Por: LIGIA DIONE MIRALLES, LDMJUJUY@GMAIL.COM
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Por: LIGIA DIONE MIRALLES, LDMJUJUY@GMAIL.COM
En el ritmo muchas veces vertiginoso de la vida moderna, encontrar momentos de serenidad se convierte en un desafío esencial.
La tarea de aquietar la mente adquiere una relevancia significativa en un mundo inundado de estímulos y exigencias. Cuando aquietamos nuestra mente, el estado mental que lograremos es claro y alerta, con el que somos capaces de generar amor y entendimiento, o expresar la calidez humana natural que todos tenemos.
Tener una mente calmada, sin embargo, es solo una herramienta, no es la meta final. Cuando tenemos una mente más calmada, clara y abierta, podemos usarla constructivamente. Podemos usarla en nuestra vida diaria, y alcanzar un mejor entendimiento de nuestra situación en la vida.
Con una mente libre de las emociones perturbadoras y los pensamientos superfluos, podemos pensar con mayor claridad sobre los temas importantes, como ¿Qué he estado haciendo en mi vida?, ¿qué está pasando con esta relación importante?, ¿es saludable o no saludable?
Podemos ser analíticos, eso se llama introspección. A menudo, para llegar a ello necesitamos la paz interior que comienza con la aceptación. Aceptar el presente, con todas sus imperfecciones, es el primer paso hacia la tranquilidad mental.
Al liberarnos de las cadenas del pasado y las ansiedades del futuro, creamos espacio para el autodescubrimiento.
La atención plena, emerge como una herramienta fundamental en este viaje. La capacidad de estar completamente presente en el momento, sin juicio, nos permite experimentar la vida con una perspectiva renovada.
La atención plena se convierte en el faro que guía nuestras mentes errantes de vuelta al presente.
Además, en un mundo hiperconectado, desconectar se convierte en un acto revolucionario. Tomar tiempo lejos de las pantallas electrónicas y sumergirse en la naturaleza, la lectura o simplemente en la quietud, proporciona un respiro necesario para la mente.
También explorar la creatividad se revela como un camino hacia la quietud mental. Ya sea a través del arte, la escritura o la música, canalizar nuestras energías hacia expresiones creativas libera tensiones y fomenta la paz interior.
Tampoco podemos olvidar la importancia de la conexión humana en nuestro viaje hacia la calma mental. Compartir experiencias, emociones y reflexiones con aquellos que nos rodean nutre nuestra alma y fortalece los lazos que nos unen.
Aquietar la mente no es simplemente un acto de retiro, sino un compromiso activo con nuestro bienestar mental.
Al abrazar la aceptación, practicar la atención plena, desconectar, fomentar la creatividad y cultivar conexiones significativas, forjamos un camino hacia una mente más apacible y resiliente en medio del bullicio diario.
En este viaje, descubrimos que la verdadera paz no se encuentra en la ausencia de desafíos, sino en nuestra capacidad para enfrentarlos con calma y claridad. Namasté. Mariposa Luna Mágica.