En un fallo sin precedentes la Justicia jujeña resolvió anular el fallo de una condena a prisión perpetua a un hombre y ordenar su inmediata libertad, luego de haber cumplido más de 8 años de prisión efectiva.
inicia sesión o regístrate.
En un fallo sin precedentes la Justicia jujeña resolvió anular el fallo de una condena a prisión perpetua a un hombre y ordenar su inmediata libertad, luego de haber cumplido más de 8 años de prisión efectiva.
Recientemente la Sala II de la Vocalía 3 del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, dio lugar a un incidente de "revisión" interpuesto por el letrado Julián Ernesto Martín Palmieri sobre la condena de Julio César Maigua (48) en un hecho ocurrido en enero del 2010 en San Pedro y fue condenado a cumplir prisión perpetua (35) tras hallarlo coautor de un homicidio agravado.
La figura de Julio Maigua estaba escondida dentro de una campera de cuero de color negra, sentado en la punta de una silla casi sin hacer ruido en el estudio jurídico de su abogado Julián Martín.
"Estuve 98 meses y 20 días injustamente detenido, condenado socialmente por un hecho que no cometí, por algo que no hice. Lo que hicieron conmigo no tiene nombre, perdí a mi familia, perdí mi trabajo y todo esto me generó daño moral y psicológico, por un capricho de un Tribunal y de un fiscal de Cámara que sin leer el expediente me condenaron a pasar el resto de vida privado de libertad", dijo Maigua.
En el expediente 204/12 los jueces del Tribunal en lo Criminal Nº 2 presidido por Luis Kamada y los vocales Antonio Llermanos y Liliana Fernández de Montiel (habilitada) resolvieron condenar a Maigua y a su entonces cuñado Rubén Calizaya, dando lugar al pedido de la Fiscalía de Cámara a cargo de Gustavo Almirón.
"En el mismo juicio me di cuenta que algo no andaba bien, ningún testigo que había sido citado me mencionó en la escena, no había ninguna prueba que me involucre, solo el llamado de mi excuñado desde el teléfono de la víctima", dijo.
Al respecto, Julián Martín le dijo a nuestro diario que "estamos hablando de una revisión de un homicidio calificado con condena de prisión perpetua. Es la primera vez en mi profesión que veo una cosa así. En el expediente vimos la cantidad de irregularidades e impericias que hubo en la investigación preparatoria por parte de los efectivos de la Brigada de San Pedro, como la del fiscal a cargo".
"La revisión es un recurso que se plantea cuando hay una sentencia firme. Es la última instancia que tenemos los defensores. Lo que hicimos nosotros fue demostrar y determinar algunas falencias que tenía el fallo. Hubo algunas pruebas que no eran consistentes, pero la declaración del señor Calisaya fue muy importante para que se dé lugar al fallo. Ante escribano público desvincula a Maigua. Si no nos daban lugar a esta revisión, Maigua estaría cumpliendo 35 años de prisión. Es decir que fue detenido a los 40 años y más los 35 de pena, hubiera salido de prisión a la edad de 75 años", dijo el abogado.
Julio Maigua le dijo a nuestro diario que lo que busca "es la reivindicación social. Que la sociedad sepa que el tiempo que estuve detenido fue injusto. Que no soy ningún delincuente. Al contrario he sido víctima de un sistema judicial totalmente inoperante. Es por eso que voy a recusar a la cámara Segunda, a los jueces Luis Kamada, Antonio Llermanos y a Liliana Fernández.", dijo.
“Fueron 98 meses y 20 días”
Julio César Maigua era empleado de un comercio y vivía en el barrio Mariano Moreno junto a sus 5 hijos y su mujer. Su suerte cambió de una manera drástica cuando fue detenido, inculpado por un supuesto crimen y dos años después condenado a cumplir perpetua por ese hecho.
“Nunca me di por vencido, siempre estuve convencido que Dios iba a escuchar mis plegarias y saldría en libertad”, contó entre lágrimas Maigua.
“Perdí a mi exmujer y mis hijos de a poco dejaron de ir a visitarme, yo los entiendo perfectamente y sufro con solo pensar la vergüenza que les debo haber causado. Me arruinaron mi vida, me quitaron 98 meses y 20 días de mi vida así porque sí”, dijo.
“Usted no se imagina las cosas que he vivido. Estando en prisión fui acuchillado en varias oportunidades, tengo cicatrices den las piernas, en las nalgas, en los brazos y en el rostro, pero la cicatriz más profunda la tengo en el alma y espero poder reponerme algún día. Todavía no pude ver a mis hijos, siento una especie de vergüenza en presentarme ante mis hijos y espero tener el valor de contarles que todo lo que se dijo de mí, no es verdad. Ha pasado mucho tiempo y mis hijos crecieron, yo me perdí todo eso”.