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10 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. La locura del patrón

Martes, 02 de septiembre de 2014 00:00

La ficción. Yo estaba muerta de celos por la locura que le había atacado a mi marido con la Leonor. Como encomendero tenía sus derechos, pero Leonor se le negaba y las cosas se pusieron espesas, le contaba doña Carmen a la Macarena. Le mandé a mi marido que la echara pero sólo la encerró, creo que esperando que cediera.

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La ficción. Yo estaba muerta de celos por la locura que le había atacado a mi marido con la Leonor. Como encomendero tenía sus derechos, pero Leonor se le negaba y las cosas se pusieron espesas, le contaba doña Carmen a la Macarena. Le mandé a mi marido que la echara pero sólo la encerró, creo que esperando que cediera.

Cuando le hablé y le escuché la historia de dolores que le dio tanta belleza, pensé que lo mejor era que escapara. Entonces desamarré a la Leonor, contaba doña Carmen, y cuando ella corría hacia los cerros vi como mi marido corría tras ella. Levanté el trabuco que llevaba conmigo, arma con la que acaso quisiera matarla antes de escucharla, y enviudé.

Sabía que quedarme en la casa era condenarme a la justicia del rey sin necesidad de proceso. Ni se si la nueva justicia criolla puede entender estos casos, pero me alcé y, al llegar al campamento gaucho, vi en la mirada de los hombres que me respetaban y me obedecerían, y así fui a ser caudillo de esta milicia.

Aquí volví a ver a la Leonor, que había prendado el corazón del más valiente de los hombres, un español que desertó de las tropas del rey y que se había colado entre los gauchos que guerreaban escondidos en los cerros. Carlos, el hombre que vos viniste a buscar, le dijo doña Carmen a la Macarena y alzó los ojos hacia el monte porque sabía que el almita de la Leonor seguía merodeando por entre esas sombras.

La belleza fue para Leonor una condena, desde niña lo fue, y vaya a saberse como será allá donde viven los muertos, dijo doña Carmen.

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