Durante el viaje, en el remís, quise saber si alguien recordaba a Estefanía Vilte, la actriz que hacía cincuenta años había encarnado el papel de Blanca en la tira televisiva de Pierro y Solón, pero nadie tenía idea de lo que estaba diciendo. Pensé entonces en las preguntas que le haría cuando la viera.
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Durante el viaje, en el remís, quise saber si alguien recordaba a Estefanía Vilte, la actriz que hacía cincuenta años había encarnado el papel de Blanca en la tira televisiva de Pierro y Solón, pero nadie tenía idea de lo que estaba diciendo. Pensé entonces en las preguntas que le haría cuando la viera.
¿Qué había sido de su carrera tras aquella primera experiencia de producción jujeña? Quería también que me contara sobre el papel de Blanca, cómo lo había compuesto, qué sentía por aquel personaje pero también quería que me confirmara si había habido algún romance con el comisario.
En eso estaba cuando, sin darme cuenta, ya llegábamos a la ciudad, y sin bien había pensado en bajarme para cruzar el puente y subir a Ciudad de Nievas sin más trámites, preferí caminar un poco antes, pasé por la redacción, conversé de cosas que nada tenían que ver con el tema y al fin la llamé para anunciarle que estaba por ir.
Cuando abrió la puerta de su casa, les puedo asegurar que creí que quien me atendía era su nieta: lucía una camisola de tela blanca, aros redondos de estilo gitano, los cabellos aún con el perfume del champú y una sonrisa que coronaba su belleza. Era exactamente la misma que, cincuenta años atrás, actuara en la serie.
Cuando pasó a mi lado para mostrarme un cuadro, no pude resistir la tentación de posar mi mano en su cintura. Me estaba seduciendo y me estaba dejando seducir, y le pregunté si se había arreglado así porque creía que iba a venir Pierro. No, me respondió, sabía que no tendría el coraje de hacerlo.
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