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3 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Es peluquero, tiene un hijo con discapacidad y no puede trabajar: “¿Cómo hacemos para sobrevivir?”

Antes de la pandemia, Ariel Leggerini cortaba el pelo a domicilio. Luego de 27 años de profesión, tenía su clientela. Por la cuarentena hace un mes que no tiene ingresos, ya que su rubro no está exceptuado para trabajar. “Estoy desesperado, que nos den un permiso y nosotros tomamos los recaudos”, suplica.

Viernes, 17 de abril de 2020 17:56

Hace 27 años que Oscar Alejandro Leggerini -para sus clientes Ariel- , se dedica a la peluquería, un oficio que no le llegó de casualidad. “A los 19 años me metí de lleno para aprender con un grande, Roberto Giordano. Allí me sugirieron un nombre artístico ganchero ", recuerda. Después de viajes por el mundo, cursos de perfeccionamiento en el exterior y los grandes desfiles en Pinamar, comenzó a soñar con un emprendimiento propio. Tardó más de una década, pero finalmente lo hizo bajo el concepto: Leggerini Peluquería de Autores.

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Hace 27 años que Oscar Alejandro Leggerini -para sus clientes Ariel- , se dedica a la peluquería, un oficio que no le llegó de casualidad. “A los 19 años me metí de lleno para aprender con un grande, Roberto Giordano. Allí me sugirieron un nombre artístico ganchero ", recuerda. Después de viajes por el mundo, cursos de perfeccionamiento en el exterior y los grandes desfiles en Pinamar, comenzó a soñar con un emprendimiento propio. Tardó más de una década, pero finalmente lo hizo bajo el concepto: Leggerini Peluquería de Autores.

La apertura de su local en 2010 -Libertad al 1027- significó un gran salto en su carrera, que vino acompañado con otro logro familiar. “Conocí a mi exmujer, nos casamos, formamos una familia y armamos una centro moderno y vanguardista. Durante muchos años tuve la peluquería llena: hombres, mujeres y chicos. Hacíamos de todo, inclusive vinieron personalidades del ambiente de la televisión y el fútbol”.

A finales de 2017 la historia cambió: entre los gastos fijos del local, el pago a los empleados y después el divorcio, tener su peluquería dejó de ser redituable y tuvo que cerrar. Pero no bajó los brazos. Persistente y enamorado de su oficio, Ariel se reinventó. “Fue una crisis más, entre tantas. Empecé a trabajar de manera autónoma a domicilio, clientes no me faltaban. Nada me fue fácil, aunque le encontré la vuelta”.

Todo marchaba bien, hasta que vino la pandemia. La cuarentena, como a tantos, lo obligó a dejar de trabajar. Cortar el pelo, hacer tintura, alisados, peinados e inclusive servicio de barbería, son incompatibles con el distanciamiento social requerido. “¿Cómo hacemos para vivir? Tuve que cancelar todos los turnos, incluso un poco antes del aislamiento. Llevo casi un mes sin cobrar un peso, estoy solventando los gastos con los ahorros que tenía. Siempre fui de vivir muy al día”.

Ariel es el único generador de ingresos de su familia. Separado, es padre de Antonella (14) y Lautaro (19), que fue diagnosticado con Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD o Autismo), su exesposa cobra la asignación por su hijo, aunque Lati vive con Ariel. "Todavía va al colegio, toma medicación diaria, necesita sus sesiones de terapia ocupacional, que en este momento tampoco puede hacer. Ahora, estamos los dos juntos viviendo el día a día”.

Hace varios años que Ariel no dispone de un local a la calle, algo que lo ayuda a no tener esos gastos, sin embargo vive en un departamento alquilado de 27.000 pesos mensuales. "Es de un conocido de un amigo, si me retraso con la cuota del mes, me espera... pero un poco. Esto viene para largo. Pero también tengo que pagar el colegio de mi hija, luz, gas, impuestos, comida. Si no tuviera dos hijos, ni me preocupo porque me las arreglo solo. Pero tengo una familia y necesito estabilidad económica. No sé cómo voy a afrontar lo que se viene”, dice angustiado.

"¿Pedir plata prestada? Es una opción, aunque es pan para hoy hambre para mañana. Mis clientes, que después de 20 años de oficio ya son mis amigos, me ofrecieron adelantar por tarjeta de crédito el servicio, eso es un parche”.

Está de acuerdo en que hay que hacer la cuarentena, pero sugiere armar un protocolo para cuando se decida que nuevas actividades pueden volver a realizarse. "Sé que no soy el único argentino en esta situación. Quiero que nos tengan en cuenta a todos. No encuentro el respaldo del Estado. No pido plata, ni subsidio, sino algún permiso que me habilite hacer mi trabajo tomando todos los recaudos para evitar cualquier contagio, porque estoy desesperado”.

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