El alejamiento y la muerte del General Belgrano dejaron al norte de la Patria recién creada en una cierta orfandad, y aún peor en una crisis de autoridad, que en 1820 desde Buenos Aires se ampliará a todo el país.
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El alejamiento y la muerte del General Belgrano dejaron al norte de la Patria recién creada en una cierta orfandad, y aún peor en una crisis de autoridad, que en 1820 desde Buenos Aires se ampliará a todo el país.
Aquí en el norte las fuerzas realistas buscarán la oportunidad, que en conocimiento de disensiones internas podrán aprovechar para invadir nuevamente. Señala monseñor Germán Mallagray en “Apuntes sobre Historia General de Jujuy”: “A fines de 1820, al declararse la guerra entre la República de Tucumán y Salta, o mejor dicho, cuando el general Güemes declaró la guerra a Aráoz, el primero delegó el mando de la provincia en el entonces coronel José Ignacio Gorriti.
// Los realistas tuvieron conocimiento de esta situación entre los patriotas y queriendo aprovechar esta oportunidad, invadieron Jujuy por la Quebrada de Humahuaca, al mando de José Antonio Olañeta, de origen jujeño, pero ferviente partidario del Rey.” // En abril de 1821, la vanguardia española, compuesta de unos 500 hombres al mando del coronel Guillermo Marquiegui, (pariente político de aquél), se apoderó de Jujuy.”
La reacción por parte de los criollos y gauchos jujeños no se hará esperar, por eso nos dice Miguel Ángel Pereira en Olañeta “El Empecinado”: ... “El Coronel Marquiegui, jefe de la vanguardia “española” luego de varios combates, logra ocupar Jujuy el 15 de abril, pero no puede permanecer en la misma por temor a ser cercado por los gauchos y entonces abandona la ciudad dirigiéndose a León (cercano a Jujuy), como una forma también de aproximarse al grueso de las tropas de Olañeta. En Jujuy y ante esta nueva invasión, movilizan sus fuerzas y se nombra como jefe de las mismas al Coronel y Dr José Ignacio Gorriti, que ejercía la gobernación de Jujuy.”
Inmediatamente y con la mayor premura posible el nuevo jefe militar de las fuerzas jujeña, entra en acción y busca el apoyo de su valiente hermano el “Pachi Gorriti”, bueno es saber de él, Félix Infante nos hace el siguiente retrato: “Su talla era elevada, como la generalidad de sus hermanos. La frente ancha y despejada. El cabello rubio, abundantísimo y crespo. Los ojos azules donde jugaba una vivísima mirada..., usaba bigote atuzado y pera en punta, que llamaríamos napoleónica en el lenguaje moderno. Para saber de este héroe tan mentado por lo de “Pachi” hay que conocer una experiencia que lo marcó para siempre: “Afecto a la milicia, prestaba servicios en una guarnición de Montevideo. Corría el año 1806 y había sido puesto de centinela en una garita cercana al Río de la Plata. De pronto se desencadenó una fuerte tempestad...una gran ola hace desaparecer la garita y Pachi cae al agua, la que lo arrastra inmisericorde...
Ante la tragedia que se le viene encima, no se le ocurre otra cosa que rezaràLe clama a San Francisco, prometiéndole que si lo salva, llevaría, siempre, el hábito de la Orden. Justo en ese instante y flotando a la deriva, pasa un caballo muerto. Desesperado intuye el milagro de su salvación. Con una mano se toma de la cola del animal y, de esta manera, logra llegar sano y salvo a la costa. / Fiel a su promesa llevó siempre el hábito de franciscano... Así este hombre extraordinario, ofrece una figura curiosa de militar y sacerdote. Por sobre el burdo paño marrón ciñe el sable de pelea. En sus manos, de una fuerza inusual, corta cabezas enemigas sin piedad. Su nombre de Pachi, no sólo produce miedo, sino un verdadero espanto. Es uno de los 600 valientes que logró reunir el gobernador José I Gorriti y dirigirse a Yala, dice M A Pereira en oc.: ...”cercano al campamento de Marquiegui, el cual confiado por los últimos éxitos obtenidos y la crisis política de la provincia...no espera un ataque inmediato. Todo esto permitió a Gorriti caer de sorpresa sobre el campamento de los españoles el 27 de abril de 1821, rodeándolos de tal manera que no les deja posibilidad alguna de salida. La lucha se hace tremenda... después de un día entero de combate se rinden la totalidad de las fuerzas de Marquiegui, quien pierde un brazo y ya era manco del otro, perdido en la batalla de Sipe-Sipe... Así mal herido se lo envía junto con su hermano Felipe a Salta... Este importante y muy decisivo combate fue llamado “El Día Grande de Jujuy”. Pueblo que eligió la independencia de la Patria y salió triunfante.
Cuando Olañeta se entera del desastre pretende un avance, para cortar la retirada de Gorriti a Jujuy y así rescatar prisioneros y el botín de guerra. Gorriti le hace saber que si no se retira hará fusilar a sus cuñados Marquiegui, y si esto no alcanza pasará por las armas a toda la tropa prisionera, de más de 400 soldados.
Olañeta abandona suelo jujeño y regresa a Mojos (Bolivia) pero deja una base con 300 hombres al mando de José M Valdés. Junto a este realista, Olañeta intentará invadir nuevamente Jujuy. La operación se cumple, aunque Valdés en vez de la Quebrada de Humahuaca, tomó el camino del Despoblado, que desde Abra Pampa pasa por San Antonio de los Cobres y alcanza el Valle de Lerma. Desde allí llegan a Salta, rodean la manzana de la casa de Güemes, quien al intentar “escapar del cerco a uña de caballo fue herido de atrás, recibió un disparo que le atravesó la parte superior izquierda de la caderaà” En estas condiciones siguió escapando hasta el Río Arias, luego trasladado en camilla a la Cruz y el Chamical, donde murió el 17 de junio de 1821. Así se despidió este valiente guerrero de nuestra independencia. El mejor lauro: “Donde termina la calle...ahí está Don Martín con sus cien gauchos de fuego”.