La medida desató críticas desde la izquierda francesa, sindicatos y organizaciones juveniles, a tal punto que todos ellos convocaron para la décimo segunda jornada de movilización nacional desde que se filtraron en febrero sus primeras disposiciones.
Tras una reunión con su dividido grupo parlamentario, el premier les advirtió: "Basta de jugar. Yo no juego. Asumo mis responsabilidades en interés del país", en alusión al fracasado intento de última hora para pactar alguna enmienda y unir el voto socialista.
La apelación a ese instrumento constitucional (el artículo 49.3 de la Carta Magna) según dijo Valls ante los diputados, fue decidido porque el Ejecutivo está convencido de que es un texto "de progreso social", que responde a las necesidades del país, y "debe adoptarse".
El "decretazo" se produce el mismo día en que debía comenzar en la Asamblea Nacional la segunda y última lectura del proyecto.
En la primera, realizada en mayo pasado, Valls también utilizó esta herramienta para sacar adelante el proyecto y enviarlo al Senado.
En consecuencia, la reforma quedará aprobada en esa cámara a menos que la oposición introduzca antes de 24 horas una moción de censura, algo que los diputados conservadores ya adelantaron que no se plantean hacer, según informó una fuente en el Congreso.
En caso de que se mantenga ese plan y no haya ninguna moción, el texto irá al Senado para una segunda lectura, y en caso de haber discrepancias, pasaría de nuevo a la Asamblea para su votación definitiva, donde el Ejecutivo podría servirse por tercera vez de ese artículo, calificado por la oposición de antidemocrático.
La última vez que el Ejecutivo socialista recurrió a este recurso fue el pasado 10 de mayo en la primera lectura de este controvertido proyecto de ley que toma el nombre de la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri.
Valls destacó ayer, en una acalorada sesión parlamentaria en la que el grupo conservador Los Republicanos abandonó el hemiciclo tras anunciarse el recurso al 49.3, que el texto ha sido objeto de un amplio diálogo social y es necesario seguir adelante.
A la misma hora, las centrales sindicales anunciaban nuevas protestas ante "la deriva autoritaria" del gobierno de Francois Hollande.
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La medida desató críticas desde la izquierda francesa, sindicatos y organizaciones juveniles, a tal punto que todos ellos convocaron para la décimo segunda jornada de movilización nacional desde que se filtraron en febrero sus primeras disposiciones.
Tras una reunión con su dividido grupo parlamentario, el premier les advirtió: "Basta de jugar. Yo no juego. Asumo mis responsabilidades en interés del país", en alusión al fracasado intento de última hora para pactar alguna enmienda y unir el voto socialista.
La apelación a ese instrumento constitucional (el artículo 49.3 de la Carta Magna) según dijo Valls ante los diputados, fue decidido porque el Ejecutivo está convencido de que es un texto "de progreso social", que responde a las necesidades del país, y "debe adoptarse".
El "decretazo" se produce el mismo día en que debía comenzar en la Asamblea Nacional la segunda y última lectura del proyecto.
En la primera, realizada en mayo pasado, Valls también utilizó esta herramienta para sacar adelante el proyecto y enviarlo al Senado.
En consecuencia, la reforma quedará aprobada en esa cámara a menos que la oposición introduzca antes de 24 horas una moción de censura, algo que los diputados conservadores ya adelantaron que no se plantean hacer, según informó una fuente en el Congreso.
En caso de que se mantenga ese plan y no haya ninguna moción, el texto irá al Senado para una segunda lectura, y en caso de haber discrepancias, pasaría de nuevo a la Asamblea para su votación definitiva, donde el Ejecutivo podría servirse por tercera vez de ese artículo, calificado por la oposición de antidemocrático.
La última vez que el Ejecutivo socialista recurrió a este recurso fue el pasado 10 de mayo en la primera lectura de este controvertido proyecto de ley que toma el nombre de la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri.
Valls destacó ayer, en una acalorada sesión parlamentaria en la que el grupo conservador Los Republicanos abandonó el hemiciclo tras anunciarse el recurso al 49.3, que el texto ha sido objeto de un amplio diálogo social y es necesario seguir adelante.
A la misma hora, las centrales sindicales anunciaban nuevas protestas ante "la deriva autoritaria" del gobierno de Francois Hollande.