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30 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Dos caminos

Jueves, 19 de febrero de 2015 00:00

Kerioco contó su historia ante el fogón de los guerreros y al alba sonó el clarín que llamaba hacia el Sur, donde debían destronar a un gobernador abajeño. La guerra entre criollos se había tornado tan cruel como la anterior, cuando combatieron a los realistas, y los soldados que marchaban al frente lo sabían.

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Kerioco contó su historia ante el fogón de los guerreros y al alba sonó el clarín que llamaba hacia el Sur, donde debían destronar a un gobernador abajeño. La guerra entre criollos se había tornado tan cruel como la anterior, cuando combatieron a los realistas, y los soldados que marchaban al frente lo sabían.

Los vencidos tenían dos caminos: o ser degollados en el campo de batalla dejándole la carne a los caranchos, o eran arriados para pelear en las filas de quienes fueran sus enemigos, y eso los obligaba a vencer. Así desanduvieron la puna y la quebrada buscando la ciudad de Tucumán, que había caído en manos de los contrarios.

Junto a Kerioco cabalgaba Tomasito y tras ellos Pedro y Pablo, sin saber que eran hermanos, y andando fue que se toparon con una partida contraria que se aferró a un alto para hacerles frente. Contra lo esperado, el combate se extendió hasta la noche, cuando los propios retrocedieron para hacerse fuertes esperando el grueso de la tropa.

Los enemigos habían logrado inferirles muchas bajas, pero las sombras impedían calcular la dimensión del daño. Pedro estaba sentado junto a Pablo en la oscuridad tratando de escuchar si en el silencio rescataban el gemido de sus compañeros perdidos, entre los que quedaron Kerioco y Tomasito, pero la noche no les decía nada.

Al alba, cuando la tropa alcanzó su partida, comprendieron que el enemigo, inferior en número, había abandonado el alto y entre los cuerpos del llano no estaban los de sus compañeros. Sin ellos continuaron andando hacia el sur.

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