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17 de Julio,  Jujuy, Argentina
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A propósito de una fractura en África

Jueves, 17 de julio de 2025 05:51

En los últimos tiempos ha circulado información acerca de un fenómeno geológico impactante: el continente africano estaría partiéndose en su sector oriental debido a una fractura cada vez más extensa. Algunos afirman que, con el tiempo, podría formarse un nuevo mar en la región y que los seres humanos seríamos testigos de este proceso natural en evolución. Desde la geología, este fenómeno puede explicarse con fundamentos sólidos. Hace millones de años existía un súper continente llamado Pangea, rodeado por un océano denominado Panthalassa. Hace aproximadamente 180 millones de años, Pangea comenzó a fragmentarse y a desplazarse en distintas direcciones. Esta teoría se conoce como deriva continental.

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En los últimos tiempos ha circulado información acerca de un fenómeno geológico impactante: el continente africano estaría partiéndose en su sector oriental debido a una fractura cada vez más extensa. Algunos afirman que, con el tiempo, podría formarse un nuevo mar en la región y que los seres humanos seríamos testigos de este proceso natural en evolución. Desde la geología, este fenómeno puede explicarse con fundamentos sólidos. Hace millones de años existía un súper continente llamado Pangea, rodeado por un océano denominado Panthalassa. Hace aproximadamente 180 millones de años, Pangea comenzó a fragmentarse y a desplazarse en distintas direcciones. Esta teoría se conoce como deriva continental.

Aunque los primeros defensores de esta hipótesis basaban sus argumentos en estudios geológicos, paleontológicos, climáticos y de vegetación, enfrentaban un problema importante: no podían explicar de forma convincente el mecanismo que movía los fragmentos continentales.

A partir de 1872 comenzaron las investigaciones en el fondo oceánico. Más tarde, con el desarrollo de nuevas tecnologías marinas, se obtuvo información más precisa que permitió reforzar aquella teoría y formular una nueva: la "tectónica de placas". Esta teoría sostiene que la corteza terrestre está dividida en grandes bloques, llamados placas tectónicas, que se desplazan sobre el manto terrestre debido a los movimientos circulares del material caliente del interior del planeta, conocidos como corrientes convectivas. Estas se generan por las diferencias de temperatura entre el núcleo y la superficie.

Las placas tienen dos tipos de bordes principales. Uno de ellos es la dorsal oceánica, una fractura en el fondo del océano o de los continentes, por donde emerge magma desde el interior del planeta. Este magma empuja las placas hacia los lados, generando cordilleras submarinas que pueden alcanzar hasta 60 mil kilómetros de extensión y 2 kilómetros de ancho. Este proceso es continuo, y al generar nuevo suelo oceánico, provoca que los océanos se ensanchen. Las dorsales son zonas de intensa actividad volcánica y sísmica.

El otro borde importante es el de subducción, donde una placa choca contra otra y una de ellas se hunde bajo la otra, siendo gradualmente destruida. Esta interacción genera terremotos, volcanes y cadenas montañosas. Como resultado de estos movimientos, algunas placas se separan (como en el Atlántico, que se ensancha) y otras colisionan (como en el Pacífico, que se estrecha).

Por eso, la fractura en el este de África no debería sorprendernos: es parte del comportamiento natural del planeta. A lo largo de millones de años, los continentes y océanos han modificado constantemente su posición y tamaño, transformando la geografía global y contribuyendo también a cambios climáticos.

Aunque el tema ha ganado notoriedad recientemente, los estudios científicos sobre la fractura datan de al menos 2005. En realidad, el Rift de África Oriental, nombre técnico de la grieta, habría comenzado a formarse hace unos 23 millones de años. Este sistema de fallas geológicas atraviesa varios países del este del continente: Etiopía, Kenia, Uganda, Ruanda, Burundi, Zambia, Tanzania, Malawi y Mozambique.

Hoy se sabe que la placa africana se está dividiendo en dos: la "placa somalí" y la "placa Nubia". Se trataría de una dorsal incipiente que empuja una placa hacia el este y la otra hacia el oeste, a un ritmo de entre 6 y 7 milímetros por año.

Algunos especulan con que, ya habría filtración de agua, ingresando a esta grieta desde el mar Rojo o el golfo de Adén, formarían un nuevo río y en el futuro un mar. Sin embargo, estos procesos geológicos ocurren en escalas de tiempo de millones de años, por lo que es muy poco probable que seamos testigos de un cambio tan radical en nuestra vida.

 

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