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3 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. Leyendo en la coca

Domingo, 22 de enero de 2017 01:30

Laberintos humanos. Leyendo en la coca

la ficción

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Laberintos humanos. Leyendo en la coca

la ficción


por Ricardo Dubín

Pasaron los años y tanto para los estudiantes de Alfonsín como para los funcionarios de Menem, siempre fui una alhaja preciosa, nos dijo Nataela Presley. Pero ellos envejecían y yo no, y aunque los pudiera creer sinceros, sabía que sus promesas de amor no podían cumplirse. ¿Cuál era mi destino?, nos preguntó azorada.

Fue entonces que recurrí a doña Tamara Quispe, la lectora de hojas de coca más famosa de Maimará, nos dijo la bella Presley. Llegué a su casa sorteando los atrevidos perros de su cuadra y los ebrios de la esquina, unos más desagradables que los otros, y en cuanto me abrió la puerta supe que me diría la verdad.

Le di la bolsita de coca que había comprado para su lectura, me tomó de la mano y me llevó a la cocina. Puso un pañuelo sobre la mesa y allí arrojó las hojitas, que al caer estaban cada vez más nuevitas. Tomó otras tres hojas de coca ajadas, las sopló, y al dejarlas caer llegaron al pañuelo nuevitas como recién salidas de la planta.

Vos podés verlo con tus propios ojos, me dijo. Estás condenada a ser eternamente joven y bella, dijo, o al menos por mucho tiempo. Demasiado, se apuró a decir para no darme falsas ilusiones. Un caso como el tuyo no lo escuché nunca, capaz que nunca sucedió antes. Supongo que habrá cosas peores, me consoló.

Así fue que dejé la casa de doña Tamara Quispe, la mejor lectora de coca maimareña, sin tener un remedio pero sabiendo la triste verdad. Pero si la verdad es que usted es eternamente joven y bonita, le dijo Armando, la verdad es que se está quejando de llena.

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