Cuando la magia de las historias se despliega, existe una voz que la cuenta y oídos que la sienten, para después multiplicarla y poder llegar a lugares insospechados.
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Cuando la magia de las historias se despliega, existe una voz que la cuenta y oídos que la sienten, para después multiplicarla y poder llegar a lugares insospechados.
Es así como gracias a esta acción, Graciela Joaquín fue protagonista de su propio cuento inmerso en la cultura arábiga. Y es que la jujeña fue partícipe del III Festival Internacional del Cuento en Marrakech, del diecinueve al veintiséis de enero en Marruecos, donde ciento seis narradores de treinta y tres países contaron sus historias en más de veinte lenguas.
Con doscientos treinta talleres en escuelas estatales, llegó a más de cinco mil niños y oficialmente al récord mundial Guiness en la acción de contar historias continuas por ochenta horas y treinta y cinco minutos.
La jujeña fue invitada a este certamen gracias al contacto que tuvo vía zoom con narradores londinenses, con quienes contaba historias en español durante tiempos de pandemia. "En 2020, hice las conexiones con cuentacuentos de distintos países y quedaron proyectos y propuestas pendientes", expresó Joaquín.
Con la emoción de recibir un ofrecimiento de tal magnitud, la también abogada viajó sola hacia un destino extraordinario. "Después de pensarlo bien, me animé a ir por mi familia que me impulsó a hacerlo, porque es algo que no había imaginado y una superación para mi trayectoria como narradora de relatos", explicó esta jujeña que fiel a su tierra, llevó en su voz a Jujuy y a las tradiciones de esta parte de Argentina. Descubrir la maravillosa ciudad de Marruecos mediante esta aventura diferente, fue un encantador camino que le gustó recorrer. Y como el idioma del corazón es uno solo, llevó un puñadito de tierra viva para conectarlo con la esencia propia del lugar.
Relatos de tradición oral sobre la Pachamama, el coquena y el poncho fueron percibidos por niños y adultos de diferentes edades que exploraron desde su imaginación un enfoque especial en las palabras que la jujeña supo imprimir hacia el pensamiento colectivo. Ante la mirada atenta de espectadores de India, Londres, Australia, Estados Unidos y Senegal -entre otras nacionalidades- los sorprendió al exponer las chajchas -pezuñas de cabra- y el tejido de su poncho. Como una experiencia indescriptible, enfatizó en su vivencia la organización, bajo el lema "Alegría, historias de felicidad y sanación". Las narraciones orales se escucharon en palacios, escuelas y plazas, pero en la carpa principal fueron contadas con particular hincapié en la ciudad de Marrakech. Así fue que la cultura arábiga la abrazó desde distintas perspectivas. "Fue enriquecer todo, ver calles angostas y conocer la ciudad amurallada, se pueden ver motos y burros con carros pero también hay otra parte que es más moderna con avenidas grandes", contó Graciela Joaquín, maravillada ante la infinita variedad de perfumes, especias y objetos tan llamativos como funcionales que se hacen visibles en el mercado marroquí. Vivir todo esto al igual que un cuento, le resultó movilizador al interpretarla cual regalo del cielo enviado por su padre, Juan Joaquín. "Él vivía en Damasco, la capital de Siria y cuando llegó al país, buscó un lugar muy parecido a su ciudad de origen. Hizo Buenos Aires, Córdoba, Salta y llegó a Jujuy, primero hasta Humahuaca y después se quedó en La Quiaca donde vivimos como familia", describió. El agradecimiento eterno es para su padre, quien la guía en su camino como narradora de cuentos desde que era muy pequeña, cuando las anécdotas de él, le fueron transmitidas junto a sus hermanos en "El pórtico boreal de la patria". Así fue cultivando sus narraciones escuchadas con el corazón, desde aquél tiempo cuando se sentaba frente a un fueguito en familia y en el que abundaban las anécdotas de campo que su padre como pastor de ovejas contaba. Sus primeros estudios fueron en la Escuela de Frontera y, luego, en el Colegio "Nuestra Señora del Huerto", donde egresó en el año 1980. El camino de la existencia la llevó hasta Tucumán. Allí, su formación como abogada la hizo progresar como persona y profesional. Sin embargo, la misión que realiza con amor y de la que jamás se alejó es la de narradora de cuentos en homenaje a su padre. "Tengo dos hijos y hace cuarenta años vivo con mi esposo en Buenos Aires. Comparto con él, el proyecto autogestivo de los libros solidarios para las nuevas generaciones, algo que también expuse en Marruecos con mucho orgullo", comentó emocionada, haciendo honor al lema "Al bahja" -felicidad-, quien fue la única participante latinoamericana en la hazaña global y convención masiva llevada a cabo en la plaza Jemaa el-Fna de Marrakech.