A más de un año de iniciada la pandemia, las historias de resiliencia son muchas. La de Eduardo Vilca fue una de ellas. En el pico de los contagios, tuvo que esperar días en casa para internarse tras una semana de síntomas gastrointestinales que no permitían determinar el Covid-19 desde el principio. Al lograr una cama para ser tratado, estuvo 22 días internado y al menos 7 meses con oxígeno en su casa para poder recuperarse, ya que el virus le había generado una neumonía bilateral, que logró superar con sus 70 años.
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A más de un año de iniciada la pandemia, las historias de resiliencia son muchas. La de Eduardo Vilca fue una de ellas. En el pico de los contagios, tuvo que esperar días en casa para internarse tras una semana de síntomas gastrointestinales que no permitían determinar el Covid-19 desde el principio. Al lograr una cama para ser tratado, estuvo 22 días internado y al menos 7 meses con oxígeno en su casa para poder recuperarse, ya que el virus le había generado una neumonía bilateral, que logró superar con sus 70 años.
En agosto del 2020 sintió malestares estomacales y vómitos, y tras consultar a la médica de cabecera de la obra social de los jubilados, le indicó medicación inyectable que le colocaron en el centro sanitario de su barrio, pero no cedían los síntomas por lo que la profesional le cambió la medicación. No obstante, sin resultado acudió a una guardia de una clínica y tras colocarle suero le dieron el alta con unas pastillas, y para los médicos debía concurrir a un gastroenterólogo para lo cual sacó turno, pero no pudo esperar.
Con la incertidumbre y el malestar, a la distancia, su hijo médico, Eduardo Franco desde Cipoletti, Río Negro, seguía los vaivenes de su padre ya que no podía viajar; le recomendó hacerse un test de covid en un laboratorio particular por la premura de su estado, y fue así como supo que era positivo.
"Volví a la médica de cabecera y no conseguían cómo internarme, estaban saturados, eran días complicados", señaló Eduardo Vilca recordando los momentos de angustia que vivió con su familia. Ya llevaba una semana de síntomas y entre las consultas no lograba una cama hasta que recurrieron a medios de comunicación para expresar su necesidad, y así fue como, ante la primera vacante, lo logró.
"Menos mal que mi hijo me envió a hacerme el test; hubo un momento que ya no podía respirar, vino un médico con un aparato para que pueda seguir respirando y luego de dos días, el 28 de agosto conseguimos un lugar para internarme", recordó.
Estuvo en terapia intensiva, y aunque para el 2 de septiembre ya no tenía covid, la neumonía bilateral hizo que estuviera internado un total de 22 días. Luego del alta continuó con oxígeno en su casa durante siete meses.
Por ese transe de la enfermedad quedó debilitado y hasta la actualidad, cuando come algo salado, lo siente amargo. "Noté que en la memoria también, me cuesta recordar las cosas y luego de un rato me vuelve a la memoria", explicó.
Por indicación médica tuvo que visitar a un gastroenterólogo, neumonólogo y cardiólogo. "El neumonólogo me dijo que quedó debilitado el pulmón y me dio fisioterapia", explico Vilca. Mientras, otro de los especialistas le indicó dieta por haber ingerido tantos medicamentos y el impacto que pudo haber tenido en su organismo, por lo que debe cuidarse con los alimentos y no usar sal.
Por la neumonía y tras haber estado tanto tiempo sedentario, a nivel cardiólogo también le explicaron que quedó un tanto debilitado. Por ello en cuanto pudo recuperarse un poco y se sintió más estable, decidió salir a caminar para hacer algo de actividad física. De hecho, actualmente se siente más recuperado, a sus 70 años.
Sin embargo, aún no pudieron reunirse con su hijo por su labor en medicina en la provincia de Río Negro, ya que volver a Jujuy le significaba hacer una cuarentena que le demandaría todo el tiempo que tenía de licencia.
Transitó la enfermedad con los cuidados de su hija Edith Marcela y su esposa María Díaz, con quienes vive. Edith lo sigue acompañando a cada paso y por estos días luchan para que su esposa María sea operada en el hospital Soria ya que no cuenta con obra social y tiene una dolencia renal que comenzó a afectarle.
Fue minero y milonguero
Eduardo Vilca es jubilado y trabajó durante 18 años en Yacimientos Carboníferos Fiscales en Río Turbio, provincia de Santa Cruz, haciendo su labor como electricista dentro de la mina. Lo hizo hasta 1992 y tras un retiro voluntario volvió a Jujuy donde trabajó en Zapla con el mismo oficio, y poco después en Massalin Particulares, tras lo cual se jubiló por su edad.
Poco antes de la pandemia y hasta principios del 2020 su vida era activa, ya que con su esposa María a diario tomaban clases de tango en distintas instituciones, y recorrían las milongas que se organizan en la capital jujeña.
"Antes bailábamos todos los días, a la mañana en clases con el profesor Jaramillo en el centro Cultural Accame, y a la tarde en otro lugar. Ahora me tengo que conformar con ver los videos nomás, porque tengo que cuidarme", explicó rememorando su actividad como milonguero, propuesta que disfrutaba.
El baile era parte de su rutina y formaba parte de su vida porque le permitía estar activo, socializar y compartir con la comunidad milonguera local. Sin embargo, todo se interrumpió con la pandemia, y tras atravesar por el coronavirus y llevar adelante su recuperación no pudo asistir ni a los shows que algunos organizadores hicieron, de modo de cuidar su salud por el virus aún vigente.