Por estos días, a un mes de la tradicional cena blanca, prepararse para la ocasión no es tarea fácil para ningún padre. Con listas cerradas de confección de vestido queda optar por elegir uno terminado, lo cual suma al ya abultado presupuesto cuya base parte de los 240 pesos que costaría la tarjeta, y ronda los 2.000 pesos para cada adolescente.
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Por estos días, a un mes de la tradicional cena blanca, prepararse para la ocasión no es tarea fácil para ningún padre. Con listas cerradas de confección de vestido queda optar por elegir uno terminado, lo cual suma al ya abultado presupuesto cuya base parte de los 240 pesos que costaría la tarjeta, y ronda los 2.000 pesos para cada adolescente.
La masiva y reconocida como “tradicional” cena toca los sensibles bolsillos de los padres de la gran mayoría de los egresados.
Entre el consumismo al que indefectiblemente deben caer para dar vida nuevamente a la aún vigente cena, pese a que los tiempos han cambiado se continúa coronando una etapa con bombos y platillos que debería ser sólo de transición a otra más comprometida de estudio y preparación para la vida laboral más digna.
Pese a las reminiscencias de fantasía principesca y hasta colonial, la celebración se cumple cada año y se paga cualquier precio con genuino esfuerzo para ver a los chicos vestidos de impecable gala.
Más allá de la sumatoria de anécdotas de cada año, en que la lluvia atenta contra la elegancia y el presupuesto plasmado en los jóvenes, las condiciones no mejoran demasiado.
Es así como el esfuerzo de cientos de padre caen por el drenaje, y los jóvenes a veces deben conformarse con hacer malabares con sus trajes de gala en baños químicos, y chapotear entre las carpas cuando la lluvia los sorprende.
Muchos padres lo saben, por la experiencia con sus hijos mayores, pero no queda otra que abonar la tarjeta, que luego se encargan de fundamentar directores y funcionarios, pese a que los presupuestos de cualquier casamiento, con los mismos servicios suelen ser menores.
Por dar ejemplos de ello, se pueden encontrar servicios de catering que incluye local hasta por 80 pesos, por menúes que no difieren de la gala, y que incluyen discjockey, ornamentación, bebida que incluye alcohol, y hasta una pata flambeada para picar mini sándwich. Otra de las opciones, eleva la cifra máxima a 260 pesos, que incluye local céntrico, impuestos, cena y canilla libre de alcohol, cosa que en la tradicional gala no se hace lo cual debiera significar una disminución del presupuesto.
Una opción intermedia presupuestada en diferentes locales, de gran capacidad e inclusive boliches, con todos los servicios, permisos e impuestos incluidos, y la canilla libre con diversas bebidas alcohólicas es de 140 pesos. Todos presupuestos para alrededor de 300 personas, que en materia de números debería poder aplicarse a la tradicional cena que triplica la convocatoria y que con ello debiera flexibilizar la cifra.
Lo cierto es que para un padre, de entre el gran porcentaje de empleo público del que muchos dependen en Jujuy, afrontar esa base sólo para garantizar la noche mágica que ninguno le negaría a sus hijos, debe sumar el de la vestimenta de gala.
“Los padres de condición más humilde son los que se llevan los mejores trajes”, explicaba Nora, de una casa especializada que se dedica a vestir a chicos y chicas por estas épocas, para la gran gala.
La experiencia de la propietaria es sólo el reflejo del esfuerzo con que los padres afrontan la tradición, por decirlo de alguna manera.
“Por ahí se dice que todo va a ser un servicio re bien, pagás la tarjeta y después te das la sorpresa adentro. El servicio no cubre con lo que realmente se dice”, explicaba Antonia, una madre que buscaba vestir a la última moda a sus hijos, por lo que recordó su experiencia.
Los precios
Es que para cada vestido se debe destinar como mínimo 600 pesos, eso si la niña acepta uno ya confeccionado con telas más sencillas y sintéticas. Pero quienes buscan un delicado vestido, más allá de lo simple que pueda ser debe contar con al menos 1.500 en el mejor de los casos, y si se decide por otras telas de mejor caída y mayor calidad, y le suma algún bordado o encaje, debe pensar en un presupuesto de 3.000 pesos.
A ello, debe sumarse el calzado, sandalias de taco, que rondan entre 340 a 550 pesos en promedio, y son las que ya poblaron las vidrieras de la capital jujeña.
Las jovencitas no suelen culminar con los gastos sólo en las prendas, ya que acostumbran utilizar bijouterie, cuya base ronda los 150 pesos para una gargantilla, la mayoría ofertada en strass que suele combinar con los géneros blancos o de colores pastel que eligen las capitalinas, sin contar los aros, anillos si los usaran o la mini cartera en la que llevarán la cámara digital por estas épocas casi imprescindibles para colgar la foto en el “face”. Los gastos de las féminas finalizarían con los costos de peluquería, que rondan entre 50 a 80 de acuerdo a la complejidad de lo elegido.
Entre los varones, los gastos no son menores, ya que se pueden encontrar ofertas de hasta 450 pesos para los trajes, e inclusive algunos que llevan camisas, zapatos y hasta cintos. Pero si confiamos en los que saben, la demanda no suele ir siempre por ese carril, y es que suelen gastar un promedio de 1.300 pesos en ellos, además de la camisa que ronda los 200 pesos, y las corbatas que se encuentran desde 67, y los zapatos superan los 350 pesos hasta 800.