fue devuelto por la base del palo. Debió terminar en festejo, pero no fue así. 120 segundos más tarde, el "20" metió un tanto que recorrerá el mundo.
El equipo de Matías Módolo nunca estuvo cómodo dentro de su campo, algo raro en los últimos tiempos post reanudación de la Primera Nacional. Intentó siempre, no dejó pensar al rival y tuvo la pelota en pies. La "academia" se mostraba conforme con el cero y no dudó en llegar a defenderse con los once.
Sin embargo, el problema para el dueño de casa pasaba por no tener claridad arriba y abusar de los centros, siendo predecible. Además, el golero Mattaglia tuvo intervenciones claves como ante un volea de Dematei o un cabezazo de palomita de Chiozza. Pero los minutos fueron pasando inexorablemente, con Racing aferrado a la igualdad y el "lobo" buscando con más errores que aciertos. Y en el fatídico 50' del segundo tiempo, Maidana dio un mal pase en el medio, Oyola capturó, avanzó unos metros y sacó un disparo inolvidable para él. Bigo estaba adelantando, retrocedió y no llegó. Golazo. Luego no hubo tiempo para más, salvo para los silbidos finales que se escucharon fuerte, tal vez no tanto como reprobación, sino como preocupación por no repetir la historia de los últimos años.