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12 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Regulación de la IA y el gran desafío

Martes, 01 de julio de 2025 01:03

Cada revolución tecnológica trae consigo preguntas inevitables. En el caso de la inteligencia artificial (IA), la velocidad del cambio nos impone plantearlas con urgencia. ¿Cómo regular una tecnología que no entiende de fronteras, cuyos principales actores operan desde países lejanos? ¿Qué impacto tendrá en las culturas regionales de Argentina? ¿Cómo afectará el trabajo, la educación, la seguridad?

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Cada revolución tecnológica trae consigo preguntas inevitables. En el caso de la inteligencia artificial (IA), la velocidad del cambio nos impone plantearlas con urgencia. ¿Cómo regular una tecnología que no entiende de fronteras, cuyos principales actores operan desde países lejanos? ¿Qué impacto tendrá en las culturas regionales de Argentina? ¿Cómo afectará el trabajo, la educación, la seguridad?

A veces, hacerse las preguntas correctas es tener resuelto el 50% del problema.

Innovación sin control: un salto al vacío. En los últimos meses, el debate sobre la IA en Argentina se intensificó. Algunos proponen, como prioridad, fomentar un desarrollo sin trabas regulatorias, confiando en que menos barreras atraerán más inversiones. Es una posición comprensible en un país que necesita insertarse en la economía del conocimiento.

Pero hay un problema profundo: la inteligencia artificial no es una industria más. No produce bienes tangibles; moldea información, simula identidades, crea realidades alternativas. Y eso implica riesgos que van mucho más allá del mercado.

Desde los deepfakes hasta la clonación de voz en fraudes bancarios, pasando por la manipulación política masiva o la producción automatizada de noticias falsas, la IA ya ha demostrado su potencial dañino cuando se usa sin control. No es ciencia ficción: ocurre hoy, todos los días.

Regular, sí, pero inteligentemente. El desafío no es elegir entre regular o no regular. Es diseñar un modelo inteligente, que no frene la innovación ni las oportunidades. Pero sí proteja los derechos, las democracias, las personas.

Una propuesta posible sería la creación de una Agencia Nacional de Inteligencia Artificial y Ética Digital, autónoma, con representación de expertos técnicos, juristas, educadores, empresarios y, crucialmente, representantes regionales. Porque la realidad de Jujuy, Chaco o Córdoba no es la misma que la de Buenos Aires. La IA debe pensarse también desde el interior.

La regulación debería enfocarse en el uso, no en el desarrollo: Identificación obligatoria de contenido generado por IA (marca de agua visible o invisible); protección de datos personales en entrenamientos de modelos; auditorías éticas para IAs que operen en sectores sensibles: banca, salud, educación; sanciones para quienes utilicen IA en fraudes o manipulación de la información.

Además, se necesitaría habilitar entornos de prueba controlados (sandboxes), donde empresas y desarrolladores puedan experimentar sin riesgo para el público general.

Educación y federalismo digital. No habrá regulación suficiente si no se cambia la educación. Necesitamos integrar en las escuelas secundarias contenidos como pensamiento computacional, ciencia de datos, ética digital e inteligencia artificial aplicada. Y no solo en las ciudades grandes. Cada región debe poder adaptar la IA a su cultura y necesidades: producción agrícola inteligente en el NOA, monitoreo ambiental en la Patagonia, preservación de lenguas originarias con IA lingüística. La transformación no será homogénea, ni debería serlo.

El desafío internacional. ¿Y las grandes tecnológicas? No se pueden controlar plenamente, es cierto. Pero se les puede exigir cumplir leyes locales; tener representación legal en el país y cooperar en casos de daños o violaciones de derechos. Europa avanza con el Gdpr Reglamento General de Protección de Datos (General Data Protection Regulation) y leyes de IA. No hay razón para que Argentina no piense su propio modelo, adaptado a sus realidades. La inteligencia artificial es como el fuego: ilumina y da calor, pero sin control puede devastar.

La pregunta no es si la IA va a cambiar el mundo. Eso ya está ocurriendo. La verdadera cuestión es cómo nos preparamos para que ese cambio no nos destruya en el camino. Y como siempre, si nos hacemos las preguntas básicas, ya tenemos el 50% del problema resuelto.

 

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