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24 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Vivir las fiestas con presencia consciente

Profesional invita a mirar estas celebraciones desde distintos enfoques psicológicos y espirituales.
Lunes, 23 de diciembre de 2024 01:01
PAMELA ARRAYA | LICENCIADA EN PSICOLOGÍA, COLUMNISTA DE NUESTRO DIARIO.

Hay muchas maneras de ser y estar, de ser y hacer. Hay muchas maneras de celebrar. Celebrar no siempre significa estar felices. En las estaciones y momentos de la vida, muchas veces estamos en otoño, en tonos marrón y gris, atravesados por pérdidas. Otras veces, en invierno, con frío. Celebrar no es siempre sinónimo de fiesta, y las fiestas no siempre son sinónimo de celebración o alegría.

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Hay muchas maneras de ser y estar, de ser y hacer. Hay muchas maneras de celebrar. Celebrar no siempre significa estar felices. En las estaciones y momentos de la vida, muchas veces estamos en otoño, en tonos marrón y gris, atravesados por pérdidas. Otras veces, en invierno, con frío. Celebrar no es siempre sinónimo de fiesta, y las fiestas no siempre son sinónimo de celebración o alegría.

Celebrar proviene del verbo latino celeber, que significa concurrido, frecuentado, numeroso, abundante, y era el antónimo de desertus (desierto, abandonado). Con esto te pregunto: hoy ¿dónde estás?, ¿en el desierto o en su polaridad? Nada está bien o mal. Sólo es. Es por ello que el aprendizaje de aprender a fluir es tan importante en la vida. Por el otro lado: ¿puedes reconocer tu abundancia? ¿Has dejado de abandonarte o abandonar lo que amas y te hace bien? Podría ser que sea tiempo de empezar a celebrar.

Poder experimentar las alegrías y las tristezas, los abrazos como las lágrimas, son parte de la existencia humana. Transitar estas emociones con dignidad nos abre a algo más grande. Si hoy es uno de esos momentos en los que no sientes el movimiento de reír, abraza lo que estés viviendo. Experiméntalo. Transítalo. Crece. Transfórmate. El árbol también vive de lo que tiene sepultado.

Te invito a mirar estas fiestas desde distintos enfoques psicológicos y espirituales.

Las fiestas como espejo: una Mirada desde la Gestalt.

La mirada gestáltica se basa en la "actitud gestáltica": presencia consciente, responsabilidad personal y contacto genuino con uno mismo y el entorno.

EckhartTolle nos recuerda: "La libertad comienza cuando te das cuenta de que no eres el pensador. En el momento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de conciencia superior. . . Todas las cosas verdaderamente importantes -la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna- surgen de más allá de la mente. Empiezas a despertar".

Aquí, sería importante poder mirarnos y ver: ¿estoy presente? ¿Me voy o estoy en otro tiempo? ¿Cómo me contacto conmigo mismo y con los demás?"¿Qué partes de ti están en juego cuando compartes con otros?" pueden generar un contenido muy profundo.

En este presente ¿qué emociones se te disparan las fiestas? ¿Qué emociones vivencias? ¿Ves emociones no resueltas? ¿Eres consciente de ellas? Si es así, estas fiestas pueden ser la invitación a integrar las experiencias del pasado

La Gestalt enfatiza el "aquí y ahora", por ello la importancia de vivir las fiestas con presencia, reconociendo lo que surge: alegría, nostalgia, ansiedad o incomodidad, angustia, tristeza, nostalgia.

Psicoanálisis: el regreso a la infancia en cada celebración.

Las celebraciones son mucho más que un evento social. Las fiestas actúan como un "portal emocional" que nos conecta con nuestra infancia y con los roles que hemos asumido en nuestra historia familiar. Al explorar estas dinámicas, podemos comprender por qué sentimos lo que sentimos en estas fechas y cómo crear, desde la consciencia, experiencias más sanas y plenas.

Desde esta perspectiva, las fiestas actúan como una especie de "portal emocional" que nos conecta, consciente o inconscientemente, con nuestra infancia, las figuras parentales y los recuerdos que dejaron una huella en nuestra vida afectiva. Más allá del brillo de las luces, los regalos y los rituales de celebración, las fiestas son un escenario donde se activan deseos no resueltos, viejos conflictos familiares y patrones inconscientes que, en muchos casos, repetimos sin darnos cuenta.

La mesa familiar puede verse como el escenario de nuestra psique, un lugar mucho más significativo que un simple encuentro social. Es el espacio donde cada miembro actúa su guión inconsciente, y emergen los roles internalizados en la infancia: el hijo obediente, el rebelde, el mediador o el excluido. Cada uno revive simbólicamente su posición dentro del sistema familiar, que muchas veces determina cómo vivimos estas fechas. Si en la infancia las celebraciones estuvieron cargadas de amor y calidez, es probable que intentemos recrear ese sentido de unión en la adultez. Por el contrario, si las fiestas fueron escenarios de tensiones, conflictos o ausencias importantes, estas fechas pueden reactivar viejas heridas, generando malestar, angustia o la sensación de que "algo falta".

Los regalos: más que objetos, deseos simbólicos.

