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Ojito de agua

Sabado, 02 de enero de 2021 01:01

Ojito de agua

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Ojito de agua

Perla nos contaba de cuando con sus primos fueron hasta un ojito de agua, ella se vio reflejada en su superficie y sintió que podía decidir ser diferente. Entonces, nos dijo, mis primos me miraron con asombro como si hubiera cambiado en ese instante, pero éramos niños y la magia se acepta más fácilmente a esa edad.

Me llamó la atención que Franco, el menor, me hablara de un lunar que yo no recordaba tener junto a mi boca, pero que Tito, cuando le pregunté por el tema, me dijo que no lo veía. Eso podía haber quedado ahí, los chicos son de fijarse poco y de decir macanas, pero al llegar a casa noté el gesto sorprendido de mi padre.

Sabía que era yo, su hija, pero era como que algo de mi se había quedado para siempre en la vertiente. No sé si me explico, nos dijo y Blanca y Aurelia negaron con la cabeza, absortas en el relato. Lo que había quedado en el agua, nos dijo Perla, era esa idea torpe de que una debe tener una sola imagen.

Nadie la tiene, dijo luego y agregó que nos aferramos a una apariencia para no desesperar. Cuando ya llegó a este punto, el padrecito le tomó la mano entre sus palmas porque empezó a pensar que algo no andaba bien en ella. No se asusten, dijo entonces Perla para luego asegurarnos que lo que decía repetía las creencias de ciertos pueblos de Oriente.

Fue entonces que el comisario Pierro, con algo de sentido común, sugirió que visitáramos a la curandera para tratar de rescatarla, Blanca le puso un saco sobre el hombro para que no pase frío y Solón fue a la plaza para buscar un remis.

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