No hace tanto tiempo, que en estas cosas el tiempo es cruelmente veloz, un amigo me llamaba para avisarme que otro amigo programaba
conciertos de
Raúl Carnota en Tilcara. Escribir sobre Carnota era, entonces, un placer y un desafío porque era escribir sobre un autor que trabajó la belleza desde la belleza, pero a la vez era un texto que iba a leer Raúl Carnota.
Tenía algo especial eso de tenerlo entre los lectores de una nota que hablara de él, y entonces, bajo el título de "cita de honor para los amantes de la buena música de la tierra", escribí que aquel hombre nacido en el barrio porteño de Almagro pudo escribir que "algún mistol supo acunarme de changuito en mi sueño".
"Soy cantor, busco el sol vidaleando hasta el sueño", siguen esos bellos versos de quien también supo decir que "cuando me pille la muerte la via'esperar cajoneando fuerte el bombo y l'hago bailar".
Luego agregaba que sus canciones las grabaron Mercedes Sosa, Angela Irene, Cantoral, Carlos Torres Vila, Chango Nieto, Los Indios Tacunau, Ariel Ramírez, Jaime Torres, Suna Rocha, Liliana Herrero, Santaires, Caracol Paviotti, Laura Albarracín, Silvia Iriondo, Alfredo Abalos, Abel Pintos, Luciano Pereyra y Los Chalchaleros, y que acompañó a Adolfo Abalos, Susana Rinaldi, Enrique Llopis, Los Huanca Hua y a los poetas Hamlet Lima Quintana y Armando Tejada Gómez.
Pero sobre la víspera de su concierto en Tilcara nos llegó la noticia de su suspensión. Creo que el mail hacía referencia a una laringitis y lo lamentamos sin saber que lamentaríamos más, porque esa enfermedad se prorrogó hasta la triste noticia del domingo, cuando leímos que Raúl Carnota había fallecido tras una larga enfermedad.
Aquella vez salí a cruzar el puente que atraviesa el río Grande y en la estación de servicio me encontré con Alejandro Carrizo. Había viajado a Tilcara para escuchar a Raúl
Carnota, y había llegado tras leer la nota que hubiera querido que leyera. Quisiera recordar las palabras que cruzamos, porque hablamos breve pero concretamente de las emociones que nos producía la obra de un poeta urbano que quiso cantarle, no a sus barrios, sino a las tonadas de las distintas horas y sentimientos del monte.
Canciones sin autor
Alguna tarde, hace de esto ya muchos años, fui a escucharlo a un festival en que tocaban también bandas rockeras.
Promediando la noche, nos dijo que mejor se iba porque sus cosas no sonarían bien después del pogo y el coro que acompañó las canciones de los Twist. No lo dijo menospreciando nada sino que lo suyo era para escuchar de otro modo y se fue caminando por la plaza con el estuche de la guitarra a las espaldas.
Esa espalda de Raúl Carnota yéndose con su guitarra es la imagen que me vino al recuerdo cuando supe que sus canciones se quedaron sin autor.
No hace tanto tiempo, que en estas cosas el tiempo es cruelmente veloz, un amigo me llamaba para avisarme que otro amigo programaba
conciertos de
Raúl Carnota en Tilcara. Escribir sobre Carnota era, entonces, un placer y un desafío porque era escribir sobre un autor que trabajó la belleza desde la belleza, pero a la vez era un texto que iba a leer Raúl Carnota.
Tenía algo especial eso de tenerlo entre los lectores de una nota que hablara de él, y entonces, bajo el título de "cita de honor para los amantes de la buena música de la tierra", escribí que aquel hombre nacido en el barrio porteño de Almagro pudo escribir que "algún mistol supo acunarme de changuito en mi sueño".
"Soy cantor, busco el sol vidaleando hasta el sueño", siguen esos bellos versos de quien también supo decir que "cuando me pille la muerte la via'esperar cajoneando fuerte el bombo y l'hago bailar".
Luego agregaba que sus canciones las grabaron Mercedes Sosa, Angela Irene, Cantoral, Carlos Torres Vila, Chango Nieto, Los Indios Tacunau, Ariel Ramírez, Jaime Torres, Suna Rocha, Liliana Herrero, Santaires, Caracol Paviotti, Laura Albarracín, Silvia Iriondo, Alfredo Abalos, Abel Pintos, Luciano Pereyra y Los Chalchaleros, y que acompañó a Adolfo Abalos, Susana Rinaldi, Enrique Llopis, Los Huanca Hua y a los poetas Hamlet Lima Quintana y Armando Tejada Gómez.
Pero sobre la víspera de su concierto en Tilcara nos llegó la noticia de su suspensión. Creo que el mail hacía referencia a una laringitis y lo lamentamos sin saber que lamentaríamos más, porque esa enfermedad se prorrogó hasta la triste noticia del domingo, cuando leímos que Raúl Carnota había fallecido tras una larga enfermedad.
Aquella vez salí a cruzar el puente que atraviesa el río Grande y en la estación de servicio me encontré con Alejandro Carrizo. Había viajado a Tilcara para escuchar a Raúl
Carnota, y había llegado tras leer la nota que hubiera querido que leyera. Quisiera recordar las palabras que cruzamos, porque hablamos breve pero concretamente de las emociones que nos producía la obra de un poeta urbano que quiso cantarle, no a sus barrios, sino a las tonadas de las distintas horas y sentimientos del monte.
Canciones sin autor
Alguna tarde, hace de esto ya muchos años, fui a escucharlo a un festival en que tocaban también bandas rockeras.
Promediando la noche, nos dijo que mejor se iba porque sus cosas no sonarían bien después del pogo y el coro que acompañó las canciones de los Twist. No lo dijo menospreciando nada sino que lo suyo era para escuchar de otro modo y se fue caminando por la plaza con el estuche de la guitarra a las espaldas.
Esa espalda de Raúl Carnota yéndose con su guitarra es la imagen que me vino al recuerdo cuando supe que sus canciones se quedaron sin autor.