La biología demostró que la vida de un ser humano comienza con la fertilización: unión del espermatozoide con un ovulo. La célula resultante de dicha unión se llama huevo o cigoto.
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La biología demostró que la vida de un ser humano comienza con la fertilización: unión del espermatozoide con un ovulo. La célula resultante de dicha unión se llama huevo o cigoto.
Allí comienza la existencia de un individuo; organismo vivo perteneciente a una especie. No es una parte de la madre, su información genómica es diferente a la de sus progenitores. Al menos eso demuestra la fecundación in vitro. Por lo tanto, podemos concluir que un embrión humano es un ser vivo de la especie humana, y que es una persona.
En el siglo XIX un teólogo alemán decía que cada "ser humano" es un proyecto de Dios a desarrollar. Justo argumento como para mínimamente detenerse en el respeto que merece toda "vida", pero mucho más por quién es su "creador". Para los creyentes, esto solo debiera ser razón indiscutible de verdad y suficiente para responder al título.
Pero, el tema se vuelve complejo como para intentarlo en cinco renglones frente a ateos, agnósticos y más aún ante el anti todo, entre ellos los anticlericales.
De todas maneras, no está mal recordar que Dios, único Señor de la existencia, nos creó para la vida eterna desde la concepción. La complejidad que implica ser hechos a imagen y semejanza, únicos e irrepetibles, crea una dignidad tan particular que automáticamente nos convierte en hijos de Dios, hermanos de los hombres, señor de las cosas. Pero nunca en amos de la vida propia o ajena; mucho menos de los niños por nacer.
Digo, algunos de estos conceptos están presentes en los planteos irresponsables que a diario se escuchan en televisión, o a la inversa. Sueltos de cuerpo como de conciencia se convierten en árbitros de tan magnífica "obra" decidiendo quién debe vivir o quién debe morir.
En todo tiempo perder de vista estos conceptos se convierte en la mayor pobreza a la que se lleva el honor. Y ocurrió, se decidió en el parlamento esta locura, ahora sabremos si esa ganancia, o mejor dicho pérdida, está justificando tamaño desafío. A estas alternativas le llaman cultura de la vida o cultura de la muerte, o nuevo orden mundial.
Pregunto ¿qué nos pasa? ¿Tan lejos quedaron los principios que construyeron el camino de una sociedad para la armónica convivencia? ¿Cuándo ocurrió, o al amparo de qué se puede llegar a tanto desatino? ¿No es suficiente lo que ya pasó con antinaturales actitudes?
El Papa Francisco afirmaba que "el amor por los demás no puede reservarse para momentos excepcionales, sino en la constante de nuestra existencia". Hacía alusión a los enfermos, a los ancianos y a los niños por nacer. "Ámense los unos a los otros como yo los he amado" está escrito en el evangelio, y el Papa agregaba "no tanto con las palabras como con los hechos".
Veamos con detenimiento el antojadizo planteo, que no significa la mayoría tenga conocimiento sobre el particular, sino más bien superlativa ignorancia. Durante el embarazo, pensando en las dos vidas, ¿alguna de ella vale más que la otra? Y de última, buceando en la profundidad del tema, ¿quién cuida a quién en la relación madre-bebé durante el mismo periodo? La respuesta psicológica, biológica y espiritual es la misma, ambos se cuidan, se protegen.
Y ese fenómeno se logra mediante cambios hormonales generados en la mamá y el bebé, asegurando la existencia de uno y protegiendo mediante profilaxis algunas enfermedades en la mamá.
Él bebe induce cambios hormonales en la mamá que aseguran alimentación y protección para sí, tanto en lo corporal como en lo psicológico. De allí los severos traumas que la muerte del bebé acarrea a la mujer después del aborto.
"Sin nosotros no hay aborto, con nosotros hay vida", dicen Médicos Argentinos por la Vida, y agregan, "la vida no se negocia". "Salvemos las dos vidas".
El doctor Albino expresa: "el aborto es la mayor tragedia". "Es una práctica inmoral, somos profesionales de la salud". En el juramento Hipocrático está claro: "Jamás atentaré contra la vida ni aún en lo germinal". Por lo tanto, no está en los planes de ningún médico matar a un bebe por nacer. Es cruel, vergonzoso, cobarde e inmoral practicar un aborto. íDigamos sí a la vida!