En la sala de audiencias del tercer piso del Palacio de Tribunales se dio inicio al
juicio oral y público que se le sigue a Saturnina Ajnota Arteaga (30), acusada de asesinar a su hijo Juan José Mamaní Ajnota en la ciudad de La Quiaca el pasado 21 de enero de 2014.
La mujer filicida había utilizado una bolsa de polietileno para asfixiarlo y luego lo envolvió en una bolsa de arpillera.
La mujer llegó a juicio acusada de ser la supuesta autora del delito de "homicidio doblemente calificado por el vínculo y por ensañamiento", por dar muerte a su hijo de apenas 8 años con una bolsa de plástico, una vez que ingresaron a la ciudad quiaqueña desde Villazón.
Ajnota Arteaga ingresó a la sala con la mirada perdida y casi sin respirar se sentó junto a su representante designado por el Estado, Martín Meriles. Apoyó todo su torso sobre el espaldar de la silla y de ahí nunca más cambió de posición, con los hombros tensos y casi sin parpadear presenció la audiencia.
Se abstuvo de declarar como lo hizo en las instancias anteriores y como era previsible, la defensa apuntó a un supuesto trastorno psiquiátrico que la mujer de 30 años padecería. Hipótesis que fue descartada de plano por una de las siete testigos citadas en la jornada de ayer.
La fiscal de Cámara Delia Ortiz preguntó a la profesional Sánchez Lauandos, en base a los informes que constan en actas, si es que la mujer estaba en estado apto para conocer los actos por los que está imputada, siendo afirmativa la respuesta de la psicóloga.
También prestó declaración el médico forense del Poder Judicial Guillermo Robles Ávalos quien dijo que la causa eficiente de la muerte del niño fue por "compresión externa circular del cuello y sofocación".
El médico también dijo que se halló una equimosis en la mano izquierda del menor, como si intentara defenderse del ataque y en su cuello una lesión realizada al parecer por una uña, en el momento que la mujer lo asfixiaba con una bolsa de plástico.
En la fría mañana de ese 21 de enero en la ciudad fronteriza, en la plazoleta 23 de Agosto ubicada entre las calles Bolívar y la intersección de las calles Sarmiento y República Árabe Siria, las empleadas municipales Ana María Nieve y Olga Ancasi se disponían a iniciar su tarea laboral. Nieve fue la primera en pasar por el lugar y vio un "bulto dentro de una bolsa de arpillera de color rojo con negro, se veía la silueta de una cabecita, me asusté y le comenté del hallazgo a mi otra compañera", dijo.
Ancasi fue hasta el lugar y corroboró los dichos de Nieve y en el momento que pasaban gendarmes a su puesto de trabajo, le informaron sobre la situación para que ellos se comunicaran con los policías. "Era el cuerpo de un nene, le pude ver la cabecita cuando un gendarme desató la bolsa que estaba apoyada en el muro del parquecito", dijo Ancasi.
Estado indefenso
Saturnina y su hijo Juan José había partido el 5 de enero desde la Ciudad de Buenos Aires hasta la localidad boliviana de La Paz para visitar a un hermano de la mujer. Se estima que la noche del 20 de ese mes arribaron a la ciudad fronteriza de La Quiaca para aguardar el micro que los llevaría de vuelta a la ciudad bonaerense.
Madre e hijo estaban en la plazoleta que es utilizada como punto de encuentro de los "pasantes" bolivianos que a diario trasladan mercadería.
Luego de haber pasado la noche en algún lugar y mientras aguardaban la partida del micro, la mujer lo abrazó de atrás a Juan José, como para protegerlo del frío, y en un momento indescriptible para las personas compasivas, tapó su cabeza con una bolsa de polietileno, apretó tan fuerte que le dejó un surco en su cuello y acabó con la vida de su propio hijo.
Luego, como acto final al dantesco cuadro, colocó el desvalido cuerpo en una bolsa de arpillera que llevaba consigo, lo acomodó de rodillas y ató fuertemente el envoltorio.
Sobre la arena dobló una toallita de algodón (que llevaba el nombre del menor), para que sirviera de almohada y puso la cabeza de su hijo allí, para luego darse a la fuga hasta la terminal de ómnibus.
Quizás nunca se sepa cuáles fueron los verdaderos motivos que desencadenaron que una mujer acabe con la vida de su propio hijo.
