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23 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Una testigo pidió la aparición de cuerpos

Jueves, 10 de octubre de 2013 23:47

Escalofriante testimonio de Sara Murad, docente y expresa política, en una nueva audiencia oral y pública en el proceso judicial por la dictadura, donde el dolor y el miedo fueron los ejes de la inhumanidad que implementó el Terrorismo de Estado

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Escalofriante testimonio de Sara Murad, docente y expresa política, en una nueva audiencia oral y pública en el proceso judicial por la dictadura, donde el dolor y el miedo fueron los ejes de la inhumanidad que implementó el Terrorismo de Estado

“Ojalá podamos avanzar y nos puedan decir dónde están los cuerpos. Eublogia tiene 82 años que sepa dónde están sus hijos, que sean capaces de decir eso”, dijo al Tribunal al finalizar su testimonio.

Sara fue detenida en mayo de 1975 en San Pedro, luego pasó al Buen Pastor, trasladada en noviembre de 1975 al penal de Gorriti tras un operativo del Ejército, y liberada en Devoto en 1982. Eran ocho detenidas, más una niña de meses, “Poty”, hija de Dora Weisz. En Gorriti las encerraron en celdas individuales, tapiadas, e incomunicadas, custodiadas por celadoras del penal. El régimen carcelario había cambiado, “estábamos en manos del Ejército”, dijo. En 1975, Sara ubicó a Ernesto Singh y a los Ortíz en el penal de Gorriti, que la “verdugueaban”. Y luego del Golpe de Estado, la violencia se había profundizado, estando aisladas, sin visita.

En el pabellón la única que podía salir era Dora por su niña. A la pequeña la llevaban a ver a su papá que también estaba detenido, Jorge Weisz, desaparecido.

En la oportunidad llegó al pabellón una señora mayor con un niño de 3 años. “Poty lloraba y gritaba cuando vio al niño, se hizo como un gato, dijo que le contó Dora”. La pequeña desde que había nacido no había visto un niño, sólo la cárcel.

En otra parte de su relato recordó que en junio llegaron detenidas Alicia Ranzoni, Dominga Alvarez de Scurta y Juana Torres, que estaban aisladas. “Nos golpean, nos van a matar”, decían y que era el comisario Jaig quien las sacaba. Juana estaba moreteada. "Alicia tenía un dolor fuerte en el oído, apenas se sostenía, Dominga estaba muy golpeada”.

Sara quebrada dijo: “las tres mujeres estuvieron días, las sacaban de noche, las torturaban, las regresaban por la madrugada al penal. Cuando se las llevaron también nos llevaron a nosotras”. Recordó a Raquel Temer, celadora, quien permitió que Juana antes que la llevara Jaig, le dejara una cadenita a Gladys para que la entregue a su hija. Después de 37 años, Sara le entregó simbólicamente una cadenita a Laura López, hija de Juana Torres.

Luego atestiguó Mario Cartagena, expenitenciario. Relató que cuando fue el Golpe de Estado lo trasladaron a la Unidad 1 como guardia interna. Entraron los militares y “no era un trato digno a esos presos, los políticos extremistas”, dijo. Tenían todo restringido. Recordó a Bulgheroni (genocida condenado) que era jefe y tenía de laderos a Gutiérrez y Zaráte; Ortíz era el “capo”, era jefe. “Estabamos presos, nos controlaban personal de Inteligencia del Ejército”.
 

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