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5 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. El contraste lo abrumaba

Viernes, 20 de enero de 2017 01:30

Laberintos humanos. El contraste lo abrumaba


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Laberintos humanos. El contraste lo abrumaba


Pero el romance con el boxeador tampoco sería para siempre. La vida útil de un deportista no es eterna, nos contó Nataela Presley desde sus labios suavemente sensuales, y así como llegó pronto a la gloria, un día comenzó a sufrir derrotas. Cuando llegaba lastimado, me veía lozana y bella y el contraste lo abrumaba.

Yo ya sabía, por mis romances con el universitario y con el millonario, que los hombres terminan por arruinar el paraíso con sus dudas. Concluí que no fue Eva la que quiso comer la manzana, sino que Adán la hartó con sus inseguridades hasta que la pobre no tuvo más remedio que desobedecer al mismo Dios.

Y cuando los médicos le dijeron que no podía recibir más golpe sin quedar definitivamente dañado, me dijo que ya podía ir haciendo mis valijas y marcharme porque ¿qué podía hacer una mujer tan bella junto a un boxeador acabado? Yo le hice caso porque sabía que cuando un hombre empieza a dudar, termina por echar lo mejor de la vida a la basura.

El resto de su carrera lo vi por televisión, filmado por esas cámaras impiadosas que se deleitaban en retratarle la cara rota a trompadas, cuando pudo haberlo dejado todo y marcharse conmigo para vivir juntos de una felicidad que yo nunca le negué. Así llegué a la conclusión de que la felicidad me estaba vedada, nos dijo Nataela Presley.

¿Usted cree realmente que no hay en la tierra un hombre con el que pueda ser feliz?, le dijo Armando en evidente autorreferencia. Ni lo intente, dijo ella, porque soy capaz de arruinarle la vida, y ya no tiene edad para eso.

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