Cabo de año es aquel momento en que la viuda se quita el luto. Promediando el almuerzo, la viuda sale del salón para regresar con ropa de fiesta y bailar, y ese tiempo tiene que ver menos con las convenciones que con un verdadero conocimiento del alma. Al año es cuando se empiezan a entender ciertas cosas.
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Cabo de año es aquel momento en que la viuda se quita el luto. Promediando el almuerzo, la viuda sale del salón para regresar con ropa de fiesta y bailar, y ese tiempo tiene que ver menos con las convenciones que con un verdadero conocimiento del alma. Al año es cuando se empiezan a entender ciertas cosas.
Algo así les pasó a los amigos de Morgan, un joven que perdió la vida en circunstancias aún no esclarecidas hace ya un año, y el polideportivo de Tilcara se llenó de música y de reflexión para que no se trate de un mero recuerdo sino de una acción preventiva y sanadora.
Y esa energía parece que fue mucha, porque trascendió los límites del pueblo para convocar chicos desde San Salvador hasta La Quiaca.
No eran chicos que se acercaban a escuchar a su banda favorita, que si algo hubo de eso fue en el cierre con La Yugular, sino más bien para subir al escenario y expresarse.
Llegando al festival, el músico Fidel Flores se preguntaba que otros lugares tienen las bandas de rock quebradeñas para tocar, y eso sonaba a una pregunta interesante.
Todo arte tiene que inventar su lugar donde florecer, y acaso esa sea la esencia de su savia, pero el polideportivo de "Vamos los pibes" tuvo algo más, porque si los cumbieros tocan más que nada en los clubes para que se baile, los rockeros en el garaje y los raperos en las esquinas, tanto como los copleros en las ruedas y los sikuris en la procesiones, lo que se vio este jueves fue una ocasión para que cada quien lleve su ritmo y sus palabras.
Hubo respeto de una a otra tribu, y hubo mejores músicos que otros cuando ni nos corresponde ni es el lugar para abrir juicios. Supongo que de acá a algunos años, cuando escuche sorprendido alguna nueva propuesta musical, el entrevistado me dirá: ¡pero si usted ya nos escuchó en Vamos los pibes!
Se trataba de eso, de darse una vuelta por el semillero donde se preparan los que jugarán en primera, y entre todas las cosas que se le pueden enrostrar a la educación escolar, habrá que valorar que muchas de esas banditas se forman en colegios que ponen al frente del aula a músicos de la talla de Nora Benaglia o Alomías Lizárraga, entre otros.
En libertad
Así fue sucediendo la jornada, desde media mañana hasta entrada ya la noche.
Para los pibes fue la ocasión de abrir un lugar donde expresarse en libertad, donde disfrutar, sentirse incluidos y anfitriones, y expresar, desde las palabras y los hechos, que tienen derecho a tener un lugar en un mundo que a veces los mira de costado.