Desde la ruta 9, el colorido ingreso a la Feria de Santa Anita, en Tumbaya, invitaba a sumarse a una experiencia única. Una veintena de productores y artesanos ofrecieron sus productos en miniatura que incluía comidas típicas, tejidos y artesanías en miniatura, además de hortalizas cultivadas en la región. Todo estaba pensado a escala pequeña, incluso el dinero para comprar. Hubo dos casamientos simbólicos y el primer bautismo.
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Desde la ruta 9, el colorido ingreso a la Feria de Santa Anita, en Tumbaya, invitaba a sumarse a una experiencia única. Una veintena de productores y artesanos ofrecieron sus productos en miniatura que incluía comidas típicas, tejidos y artesanías en miniatura, además de hortalizas cultivadas en la región. Todo estaba pensado a escala pequeña, incluso el dinero para comprar. Hubo dos casamientos simbólicos y el primer bautismo.
Los visitantes debían registrarse, obtener un "mini DNI" y pasar por el banco para recibir billetes simbólicos. Una de las atracciones más esperadas fue el "casamiento simbólico" que se realiza cada año en esta singular "República de Santa Anita". En una ceremonia breve pero cargada de emoción, Alejandro Alvarado y Abril Calapeña fueron la primera pareja en dar el "sí".
Fue frente a un "cura" que se presentó como Roberto Galán, los novios se unieron con un lazo simbólico, recibieron su libreta de matrimonio y bailaron el vals mientras el público aplaudía. Una productora de licor les ofreció pequeños vasitos para celebrar con un brindis y bailaron el vals.
"Muy lindo la verdad. Mi novia había escuchado sobre la feria y pudimos venir. Ella vino desde Ushuaia, así que aprovechamos el viaje", contó Alvarado. Calapeña, por su parte, relató que apenas escucharon que había un registro civil simbólico, se animaron a participar. Llevan diez años de relación, se conocieron en carnaval y planean casarse formalmente en algunos años. "Hace poco me recibí, estoy trabajando en Ushuaia pero pronto me vengo para acá", comentó.
Roberto Cabrera, quien encarnó al simpático cura Roberto Galán, destacó el espíritu de la feria. "Lo más llamativo es el casamiento. Todos deben sacar el documento simbólico y con eso pueden casarse. Hoy tuvimos la dicha de unir a dos parejas, incluso hicimos el bautismo de un niño de cinco años y bendecimos objetos".
Bajo un sol radiante, lugareños y visitantes disfrutaron de una jornada marcada por la creatividad, la tradición y el afecto. Artesanías, tejidos en telar, dulces y conservas de yacón, durazno y pera fueron algunos de los productos más buscados. Santa Anita volvió a celebrar la identidad del norte, con alegría y a escala mini.