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9 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Rodolfo Altamirando, memorias del sikurero

Sus vientos eran habituales en cada Semana Santa. Hoy cuando en la subida a la Virgen se escuchan sones similares, se lo extraña. El músico falleció en diciembre del año pasado, y quisimos refrescar sus palabras vertidas en viejas notas.
Domingo, 25 de marzo de 2018 00:00

Se acercan las Pascuas, tiempo de procesión al Abra y de sikuris, y empieza a sentirse la ausencia de Rodolfo Altamirando, fallecido en el último diciembre, referencia indiscutible en cuanto a las cañas y su sonido. Por ello rescatamos algunos de los conceptos que nos quedaron de varias entrevistas que le hemos hecho a lo largo de los años, cuando nos sentábamos a conversar antes de la Semana Santa.

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Se acercan las Pascuas, tiempo de procesión al Abra y de sikuris, y empieza a sentirse la ausencia de Rodolfo Altamirando, fallecido en el último diciembre, referencia indiscutible en cuanto a las cañas y su sonido. Por ello rescatamos algunos de los conceptos que nos quedaron de varias entrevistas que le hemos hecho a lo largo de los años, cuando nos sentábamos a conversar antes de la Semana Santa.

Recordaba que "mis primeros pasos fueron por el año 68 con la banda de Rogelio Martínez. En ese año empecé a compartir con los compañeros de escuela y fuimos a conocer Punta Corral y después Sixilera. Con esa banda de sikuris caminé hasta el año 1978, siempre empezando de abajo para poder aprender algo. Siempre había un capitán que estaba encargado de la parte de las cañas y nos pasaba las melodías de oído para que uno captara lo que es una marcha, una diana y otras canciones populares que se ejecutan para la Semana Santa."

Nos habla de la percusión "porque en esos tiempos se utilizaba tambor de bronce y de cuero. Te enseñaban a limpiar el bronce para que quede bien brilloso y después taparlo con diarios para llevarlo al Cerro. Cuando regresabas recién le sacabas el diario para que relumbre bien, quede bien presentable. El parche del tambor era de cuero, que ellos mismos se encargaban de retobarlo."

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Recuerda que "veían la capacidad de uno y te tenían en cuenta más y era como que te querían más. Siempre buscaban armar la banda y enseñarte, y como uno era de 10, 11 años, pedían permiso a los padres para llevarte al Cerro. Pero antes te llevaban a ensayar y te daban el redoble o la caña según las condiciones que veían. La varita no la daban a menores, siempre a la gente mayor porque dirigía la banda."

Esos ritmos "eran temas populares de hace muchos años. Muchos eran paisanos que venían acá y traían esas melodías de Bolivia, que son antiquísimas. Lo de Bolivia es algo muy especial por su ritmo. Ellos respetan el tiempo si es para verano, para invierno, para la siembra. Esos maestros eran sastres como Talavera, Ruiz, Torrejón, Roso. Y lo que ellos hicieron se sigue respetando pero acá ya se hace un solo ritmo, sea marcha, sea diana o sea bolero. Y es un ritmo único en la Quebrada, que en eso se diferencian."

Sobre el sonido de la banda Virgen de Luján, que fundara en los años ochenta con residentes tilcareños en Buenos Aires, nos decía que "son creaciones de nosotros mismos o nos volcamos a canciones religiosas que las pasamos a ritmo de marcha. Por esos temas propios es que uno puede reconocernos de sólo escucharnos, y es lo mismo que hablemos de los Rosso, de los Torrejón. Nuestra gente tiene inspiración para hacer temas y para darle una identidad a cada banda."

Nos decía que "acá siempre sentimos el paso de la gente que vivió. Hay gente que ha venido de Cotagaita, del sur del departamento de Chichas, de Potosí, y son gente que nos dejó la transmisión de la cultura, y de ahí uno fue mamando y valorizando. De ahí que uno mamó eso, y es quizás eso lo que uno trata de rescatar, de valorizar. Eso es para mi un camino."

 

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