En la sala de audiencias del tercer piso del Palacio de Tribunales se dio inicio al
juicio oral y público que se le sigue a Saturnina Ajnota Arteaga (30), acusada de asesinar a su hijo Juan José Mamaní Ajnota en la ciudad de La Quiaca el pasado 21 de enero de 2014.
La mujer filicida había utilizado una bolsa de polietileno para asfixiarlo y luego lo envolvió en una bolsa de arpillera.
La mujer llegó a juicio acusada de ser la supuesta autora del delito de "homicidio doblemente calificado por el vínculo y por ensañamiento", por dar muerte a su hijo de apenas 8 años con una bolsa de plástico, una vez que ingresaron a la ciudad quiaqueña desde Villazón.
Ajnota Arteaga ingresó a la sala con la mirada perdida y casi sin respirar se sentó junto a su representante designado por el Estado, Martín Meriles. Apoyó todo su torso sobre el espaldar de la silla y de ahí nunca más cambió de posición, con los hombros tensos y casi sin parpadear presenció la audiencia.
Se abstuvo de declarar como lo hizo en las instancias anteriores y como era previsible, la defensa apuntó a un supuesto trastorno psiquiátrico que la mujer de 30 años padecería. Hipótesis que fue descartada de plano por una de las siete testigos citadas en la jornada de ayer.
La fiscal de Cámara Delia Ortiz preguntó a la profesional Sánchez Lauandos, en base a los informes que constan en actas, si es que la mujer estaba en estado apto para conocer los actos por los que está imputada, siendo afirmativa la respuesta de la psicóloga.
También prestó declaración el médico forense del Poder Judicial Guillermo Robles Ávalos quien dijo que la causa eficiente de la muerte del niño fue por "compresión externa circular del cuello y sofocación".
El médico también dijo que se halló una equimosis en la mano izquierda del menor, como si intentara defenderse del ataque y en su cuello una lesión realizada al parecer por una uña, en el momento que la mujer lo asfixiaba con una bolsa de plástico.
En la fría mañana de ese 21 de enero en la ciudad fronteriza, en la plazoleta 23 de Agosto ubicada entre las calles Bolívar y la intersección de las calles Sarmiento y República Árabe Siria, las empleadas municipales Ana María Nieve y Olga Ancasi se disponían a iniciar su tarea laboral. Nieve fue la primera en pasar por el lugar y vio un "bulto dentro de una bolsa de arpillera de color rojo con negro, se veía la silueta de una cabecita, me asusté y le comenté del hallazgo a mi otra compañera", dijo.
Ancasi fue hasta el lugar y corroboró los dichos de Nieve y en el momento que pasaban gendarmes a su puesto de trabajo, le informaron sobre la situación para que ellos se comunicaran con los policías. "Era el cuerpo de un nene, le pude ver la cabecita cuando un gendarme desató la bolsa que estaba apoyada en el muro del parquecito", dijo Ancasi.
Estado indefenso
Saturnina y su hijo Juan José había partido el 5 de enero desde la Ciudad de Buenos Aires hasta la localidad boliviana de La Paz para visitar a un hermano de la mujer. Se estima que la noche del 20 de ese mes arribaron a la ciudad fronteriza de La Quiaca para aguardar el micro que los llevaría de vuelta a la ciudad bonaerense.
Madre e hijo estaban en la plazoleta que es utilizada como punto de encuentro de los "pasantes" bolivianos que a diario trasladan mercadería.
Luego de haber pasado la noche en algún lugar y mientras aguardaban la partida del micro, la mujer lo abrazó de atrás a Juan José, como para protegerlo del frío, y en un momento indescriptible para las personas compasivas, tapó su cabeza con una bolsa de polietileno, apretó tan fuerte que le dejó un surco en su cuello y acabó con la vida de su propio hijo.
Luego, como acto final al dantesco cuadro, colocó el desvalido cuerpo en una bolsa de arpillera que llevaba consigo, lo acomodó de rodillas y ató fuertemente el envoltorio.
Sobre la arena dobló una toallita de algodón (que llevaba el nombre del menor), para que sirviera de almohada y puso la cabeza de su hijo allí, para luego darse a la fuga hasta la terminal de ómnibus.
Quizás nunca se sepa cuáles fueron los verdaderos motivos que desencadenaron que una mujer acabe con la vida de su propio hijo.