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Puede que los gatos parezcan un poco egocéntricos en sus hábitos, pero a la hora de mirarse al espejo no les aflora su narciso, sino todo lo contrario: se pelean a muerte con su reflejo debido a que no huelen al minino que les devuelve la mirada.
Un estudio demostró que los gatos no se llevan bien con los espejos porque no logran oler -y por lo tanto identificar- al animal que tienen en frente, informó el sitio PlayGround. Pueden acicalarse con la lengua durante horas, pero mirar su reflejo es una experiencia completamente distinta.
El descubrimiento está recopilado en el libro "La naturaleza de los gatos", de Stephen Bodiansky, donde el autor explica que los felinos consentidos de la casa odian los espejos porque consideran que la imagen que les devuelven no es la de un ser vivo.
Pero siempre hay alguien más astuto que la mayoría, y este es el caso de los gatos que deciden no hacerle la guerra a su reflejo y aprenden en vez cuál es el mejor ángulo para entender el tema.
