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13 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Whitney y Atahualpa - O, el carro delante del caballo

Sabado, 12 de julio de 2025 22:21

Yo no tengo gorgoritos

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Yo no tengo gorgoritos

ni nunca los precisé;

toda la vida canté

como acogotando un grito...

A.Y.

La trágica muerte de Whitney Houston ha confirmado que cada país posee sus ejemplos emblema y merced a los medios de comunicación, el dolor se ha vuelto poco menos que global. A ello ha contribuido la profusa difusión en su momento, de videos que abarcan desde sus comienzos, pasando por los años de consagración, hasta sus últimos días cuando la decadencia física. Precisamente uno de estos videos no puede ser más patético, cuando se la percibe contrariadamente avergonzada ante la aparición desde su garganta, de una impiadosa mueca de lo que fuera la maravilla de su arte. Luego, el penoso silencio del público fue elocuente. Acto seguido, Whitney H. toma el micrófono con su mano izquierda para volcar su cabeza hacia atrás buscando tal vez, el cobijo de la tierra. Como contraste, basta recordar unos de los sublimes pasajes de su tal vez, su máxima creación musical y tema principal de la película: “El Guardaespaldas”. Mis conocimientos del idioma inglés, nunca superaron el status de básicos aun así, escuchando y disfrutando una y otra vez esa canción, puedo advertir que detrás de ese largo sostenutto “y pase lo que pase, al ser amado en trance de ser despedido, se lo ha de seguir amando, más allá del tiempo...” (sic). Luego, podrá inferirse que para dicho asunto y en cuanto a lo poético medular ya se ha dicho casi todo. Pero hay más: y ‘ll love you mediante y a modo de inconsolable letanía, ella nos seguirá convenciendo con su reiterada y contundente verdad. Como diría Jaime Dávalos desde su feliz apreciación al referirse a: la secreta belleza de lo triste dicha frase, bien podríamos enancarla sobre el sublime canto de Houston casi tocando los confines del horizonte y montada en un dulce pianissimo para regresar cuanto fuese necesario, tenaz y desfalleciente. Nada de eufemismos o tangenciales insinuaciones amorosas: y ‘ll love you y por si quedaran dudas: allways. Y aquí tal vez comience a jugarse el punto de encuentro (o desencuentro) entre Whitney Houston y nuestro Atahualpa Yupanqui, quiero decir que, para aquellos cantantes de gargantas prodigiosas y fama internacional, la poesía suele jugar un roll secundario. La totalidad de las fichas son jugadas a las indiscutibles delicias canoras, con las que nos conmueven.

“...Siempre decimos que en los recitales de “música show”, de “música espectáculo” se va en escala ascendente para impresionar los sentidos. Así se llega a los grandes finales a toda orquesta” “...Y los artistas que cantan con toda la voz octaveada hacia arriba si es posible, con los brazos en alto...”

Por su parte y si algo caracterizó a la poética de A. Yupanqui fue esa capacidad desde lo simple y sin lacrimógenos gorgoritos, conmover a lo más profundo y honesto del ser humano. Así fue que cuando decidió abordar cuestiones amatorias su pudor criollo, le evitó caer en innecesarios alambicamientos y en finales con octaveados hacia arriba. Para cantar las penas y alegrías del amor la sugerencia fue, su más digno camino:

No necesito silencio,

yo no tengo en quien pensar.

Tenía pero hace tiempo,

aura, ya no pienso másà

de Los ejes de mi carreta.

Romildo Risso y A.Y.

Tal vez por ello, en la década del ochenta en Mar del Plata, se le oyó decir: “Mi voz es opaca, sin brillo y jamás ha de servir para reforzar a ningún coro, pero me sirve... para decir aquello que me alegra, aquello que me duele...”.

En un extremo Whitney Houston y en el otro, los decidores sin lacrimógenos gorgoritos. Esos, quienes, parándose en el gran pedestal de la poesía, conversan en re menor y logran reinventarse una y otra vez. Luego, las implacables injurias del tiempo aun haciendo mella en sus trajinadas gargantas, pasan poco menos que desapercibidas. Ó acaso, ¿el Polaco Goyeneche de sus primeros tiempos al cantar La luz de un fósforo, fue el mismo de Milonga del Trovador ya, en el final de su carrera y de su vida? Sin embargo y gracias a una alta poesía ciudadana y a su extraordinario fraseo, logró irse pa’l silencio, con el mayor reconocimiento de su público. La emoción aquí y allá, es el privilegio de la palabra cantada a modo de rezo y en una virtual e íntima conversación con el oyente. Y cuando digo aquí y allá, también me estoy refiriendo a Tita Merello, a Paco Ibáñez, a Bob Dylan. Precisamente es Bob Dylan, quien con la ancianidad mordiéndole los talones y desde su aguardentosa voz sigue transmitiendo bellas imágenes poéticas a punto tal que, hasta logró llevarse a su casa un Premio Novel de Literatura. Probablemente sean decidores como Bob Dylan a diferencia de Whitney Houston los que, habiendo transitado también o muy probablemente las pedregosas sendas del alcohol y/o demás estimulantes, logran ponerse a salvo de ser virtuales ídolos de barro. A ellos, está claro que ningún eventual y traicionero gallo los haría retroceder un tranco de pollo, cuando de dar su mensaje al gran público, se tratase. Y a modo de contraste, no puedo menos que parafrasear el final de aquel gran tango: Yo quise ser un barrilete y me faltó piolínà (Eladia Blázquez). Infelizmente y como quien busca amoldar para Whitney Houston una poética cita, se tornaría válido aquello de: Se me está haciendo la noche, en la mitad de la tarde... (Daniel Reguera). Quizás y entre otras cuestiones, por haber faltado a la poesía.

Buscando una reflexión final y como quien equilibra un tanto la carga, estaría bueno tal vez, retrotraernos a tiempos del Incario cuando las Ñustas, en un prodigioso Contra Alto y con un joven en acompañamiento de aerófono -ambos bajo un mismo registro musical- ofrecían a los vientos del Ande sus poemas cantados. Porqué de eso se trataba, de Poemas Cantados, llamados harawis o haravicus. Luego, ya en tiempos de la Colonia y hasta nuestros días, derivados a yaravíes. -

Bibliografía: Vargas Vera, Reneé. “Suma Paz, por la huella luminosa de Yupanqui”. Ediciones De Aquí a la Vuelta - Buenos Aires.1995

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