Para el niño interior que todos llevamos dentro, el regalo representa amor, reconocimiento y cuidado: una respuesta al deseo de ser vistos y aceptados. En la infancia, el regalo soñado o el que nunca llegó puede haberse grabado en nuestra memoria como un símbolo de satisfacción o, por el contrario, de carencia emocional. Ya en la adultez, ese deseo no resuelto puede proyectarse en el esfuerzo por "dar lo mejor" a otros o en la búsqueda de un regalo que finalmente llene el vacío de lo que faltó.

Al mismo tiempo, dar un regalo puede ser también una manera inconsciente de buscar aprobación o negociar afecto, repitiendo dinámicas aprendidas en la niñez. En este contexto, surge una pregunta clave: ¿qué busco realmente cuando doy o recibo un regalo?

La nostalgia y el niño interior.

Las fiestas nos confrontan con la nostalgia: esa sensación de extrañar lo que fue, lo que pudo ser o lo que nunca sucedió. Este "regreso emocional" a la infancia puede despertar recuerdos felices, como las tradiciones familiares, las risas alrededor de la mesa o la ilusión del despertar navideño. Sin embargo, también puede reavivar momentos difíciles, como la ausencia de figuras significativas, el desencanto de promesas incumplidas o los conflictos que marcaron las celebraciones.

Desde la perspectiva del niño interior, las fiestas simbolizan la esperanza de revivir la magia, recibir amor incondicional y ser protagonistas de algo especial. Por eso, en ocasiones, surge una especie de "duelo" cuando la realidad adulta no alcanza esas expectativas. La clave está en reconocer la dualidad emocional de las fiestas: pueden ser tanto un tiempo de unión y disfrute como una oportunidad para abrazar las heridas no resueltas con amor y compasión.

Los patrones inconscientes: repetimos para resolver.

El psicoanálisis sostiene que lo que no se resuelve, se repite. Las fiestas son momentos donde, casi como un ciclo ritual, reaparecen conflictos familiares no resueltos o tensiones que parecen heredarse de generación en generación. El hermano que siempre discute, el padre que se aísla, la madre que se sacrifica o el familiar que bebe en exceso. . . Cada dinámica tiene raíces profundas vinculadas a historias personales y familiares.

Por ejemplo, una persona puede adoptar el rol de "pacificador" en las reuniones porque, de niño, aprendió a mediar para evitar tensiones entre los padres. Otra puede evitar las fiestas por completo porque estas fechas representaban, en su infancia, momentos de caos o dolor. Al tomar consciencia de estos patrones, es posible romper con la repetición y construir nuevas formas de relacionarnos, más sanas y auténticas.

Las fiestas desde el enfoque sistémico: las dinámicas familiares en juego.

Desde la perspectiva de la Terapia Sistémica, las reuniones familiares durante las fiestas son un escenario donde emergen roles, alianzas y tensiones. Puedes analizar cómo las configuraciones sistémicas entran en juego: quién lidera, quién media, quién queda excluido y cómo estas dinámicas influyen en el disfrute o el conflicto. Una mirada muy útil para entender por qué a veces las fiestas nos resultan tan complejas emocionalmente. (Pamela Arraya, licenciada en Psicología).

Otras perspectivas para considerar

Mindfulness en Navidad. La práctica de la conciencia plena puede ayudarnos a disfrutar las fiestas de una manera más consciente, calmada y equilibrada. Desde la presencia poder encontrar el modo de cómo manejar el estrés, los compromisos sociales y la sobreestimulación practicando la atención plena: comer conscientemente, conectar con las emociones y reducir la necesidad de hacer todo "perfecto". Practica la alimentación consciente. Durante la cena, come lentamente, saborea cada bocado y presta atención a las sensaciones.

Crear nuevas conversaciones. El enfoque del Coaching Ontológico puede ayudarnos a analizar las conversaciones que nos acompañan en las celebraciones: ¿qué me digo a mí mismo sobre las fiestas? ¿Desde qué emociones me preparo? ¿Expectativa, resentimiento, amor, indiferencia? ¿Cómo puedo crear una narrativa más auténtica y poderosa para mí?

Fiestas y necesidades humanas: una mirada desde Maslow. Analiza cómo las fiestas pueden relacionarse con la famosa Pirámide de Maslow. Necesidades fisiológicas, el foco en la comida y el descanso; seguridad, la necesidad de estabilidad, tradiciones y rituales; pertenencia, la importancia de la familia, los amigos y las reuniones; reconocimiento, el deseo de ser valorados (regalos, felicitaciones) y autorrealización, la posibilidad de reflexionar sobre los logros del año y los nuevos propósitos.

Las fiestas y el sentido de la vida: la Logoterapia de Viktor Frankl. Desde la Logoterapia, podrías analizar cómo las fiestas son un momento para encontrar y reafirmar el sentido de la vida. Las celebraciones nos invitan a conectar con algo más grande: el amor, el perdón, la unión familiar o la gratitud.

La Navidad desde la psicología del consumidor: ¿Compramos felicidad? Aborda cómo las fiestas, desde la psicología del consumidor, están atravesadas por el consumismo. Analiza por qué asociamos los regalos y la abundancia con el amor y la felicidad. Te invito a transformar estas celebraciones en un espacio de reconexión, amor y presencia, dejando atrás la nostalgia o el conflicto para crear nuevos rituales que honren nuestra historia y fortalezcan el presente. Tiempos de reconciliación, transformación, aceptación. Tiempos de construir nuevos significados. (Pamela Arraya).

 

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