LORENA CRUZ
inicia sesión o regístrate.
LORENA CRUZ
Y entonces el milagro sucedió en las arenas de Cochiraya. Allí, en la altura de la tierra orureña brotó la obra maestra extraída de las sagradas escrituras. Gracias a la creatividad jujeña, la escultura de arena sobre "La multiplicación de los panes y peces" cobró vida a través de la línea, de la técnica y de las formas creadas a partir de una labor detallada, donde la emoción viva dejó lugar al encuentro con un profundo significado en tiempos difíciles. Es que la representación de este milagro fue inspiración en diferentes contextos debido al valor profundo que trascendió el tiempo y las generaciones. Y, en esta ocasión, el pasaje bíblico se convirtió en canal de aprendizaje esencial.
Como el arte no tiene fronteras, el llamado a ser parte de la convención artística fue un hecho. Y la imaginación dictó que de arena, el rostro del Mesías surgiera como gigante dormido y que de sus cabellos nadaran los peces y, desde su cuello, se multiplicaran los panes. Una escultura con detalles exquisitos que en perfecta armonía con el entorno, supo combinar la labor titánica en el desierto, con la prolijidad en todo momento, allí bajo relieve. Así, por realizar este proyecto magnánimo fueron reconocidos Alejandro Nahuel Condorí, Leonardo Lamas y Hugo Vargas; tres artistas jujeños que imprimieron en Bolivia su don de originalidad pura.
Con la energía enfocada y mentalidad de proyección sobre la temática bíblica, ellos llegaron al corazón de Oruro para dejar vestigio de una propuesta que hermana, redescubriendo la magia del talento que en su sangre, llevan. "Este encuentro fuera del país llegamos a través de una invitación del grupo Arte 10 y la plástica. Es gratificante cuando se ve la obra terminada", destacó Alejandro Condorí sobre la experiencia que lo llevó a transitar caminos andinos.
Formó parte del proceso, desde lo minucioso del andamiaje que se construyó artesanalmente y en el momento hasta caminar sin hundir la parte compactada por el compañero de a lado; a ritmo incesante. Y, aunque agotador por la altura, el desgaste físico y las dimensiones, nada impidió que la obra se luciera con un esplendor que movilizó sensibilidades propias y ajenas. "Se eligió el arenal porque fue a modo de preservarlo, desde el organismo gubernamental de Bolivia, se hicieron varias actividades, entre las que se destacaron la escultura de arena, dentro de un espacio que la gente se reúne para disfrutar y compartir", indicó quien comparó la geografía y el clima de tan particular lugar, con la mismísima Puna jujeña y las arenas con las del cerro Huancar de Abra Pampa, en el departamento Cochinoca.
Admirar las obras en pleno armado fue una vivencia que no olvidará. Así como la amistad que se forjó con los artistas de otros países que fueron parte de esta convención multicultural.
Dieciocho equipos de creativos se abocaron a perfeccionar sus ideas para plasmarlas en el arenal. "Trabajamos con palas, cucharas y baldes, pero también nos ayudaron otros muralistas", dijo Condorí que logró ver la monumentalidad de piezas hechas de una arena tan fina como laboriosa. Es que de repente si no se compactó bien, la parte trabajada se desmorona o si el agua no absorbe correctamente, no se sostiene la forma inicial. "Se riega lo que vamos haciendo pero, luego, pasa al siguiente equipo y así", contó el artista que logró contemplar todas las obras y conocer los secretos de los museos y socavones en vivo y en directo en la tierra del carnaval que es obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad.