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Duelo en tiempos de pandemia

Lunes, 02 de noviembre de 2020 01:04

Por Lilia Pamela Arraya es terapeuta gestáltica, magister en Salud Pública y coach ontológico profesional

El duelo, en nuestra cultura occidental es un proceso complejo, intenso, muy doloroso, lleno de emociones. En contextos de pandemia esto intenso se potencia profundamente, dejando mucho dolor, rabia, sentimientos de impotencia; dejando abiertas heridas muy profundas.

Por ello es muy importante poder hablar del duelo. Conocer sus etapas y que es transitar cada una de ellas.

Y el otro elemento importante es poder transitar el dolor y la aceptación de lo que es como fue, dado que no podemos cambiar el pasado. Pero sí podemos accionar en nuestro presente y futuro.

Abrazos en este camino. Recuerda que en las noches más oscuras, las estrellas brillarán más intensamente. No estás solo, aunque así lo sientas a veces. Todo un colectivo humano ha perdido algo a alguien. Transitemos juntos también el dolor, el anochecer para luego ir a un nuevo amanecer.

Aquí una descripción del proceso de duelo. Según Kübler Ross, existen cinco etapas distintas.

Las etapas son Negación: ella nos permite anestesiar el sufrimiento. Es una protección emocional provisional. "No me puede ser".

Rabia: Emergen todos los por qué. Surge la queja, la inconformidad, los reproches, emociones de dolor, culpa, vergüenza. Surgen preguntas como "¿por qué a mí? No es justo!"

Negociación o Pacto: todo lo intentado no alcanza para superar la pérdida. El sentimiento de culpa se intensifica o buscamos un culpable y queremos como castigar al "victimario". Surgen preguntas como "qué hice? Tal vez no correspondí como debía", "y si cambió?".

Depresión/tristeza profunda: este momento es muy importante que pueda ser transitado porque es donde se hace contacto con el hecho de que la pérdida es irreversible.

Y es aquí donde tanto quien lo transita como los que acompañan, buscan las maneras de no transitar esta emoción. Surgen frases como "Ahora está mejor, ya no sufre". Se busca mitigar el dolor. Las familias no quieren hablar del tema, no quieren que los demás vean sus emociones, quieren ser fuertes para que nadie se decaiga.

Sin embargo abrirnos al dolor, evitará un sufrimiento mayor al permitirse expresar el dolor, luego se podrá pasar a la fase de aceptación y habrá gratitud por la aceptación sin la permanente insistencia de que no se esté triste.

Aquí las acciones y aprendizajes más importantes están en poder descubrir el "estar presente", "permitir el libre fluir de lo que necesita salir", "poder escuchar", "poder brindar nuestro silencio, una mano, un abrazo" .

Este ir para adentro. Para el contacto con nuestra finitud, nos permitirá poder pasar a la Aceptación: al haber transitado y permitido la expresión de los sentimientos de resentimiento, la ira, tristeza por la pérdida y la depresión, comienza la etapa de la aceptación, aún hay tristeza, es como un gris o como si hubiese colores apagados, sin embargo hay un impulso a avanzar hacia una nueva realidad.

La muerte es un golpe a nuestras omnipotencias, a nuestros sentimientos de invulnerabilidad, a la manera de complicarnos la vida y a veces no dejar que el amor fluya.

La muerte es la única certeza que tenemos, todo lo demás no sabemos cómo será. Por lo tanto, pensar en ella no es algo de locos. Saber que somos finitos y tenemos un tiempo nos puede facilitar dejar de postergar, de perder el tiempo, de dramatizar y estar enemistados. Saber que en cualquier momento nosotros o alguien querido puede irse, nos ayuda a vivir aquí y ahora. Disfrutando la vida, la familia, lo que es importante para nosotros.

Haciendo una síntesis, el duelo es un proceso inevitable y necesario. Permitirnos ser acompañados facilita su elaboración. Así que pide ayuda si la necesitas.

La muerte es un misterio al igual que la vida, así que vive, agradece, se tú mismo. Algo que cambió mi vida, fue un taller sobre la muerte, dado que en mi rol profesional como psicóloga, acompañamos el proceso de salud - enfermedad - muerte. Y estos procesos impactan también en quienes trabajamos con el dolor humano. Recuerdo un ejercicio que pedía que imagináramos que quisiéramos que dijera nuestra lápida.

Y yo pensé si hoy me muriera que diría y me di cuenta que diría: "Aquí yace Lilia Pamela Arraya, quien corrió como loca para cumplir miles de objetivos, para satisfacer lo que otros necesitan. Que aunque tiene capacidad para disfrutar, se estresa y enoja con frecuencia porque nunca es suficiente" y ese día inició un cambio en el estar y ser. Luego de este darme cuenta, pude ver lo que me gustaría que dijera: "Aquí yace Lilia Pamela Arraya en paz, expandió alegría, juego, risa, conciencia. Fue soberana en su vida. Y donde quiera que siga, seguro estará bailando y siendo feliz".

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