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14 de Julio,  Jujuy, Argentina
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El dilema del invierno: cómo evitar que se reseque el aire sin terminar con hongos en las paredes

La calefacción reseca el ambiente y afecta la salud, pero un exceso de humedad genera moho y ventanas empañadas. Trucos caseros y tecnología para encontrar el equilibrio justo.

Sabado, 31 de mayo de 2025 12:25

El invierno trae consigo una doble amenaza para la salud doméstica: aire seco por la calefacción y humedad excesiva por costumbres cotidianas mal gestionadas. ¿El resultado? Gargantas irritadas, alergias más fuertes y hongos en techos y paredes. Lograr un ambiente saludable en casa implica mantener la humedad relativa entre el 40% y el 60%, según recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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El invierno trae consigo una doble amenaza para la salud doméstica: aire seco por la calefacción y humedad excesiva por costumbres cotidianas mal gestionadas. ¿El resultado? Gargantas irritadas, alergias más fuertes y hongos en techos y paredes. Lograr un ambiente saludable en casa implica mantener la humedad relativa entre el 40% y el 60%, según recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero, ¿cómo conseguir ese equilibrio en un departamento con estufa a gas o en una casa con poca ventilación?

Una de las soluciones más antiguas —y económicas— es la sal gruesa en las ventanas. Colocar una taza de sal en un recipiente cerca del vidrio ayuda a absorber hasta un 20% de la humedad ambiental, lo que reduce el empañamiento y la condensación que favorecen la formación de moho. Este método casero, popular en hogares sin deshumidificadores, no reemplaza la ventilación pero colabora con el control de ambientes cerrados.

Por el otro lado del espectro están los humidificadores, especialmente los de aire frío, recomendados para dormitorios. A diferencia de los modelos de vapor caliente, que pueden favorecer la proliferación de bacterias si no se limpian a diario, los de vapor frío mantienen el ambiente húmedo sin elevar demasiado la temperatura ni generar riesgos. "Son útiles cuando la calefacción central o las estufas secan las vías respiratorias y empeoran los síntomas respiratorios", explican desde el Hospital de Clínicas José de San Martín.

Otra opción natural, muchas veces ignorada, es incorporar plantas que regulan la humedad del aire. La palmera areca, por ejemplo, es una de las más eficientes: libera hasta un litro de agua por día a través de la transpiración foliar. Otras especies útiles son el poto, la sansevieria o los helechos, siempre que no se rieguen en exceso.

Un error muy frecuente en los hogares argentinos es secar ropa dentro de la casa, especialmente sobre estufas. Esta práctica puede aumentar la humedad ambiental hasta un 30%, creando el caldo de cultivo ideal para la aparición de hongos en esquinas, techos y detrás de los muebles. Si no queda otra opción, es fundamental hacerlo con buena ventilación y mantener una rutina de limpieza para prevenir la proliferación de esporas.

El desafío no es menor: un ambiente demasiado seco perjudica la piel, los ojos y la respiración; pero uno con demasiada humedad daña muebles, paredes y la salud. Entre termosellados, doble vidriado y estrategias caseras, el equilibrio justo puede alcanzarse con simples cambios de rutina y algunas herramientas accesibles. En el invierno argentino, el confort también se construye gota a gota.

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