La exdirectora de Asuntos de la Mujer y Diversidad de la Municipalidad salteña de Tartagal, Carla Antonella Cordero, y las empleadas de esa oficina, Celeste Abigail Robles y Sandra Mabel Domínguez, irán a juicio oral y público como coautoras del delito de concusión agravada -exigir dinero de forma indebida- por su función y por ser cometido para provecho propio. Luego de que en la audiencia de control de acusación la jueza de revisión, Mariela Catalano, considerara que hay suficiente evidencia para juzgarlas por el cobro ilegal de sumas de dinero a mujeres que ingresaban al programa Acompañar, financiado por el Estado nacional y destinado a fortalecer la independencia económica de mujeres y personas Lgbtiq en situación de violencia de género.
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La exdirectora de Asuntos de la Mujer y Diversidad de la Municipalidad salteña de Tartagal, Carla Antonella Cordero, y las empleadas de esa oficina, Celeste Abigail Robles y Sandra Mabel Domínguez, irán a juicio oral y público como coautoras del delito de concusión agravada -exigir dinero de forma indebida- por su función y por ser cometido para provecho propio. Luego de que en la audiencia de control de acusación la jueza de revisión, Mariela Catalano, considerara que hay suficiente evidencia para juzgarlas por el cobro ilegal de sumas de dinero a mujeres que ingresaban al programa Acompañar, financiado por el Estado nacional y destinado a fortalecer la independencia económica de mujeres y personas Lgbtiq en situación de violencia de género.
La magistrada hizo lugar al pedido del fiscal federal a cargo de la Sede Fiscal Descentralizada de Orán, Marcos Romero. La acusación incluye al hijo de la imputada Domínguez, Lautaro Hurtado, quien no es funcionario público, como partícipe necesario, pues se sospecha que utilizó su cuenta bancaria para recibir los pagos indebidos exigidos a las beneficiarias.
La investigación inició a raíz de varias denuncias. La primera fue radicada por una beneficiaria el 17 de noviembre del 2022, a la que siguieron la de otra mujer que pidió reserva de identidad, la de un grupo de concejales de Tartagal y la de una diputada nacional por Salta, como también dos actuaciones preliminares abiertas a partir de la cobertura de medios locales.
Bajo directivas del fiscal, personal de la Unidad de Investigaciones de Delitos Complejos y Procedimientos Judiciales Tartagal de la Gendarmería Nacional avanzó con tareas de campo e inteligencia.
La fiscalía, procuró el levantamiento del secreto bancario de los imputados, formuló pedidos de informes al municipio salteño de Tartagal y requirió el allanamiento de los domicilios de las implicadas. Las medidas confirmaron la relación de dependencia de tres de las imputadas con la Dirección de Asuntos de la Mujer y Diversidad del municipio Tartagal desde enero de 2021, incluida la designación de Cordero en calidad de directora.
Desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, se remitió la nómina de 2.489 beneficiarias, entre ellas dos de las denunciantes. También se detectaron integrantes del propio municipio y de sus familiares.
A partir de la información colectada y de las respuestas de las distintas entidades de contralor, la fiscalía confirmó la verosimilitud de los sucesos denunciados al constatar que existieron diferentes sumas de dinero transferidas desde beneficiarios del programa a diferentes cuentas bancarias relacionadas con las funcionarias imputadas y a uno de los hijos de ellas, Lautaro Hurtado.
En consecuencia, la fiscalía consideró que Cordero Soria, Domínguez y Robles exigieron dinero en forma ilegítima a diferentes beneficiarias del programa federal como condición para acceder a él, independientemente de que las personas damnificadas estuvieren en condiciones objetivas de obtenerlo.
Las pesquisas también establecieron que, en caso de que las mujeres sometidas a esta maniobra dejaran de entregar el pago acordado, se les daba de baja el plan. Para ello, se les impedía el cobro tras la alteración de sus datos en el sistema.
De acuerdo con la acusación fiscal, Hurtado hacía de intermediario, pues facilitaba su cuenta bancaria para canalizar la obtención de los pagos ilegales que hacían las beneficiarias del programa de asistencia y ofrecía el acceso al programa a personas de su entorno a cambio de un porcentaje, e incluso llegó a percibir ese dinero indebido en efectivo.