La música es un arte privilegiado de quienes, con su alma sensible, expresan sentimientos desde el más puro encuentro con su ser para exteriorizarlo al mundo.
Este hermoso regalo de parte de los artistas de los sonidos, se multiplica al mostrar que de vocación se nace y por oficio se aplica el talento en diferentes perspectivas.
Así, las ilusiones crecen cuando las puertas se abren con el propósito de expandir la esencia que los compositores llevan dentro de sí mismos. Desde su pasión por la música, Horacio Martínez, desplegó su saber adquirido entre Buenos Aires y Mendoza; y partió hacia un horizonte cosmopolita hace once años atrás.
Dueño de sueños y expectativas desbordantes por lo que le depararía el destino, pero con la convicción de manejarse de la forma más profesional posible; preparó su equipaje y se lanzó a la travesía.
Fue en julio del año 2013 cuando vio New York por primera vez. Y entonces, también su sueño se convertiría en una realidad. "Una sensación tan hermosa fue llegar a Estados Unidos, empecé tocando en varios lugares para tomar confianza y aprender cómo es el movimiento. De a poco, conocí a músicos con los que hoy sigo teniendo contacto y son mis amigos", expresó Horacio Martínez, cuya primera misión en territorio norteamericano fue conectar su "yo" más íntimo con su nuevo lugar en el mundo.
Estar en "La Gran Manzana" lo cautivó desde el primer instante y las emociones se hicieron cada vez más fuertes cuando logró introducirse en el ambiente del género de sus amores, el latin jazz.
Su guitarra y su bolso fueron sus compañeros a la hora de emprender aquella aventura que lo llevaría a descifrar y comprender un nuevo idioma y, por lo mismo, a encontrar nuevos espacios para trabajar. "Yo me considero un jujeño que represento mi arte en mis raíces. Aquí, gracias a la música logré un progreso que fue gradual. Todo fue un paso a paso", aseguró este artista de cuarenta y cuatro años que conoció a su actual esposa en un coro estadounidense.
Siente que cumple con su función de vida; ya que hacer lo que ama le proporciona la felicidad más preciada estando en un país, en el que desde que era pequeño anhelaba poder conocer.
No obstante, el destino le dio la oportunidad de establecerse y de compartir la mística de su labor en Manhattan. "Sí me imaginaba viviendo en otro país, es lo que siempre quise. Pero New York tiene un plus distinto, sus puentes, sus calles. Los músicos de jazz a quienes admiro profundamente. Tuve la suerte de poder llegar y ver cómo se cumple lo que uno tanto quiere", dijo Martínez.
El instinto se lo dictaba. Su camino por el arte lo comenzó a disfrutar desde que en su adolescencia entre el Colegio Del Salvador y el Colegio 1 "Teodoro Sánchez de Bustamante" fue integrando coros hasta que logró explorar sonidos andinos en quenas, zampoñas y charangos para abrazar ese origen que lo vio nacer a la existencia. "La música te abre las puerta de ranchos y palacios", supo escuchar en forma de frase estas palabras que guarda en su memoria y que aplica en su día a día en un estudio de grabación donde las melodías de ritmos latinos y jazz, son únicas. "Tuve la posibilidad de hacer de todo y tener experiencia en muchos ámbitos. Desde trabajar con Bono de U2 hasta tocar en una guitarreada familiar en Tilcara, por citarte ejemplos", relató. Es que la música es eso, un portal donde fluyen sensaciones junto a composiciones sean cuales sean sus géneros.
En su cotidiano es testigo del vértigo de una ciudad revolucionada por las energías de miles de personas que van y vienen; del comercio incesante y de los subterráneos que no descansan. Él se centra en su refugio siendo artista independiente y, desde su estudio, trabaja en arreglos, composición y dicta clases de guitarra, mientras en su tiempo como papá de Mateo, juega y aprende de su pequeño de cuatro años de edad. "Me dio muchas satisfacciones estar aquí enfocado en la música. Grabé con Residente de Calle 13 y Arcángel, me doy cuenta cómo se dieron las cosas y es impresionante. Hago vida familiar y en los fines de semana hacemos viajecitos", detalló el jujeño que celebrará la Navidad en Orlando, Florida.
No dejar de soñar es lo que siempre sintió dentro de su corazón. Y ahora con una familia constituida y su labor que considera bendecida, puede afrontar las exigencias que "El país de las oportunidades" le ofrece.
"Recuerdo cuando vendía huevos desde mi barrio, desde la calle Teluí de San Pedrito y repartía a Moreno, Malvinas y las 530 era mi trabajo de verano y donde aprendí a ganarme la vida. Uno no debe olvidarse de dónde vino jamás", aseguró Horacio, orgulloso de su cuna jujeña y feliz con su presente "yanquee".