POR ANA CAROLINA MONCALVO (*)
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POR ANA CAROLINA MONCALVO (*)
resiliencia se puede explicar como la capacidad de sobreponerse a momentos críticos, duros y difíciles para "volver a adaptarse" a la vida cotidiana de una manera saludable.
La resiliencia es una aptitud que adoptan algunas personas y se caracteriza por su postura ante la superación de una adversidad con el fin de pensar en un mejor futuro.
Desde una perspectiva científica se puede ver a la resiliencia como una construcción y reconstrucción que hacen las personas de a acuerdo a su capacidad de superación.
Resiliencia, educación y necesidades diferentes: Para lograr una adaptación saludable en los niños y adolescentes es importante considerar el desarrollo de una "personalidad resiliente", tanto desde la familia (resiliencia primaria) como desde la escuela (resiliencia secundaria - entorno social). El fundamento principal será promover y desarrollar la autonomía del alumno a lo largo de todo el proceso educativo.
El desarrollo favorable de la resiliencia en alumnos con discapacidad puede plantearse de distintas maneras: En los de los niños pequeños podemos comenzar trabajando su independencia en relación a los hábitos. Estos pueden ser de higiene, juntar y guardar objetos, horarios de descanso, alimentación, etc. Luego progresivamente ir planteando retos y desafíos acordes a la edad y a las respuestas cada uno.
También es importante tener en cuenta: La creación de un entorno de trabajo seguro. Conversar acerca de las experiencias aprendidas y reflexionar sobre ellas con una actitud positiva y de mejora. Brindar apoyo emocional. Enseñar acerca de las acciones voluntarias. Incentivar a la participación en diferentes tipos de contextos y actividades exploratorias.
En el caso de alumnos adolescentes el enfoque estará puesto por ser un joven con seguridad y confianza en sí mismo, que pueda tener el control de su vida, ser creativo, independiente, alegre, poseer una buena autoestima, ser capaz de mostrar vínculos y relaciones de madurez.
Potenciar las habilidades diversas, la auto determinación, los vínculos, etc. traerán resultados positivos y favorables, principalmente para todos los alumnos y su entorno.
En la práctica cotidiana esta realidad estará atravesada por experiencias conjuntas e individuales de forma simultánea, dando lugar a nuevos desafíos. Lo importante es el trabajo en equipo con la familia para ir articulando acciones y pautas sincronizadas, que posibiliten la construcción de esta educación resiliente.
Es significativo destacar que como educadores debemos poseer una buena resiliencia propia, tener una serie de conocimientos, estrategias y herramientas relacionados con esta capacidad para poder educar desde este lugar: Desarrollar el pensamiento crítico. Desarrollar la empatía y el autoconocimiento. Conocimiento de las emociones y el desarrollo del bienestar social. Iniciativa y curiosidad por lo nuevo. Mente abierta. Capacidad de elección. Incorporar elementos de aprendizajes personalizados. Valentía de llevar a cabo los ideales propuestos.
Desde nuestra práctica pedagógica conocer la capacidad de resiliencia nos resultará beneficioso para todos los alumnos, pero aún más provechoso será para aquellos con necesidades educativas especiales.
Si destacamos las competencias Intelectuales y emocionales podremos obtener mejores resultados en los procesos escolares inclusivos. Cuando se pone en práctica la resiliencia, se logran resaltar las fortalezas y oportunidades de una persona, dando lugar a la reflexión consciente de un proyecto de vida con objetivos que alcancen las metas propuestas.
Se puede concluir que la resiliencia puede verse como un proceso multidimensional que nos permitirá afrontar y resolver situaciones complejas transformándolas en un crecimiento personal.
(*) Ana Carolina Moncalvo es profesora de Educación Especial; especialización en personas sordas e hipoacúsicas; intérprete de lengua de señas argentina; asesoría Integrada, formación holística. Correo electrónico [email protected].