Y ya que lo tengo a mano don gaucho, dijo el menor de los abuelos, aprovecho para sacarme una duda, dijo. Aproveche que ya es vicio, dijo Juan Bautista de los Montes. Usté que es gaucho, acaso sepa si el que cantaba era Martín Fierro o José Hernández, dijo con algo de la tonada de aquel pegoteada en sus palabras.
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Y ya que lo tengo a mano don gaucho, dijo el menor de los abuelos, aprovecho para sacarme una duda, dijo. Aproveche que ya es vicio, dijo Juan Bautista de los Montes. Usté que es gaucho, acaso sepa si el que cantaba era Martín Fierro o José Hernández, dijo con algo de la tonada de aquel pegoteada en sus palabras.
Me han dicho, dijo Juan Bautista de los Montes mientras mordisqueaba el repulgue de una empanada frita, que los versos los grabó Hernández y que Fierro hacía play back. No se gana para decepciones, dijo el mayor de los abuelos sorprendido. ¿Y tampoco era cierto eso de que era letal con el cuchillo?, preguntó Ducase.
Vaya a saberse, dijo el gaucho. Pero no es de hombre desmentir a quienes están ausentes, dijo. Cierta vez se me dio por desmentir a mi padre y me dio flor de bofetón, agregó. Pero si le dio un bofetón es porque no estaba ausente, dijo el padrecito. Es que así fue que supe que era mi padre, dijo Juan Bautista de los Montes.
Ustedes saben que no hay gaucho que se precie que conozca a su padre, dijo. No lo sabía, dijo Juan José Ferreira Miranda. Tal como le digo, prosiguió el gaucho con sus desgracias, porque alcanza con que uno llegue al registro civil en brazos de la mama, que ella diga que su hijo es gaucho para que le pongan en la partida que es madre soltera.
¿Y a usted no lo reconocieron?, quiso saber Ducase. A veces lo hacen y hasta me piden autógrafos, agregó, pero a veces me confunden con José Larralde. Pero yo no les hago caso, me afeito nomás y entonces creen que soy Tinelli.