Había decidido visitar a Estefanía Vilte, la actriz que interpretara a Blanca, hacía ya medio siglo, en la tira televisiva de Pierro y Solón. No sé bien cómo, pero la Blanca que conocía, la verdadera esposa de Pierro, decidió acompañarme a buscar un remis y aprovechó para confesarme que la actriz fue la única que, alguna vez, hizo zozobrar el corazón del comisario.
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Había decidido visitar a Estefanía Vilte, la actriz que interpretara a Blanca, hacía ya medio siglo, en la tira televisiva de Pierro y Solón. No sé bien cómo, pero la Blanca que conocía, la verdadera esposa de Pierro, decidió acompañarme a buscar un remis y aprovechó para confesarme que la actriz fue la única que, alguna vez, hizo zozobrar el corazón del comisario.
Aún recuerdo lo que sentí en la tarde en que realizaron el casting. Ya se había decidido que los roles de Pierro y de Solón los interpretarían ellos mismos, me contó Blanca, era por entonces la moda del cine italiano y el director de la serie pensaba que podía resultar interesante, pero a mi me intimidaban las cámaras y se convocó a las aspirantes. Cuando la vimos entrar, nadie dudó que fuera ella. Se me parecía, es cierto, pero había algo más. Era tal cual Pierro me veía, era yo misma vista por sus ojos enamorados y sabemos que el amor exagera las virtudes.
De solo conocerla me sentí apocada, me refugié en la timidez y le cedí un camino que era evidente por el modo en que se les cruzaron las miradas. Sufrí esos meses como nunca y jamás le pregunté por lo que había sucedido, pero le puedo asegurar, Dubin, que cuando fracasó la serie sentí un gran alivio. Sabía todo lo que eso significaba para Pierro y para la televisión jujeña, me da algo de vergüenza reconocerlo, pero no le voy a mentir, no suelo hacerlo. Le sonreí porque Blanca me resultaba una de las personas más honestas que había conocido y subí al remis que me llevaría a San Salvador.