La Organización Mundial de la Salud (OMS) cumple hoy, 7 de abril, 75 años como la máxima autoridad directiva y coordinadora en materia de salud global. Es un momento oportuno para reflexionar sobre los cambios que ha presentado esta organización y los desafíos que enfrenta en la materia.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) cumple hoy, 7 de abril, 75 años como la máxima autoridad directiva y coordinadora en materia de salud global. Es un momento oportuno para reflexionar sobre los cambios que ha presentado esta organización y los desafíos que enfrenta en la materia.
La creación de la OMS en 1948 se remonta a fines de la Segunda Guerra Mundial, periodo en el que se comienza a moldear la arquitectura internacional moderna; una que pudiera mantener la paz y la seguridad. No obstante, los primeros ejemplos de diplomacia sanitaria aparecen antes, a mediados del siglo XIX, con pueblos otomanos, y posteriormente europeos, preocupados por el control sanitario de enfermedades infecciosas y su impacto en el comercio y movilidad de las personas.
Nacía de esta manera un organismo técnico gobernado por sus Estados miembros, sujeto a realidades y retos políticos, pero también una institución basada en la investigación y la evidencia científica, encargada de coordinar la gobernanza en salud global, con un mandato universal y con un objetivo tan ambicioso como el de “alcanzar para todos los pueblos el grado más alto posible de salud”.
Además, se ratificó el rol de la OMS como autoridad directiva y coordinadora en asuntos de sanidad internacional. No hay mejor ejemplo de esto que hospedar las actuales negociaciones de un potencial instrumento internacional sobre pandemias, las cuales abarcan sensibles asuntos como acceso a productos médicos y equidad. Este será sin duda, un nuevo hito para la salud global y la diplomacia en salud.
Las lecciones que nos deja el COVID-19 son vitales para prevenir o al menos prepararse para la siguiente pandemia, pero no debemos olvidar que estructuras como estas son fundamentales para evitar que la codicia y el egoísmo inherente del sistema internacional prevalezcan. 75 años después, el mandato de la OMS sigue más vigente que nunca.