Cada 7 de junio, es el día en que honramos el oficio, el gusto, la pasión y el arduo trabajo que implica hacer periodismo. Pero no solo celebramos la labor, también brindamos por los colegas que comparten la tarea, por los amigos que nos acompañan en este camino, por las fuentes que confían en nosotros, por la familia que nos sostiene y por cada una de las herramientas que nos permiten seguir ejerciendo este oficio tan antiguo como ingrato, pero siempre amado.
inicia sesión o regístrate.
Cada 7 de junio, es el día en que honramos el oficio, el gusto, la pasión y el arduo trabajo que implica hacer periodismo. Pero no solo celebramos la labor, también brindamos por los colegas que comparten la tarea, por los amigos que nos acompañan en este camino, por las fuentes que confían en nosotros, por la familia que nos sostiene y por cada una de las herramientas que nos permiten seguir ejerciendo este oficio tan antiguo como ingrato, pero siempre amado.
Recientemente, en una entrevista a propósito de esta fecha tan especial, surgió una pregunta que nos llevó a reflexionar sobre qué es lo que realmente amamos de hacer periodismo. Algunos colegas se encuentran en la posibilidad de ayudar al otro a través de la información; otros, en la oportunidad de hacerse escuchar, de tener una voz resonante en la sociedad. Hay quienes aman la capacidad de comprender el mundo en el que vivimos a través de este oficio.
¿Y cómo es esto posible? Como periodistas, somos trabajadores privilegiados. Contamos con acceso a innumerables fuentes, a los hechos más relevantes, y con el tiempo necesario para observar, pensar y repensar cada suceso. Este acceso y dedicación nos permiten desentrañar la complejidad de nuestra provincia, de nuestro país, de nuestra gente, e incluso a comprendernos a nosotros mismos en el proceso.
El poder transmitir ideas a diario a nuestras audiencias, que son cada vez más masivas, dinámicas y críticas, nos permite establecer un diálogo permanente con lo que nos pasa. Es la posibilidad de ser parte activa de la construcción de conocimiento colectivo y de dar voz a quienes no la tienen.
El oficio del periodismo se mueve constantemente entre dos polaridades: el disfrute y las frustraciones. Hacer periodismo es enfrentar cada día una realidad diferente para observar, contar y transmitir. Las historias son siempre nuevas, los entrevistados siempre nos dejan algo, ya sea información valiosa, una dosis de empatía, o el recuerdo imborrable de relatos que son tan fuertes que resulta imposible olvidarlos.
Y si de frustraciones tenemos que hablar, es también pensar en que muchas veces este oficio no es reconocido como esencial para contar la historia de nuestros pueblos. En lugar de ser valorado por su rol fundamental, suele ser invisibilizado y, en ocasiones, bastardeado.
Pero a pesar de las adversidades, el amor siempre prevalece. Porque cada 7 de junio, recordamos que el periodismo es mucho más que una profesión; es una herramienta para el cambio, y un mapa que nos ayuda a navegar en la complejidad de nuestros tiempos a través de diferentes plataformas.