Decía Freud que lo bello adquiere un valor extra cuando se sabe efímero, mostrando una opinión distinta a la de su amigo, quien se negaba a disfrutar del paisaje del colorido bosque primaveral, alegando que luego llegaría el cruel invierno y acabaría con esa belleza.
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Decía Freud que lo bello adquiere un valor extra cuando se sabe efímero, mostrando una opinión distinta a la de su amigo, quien se negaba a disfrutar del paisaje del colorido bosque primaveral, alegando que luego llegaría el cruel invierno y acabaría con esa belleza.
Es que si es inevitable que lo bello se termine, entonces aparecen dos opciones: intentar disfrutarlo mientras dure, tal como hacen los que esperan mucho tiempo para fruir del encanto de las flores que se abren sólo por una noche, o bien rechazar la experiencia de disfrutar lo bello y así también ahorrarse el dolor concomitante a su fin.
Lo cierto es que lo bello captura fácilmente la atención, generando una especie de hipnotismo, aboliendo o mermando la voluntad y el juicio, e incrementando la viscosidad libidinal respecto del objeto valorado.
No es de extrañarse entonces que lo considerado bello sea un bien preciado, una cualidad de intercambio y de acceso a diferentes ámbitos, tal como puede verse en la última película que protagoniza Demi Moore, llamada "La sustancia". Allí, una conductora de un programa de televisión de aeróbic, es despedida el día de su cumpleaños número 50 por ser ya vieja para conducir un programa de esas características, experimentando abruptamente la expulsión de su fama. Entonces un laboratorio le ofrece una sustancia que le permitirá hacer emerger un clon rejuvenecida y embellecida de sí misma que pronto logra ser amada por todos, así como ella otrora. Pero su doble comienza a consumir su energía y, pudiendo cancelar todo, decide continuar la experiencia al darse cuenta que la gente la ama con fervor, no a ella pero si a su doble, en el momento en que ve un ramo de rosas que le enviaron a la joven con un cartel que decía "van a amarte".
La película resulta interesante por varios motivos, ya que no solo grafica con claridad el modo en que el yo de una persona se empobrece cuando se ama narcisísticamente, en este caso la protagonista idealizando a su doble porque se odia a sí misma, ya que la joven es su única parte que puede ser amada según el modo que conoce.
Además, a diferencia del amigo de Freud, quien no estaba dispuesto a padecer la resaca por experimentar lo bello, en "La sustancia" aparece la posibilidad de valerse de un artilugio para negar la inevitable transitoriedad de la belleza, ya que esta película gráfica a la perfección algo referido a cierta forma de narcisismo imperante de nuestra época, afín a permanecer en la escena social bajo la forma de preferencia, para armarse un falso ser. Los likes de las redes sociales y lo que la gente es capaz de hacer para conseguirlos, dan cuenta de ese imperativo, presente en la película.
"Van a amarte", promesa que reaviva el capricho infantil de ser la majestad, de ser la excepción a la regla, tal como lo señala Lacan al decir que "el niño es el extranjero que escapa al orden en el cual nos reconocemos, siente que, del lado del adulto, hay todo un mundo organizado en el cual él, en sentido estricto, no está iniciado".
El amigo de Freud se negaba a disfrutar de una belleza exterior. El personaje de Demi Moore se niega a asumir que la suya comienza a apagarse. El amigo de Freud se negaba a contemplar una belleza exterior porque esta desaparecerá. La protagonista de la película se niega a perder la propia belleza porque en ese caso quien desaparecerá es ella misma. Sin embargo, su clon es una otredad. Entonces surge la pregunta de si el disfrute de la belleza exterior se trata en realidad de una identificación narcisista con esa imagen que se aprecia, lo cual no es equivalente a decir que una belleza exterior refleje la del interior, sino que se identifica imaginariamente eso que se admira, tal como aparece en la prosa de Cesar Olleta cuando le dice a la indiscutible belleza de Purmamarca "por eso yo siempre sueño volver a mirarme en tu hermosura".
Está por verse entonces quién logra sostener el ser, más allá del anhelo incesante de querer ser amado y más aún, quien logra armarle un refugio al ser, más allá del lugar-sentido otorgado por otros. El músico Luis Alberto Spinetta viene quizás a echar algo de luz cuando, en un recital, cansado de que sus fans no lo dejen continuar de tantos gritos de amor, les dijo "sospecho que me quieren, sospecho que me respetan... sospecho que jamás querría ser vuestro líder".
(Sergio Higa, licenciado en Psicología, analista practicante de la Escuela de la Orientación Lacaniana y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente de Psicopatología 2 de la Facultad de Psicología de la Ucse -Dass. Asociado a la Antena Jujuy de la EOL. Psicólogo clínico en el hospital Sequeiros).