Desde la ciudad tabacalera, el trabajo siempre estuvo presente en la vida de Roberto Ricardo Laureano. No obstante, debido a la situación del país tan difícil ya en el año 2010, se convenció por completo de que viajar al exterior, era la decisión más acertada para progresar. Y así fue.
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Desde la ciudad tabacalera, el trabajo siempre estuvo presente en la vida de Roberto Ricardo Laureano. No obstante, debido a la situación del país tan difícil ya en el año 2010, se convenció por completo de que viajar al exterior, era la decisión más acertada para progresar. Y así fue.
Lo que ayudó a su disposición, fue el sostener una relación a distancia que gracias a internet, logró concretar y, así, convertirse en esposo de una mujer mexicana.
Eligió su crecimiento personal y profesional en otro lugar, por ello -en su destino- la ciudad de Monterrey sería el nuevo hogar que adoptaría para vivir. “No me faltaba trabajo en Argentina, pero yo sentía que ya no daba para más, hace catorce años.
Y por eso tuve la posibilidad de viajar, había conocido a quien es mi señora hoy por redes y me dieron ganas de conocerla, me fui a México y aclaré mis ideas”, comentó este jujeño que se desempeñaba como técnico en refrigeración.
Llevó todas sus expectativas consigo. Con el 1 a 1 con el dólar y el peso mexicano a su favor, le resultó conveniente su elección de vida. “Aquí en México hay tra bajo, buscan técnicos para realizar reparaciones. Primero llegué al distrito federal y después me dirigí a Monterrey, conocí a mi chica y me casé”, contó Laureano.
Animado por un presente prometedor, colmó sus expectativas al llegar y comenzar a proyectarse laboralmente, con la mente puesta en evolucionar. “Si no lo hacía aquí, lo hacía en otro lugar”, aseguró. Es que el ADN de los argentinos tiene su impronta en cualquier lugar del mundo, porque renace con más fuerza a la hora de destacarse. Y en una empresa comenzó a ejercer su oficio como técnico electrónico y refrigeración. “Valoro mi estudio y formación en Jujuy, fui al Centro de Formación Profesional 1. Aquí para estudiar, cuesta mucho dinero”, comentó Laureano, dedicado a su labor que actualiza constantemente.
Encontrar la estabilidad le dio la seguridad que precisaba, a través de saber adaptarse. “México es diferente desde la tonada cuando habla la gente y donde estoy que es en Monterrey, hay que tener cuidado con ofender a las personas, soy muy respetuoso”, contó el jujeño, que halló similitudes entre la gastronomía local y la mexicana, por la utilización del maíz -choclo- en los tamales, que en tierra azteca son cuadrados.
“La base de las comidas aquí es el maíz, como la tortilla, los frijoles que son los porotos; el aguacate -la palta- y el picante; el tamal de otro tamaño y envuelto en hojas de plátano, algo que fue nuevo para mí”, reveló.
En cuanto llegó los lazos con la cultura centroamericana fueron casi espontáneos. “La familia de mi novia no pensaba que yo era de Argentina porque ellos creían que somos todos de tez blanca como de otra etnia. Luego, cuando me conocieron mejor se dieron cuenta que compartimos algunos rasgos y costumbres con la gente de Monterrey”, afirmó, contando cómo allí les da curiosidad el sabor del mate y del fernet.
“La ciudad es hermosa, tiene paseos, plazas y lugares lindos. Está el mercado donde hay de todo, así como en Argentina. Conozco Puerto Vallarta y Cancún”, destacó el periqueño que logró degustar el agua de pelón tal como se sirve aquí.
La nostalgia por Jujuy le hace extrañar los árboles y el monte que tenía cerca; como también los cerros del norte quebradeño; ya que en México lo que prevalece es la zona árida. Sin embargo, es un lugar con bastante movimiento. “Al argentino lo tienen como muy agrandado y por la Selección de fútbol, nos envidian pero lo que hay que destacar es la fuente de trabajo aquí. También hay música grupera y texana, es lo común”, comentó quien comparte sus días libres con sus dos pequeños y su esposa.
Aun así es importante resaltar que los mejores recuerdos permanecen guardados en su memoria, como cuando compartía clases en su infancia, vivida en la escuela 24 “Brigadier General Cornelio Saavedra”. “Lo mejor que tiene Jujuy es la primaria y la secundaria, en la escuela de Comercio 1 de Perico. Mis compañeros están todos con sus familias, creo que es la ley de la vida”, explicó Laureano que recomendó a sus amigos, estudiar y trabajar para poder superarse en su formación personal porque en Argentina, la educación es gratis y hay que saber valorarla.