Los productores hortícolas de Jujuy atraviesan una de sus peores campañas. A pesar de una buena cosecha, el precio del tomate se mantiene en niveles tan bajos que ni siquiera alcanza para cubrir los costos de producción. Esta situación, que comenzó a evidenciarse a fines de 2024, se extendió este año y empeora con la suba en dólares de insumos y el ingreso de hortalizas de Chile y Bolivia.
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Los productores hortícolas de Jujuy atraviesan una de sus peores campañas. A pesar de una buena cosecha, el precio del tomate se mantiene en niveles tan bajos que ni siquiera alcanza para cubrir los costos de producción. Esta situación, que comenzó a evidenciarse a fines de 2024, se extendió este año y empeora con la suba en dólares de insumos y el ingreso de hortalizas de Chile y Bolivia.
Desde la localidad de Fraile Pintado, el productor Vicente Martínez expresó la preocupación que comparten muchos trabajadores del sector. "Desde octubre del año pasado que el precio del tomate está por el piso. Se vende a 3.000 o 4.000 pesos el cajón, cuando producirlo cuesta cerca de 10.000 pesos".
La sobreoferta interna, sumada al ingreso de tomate desde países vecinos como Chile y Bolivia, generó una caída pronunciada en los precios. Aunque esta baja beneficia al consumidor, los productores no pueden sostener sus actividades con esos valores que no les permitió cubrir el costo de producción. "El tomate se maneja por zonas y temporadas. Ahora estamos en plena cosecha en el norte, pero no hay rentabilidad. Todo lo producido este año prácticamente no vale nada", lamentó Martínez.
A esto se suma otro factor crítico, el aumento constante del costo de los insumos, casi todos importados. "Las semillas, los abonos, los agroquímicos están dolarizados. A medida que sube el dólar, nuestros costos también aumentan. Estamos con pérdidas enormes", explicó.
Martínez detalló que actualmente producir una hectárea de tomate demanda una inversión de aproximadamente 20 millones de pesos. Solo el sobre de semillas de una variedad común, que contiene 12.500 unidades, cuesta 2.800.000 pesos, y se requieren al menos dos para un hectárea, y es un insumo que subió 40% desde el 2024. Si se le suma el arriendo de la tierra, el abono, los fitosanitarios y la mano de obra, los números no cierran por ningún lado.
"No es sólo el tomate. Nosotros también producimos pimiento, berenjena y pasa lo mismo. Conozco gente que cultiva papa o cebolla y están igual. Esto afecta a todos", enfatizó. Además, recordó que el tomate que antes se destinaba a la industria ahora tiene un valor mínimo. "El año pasado nos pagaban la jaula de descarte entre 1.000 y 1.200 pesos. Ahora nos pagan 500. Es imposible sostenerse así", detalló.
La situación no solo compromete la continuidad o reducción de las producciones, sino que también impacta en la economía local. "En Fraile y Chalicán, entre un 70% y 80% de la población vive de esto. Si baja la producción, baja la necesidad de mano de obra, y eso genera desempleo. Todo se encadena, hay menos movimiento comercial, menos consumo, más pobreza", afirmó Martínez.
Explicó que actualmente aún hay tomate en Fraile Pintado pero ya está pasando, están terminando esta etapa, y luego vendrá todo lo de Colonia Santa Rosa, después Saravia y Oran pero sigue todo igual, no se vislumbra ninguna mejora de nada.
Por su parte, Yamil Rodas, también productor de Fraile Pintado explicó que la producción local compite con la de Corrientes, y coincidió en que uno de los factores principales de esta crisis fue la "sobreproducción" a nivel nacional, agravada por un invierno benigno en zonas como La Plata y Mendoza, que permitieron extender las cosechas. "Se sumó el tomate del exterior y eso dejó los precios por el piso. Los que invirtieron mucho no van a poder recuperar ni la mitad", dijo.
Rodas explicó que producir tomate es costoso por su carácter intensivo, y que el precio del dólar afecta directamente los costos. "Las pérdidas son altísimas. Algunos productores podrían reducir su superficie cultivada el próximo año. Todo depende de cómo lleguen económicamente a la próxima campaña", explicó. Aseguró que la idea es seguir ya que la producción de hortalizas depende de factores climáticos y de mercado.
En el mercado de abasto de San Salvador de Jujuy los precios reflejan eso, la jaula de tomate se vende a 8.000 pesos, la de cebolla a 6.000 y la de papa entre 6.000 y 7.000. Sin embargo, el consumidor paga entre 500 y 700 pesos por kilo de tomate, 500 pesos por la cebolla y 600 por la papa.
Frente a esto, la preocupación es para toda la región y esperan medidas urgentes. "El Gobierno dice que abrir la importación hace que todo sea más barato, pero para nosotros no bajan los insumos, suben. Las semillas siguen dolarizadas. Si no hay un cambio, esto se va a seguir agravando", expresó Vicente Martínez.
Se extiende a la papa y la cebolla
Las reglas del mercado de la oferta y la demanda impactan severamente. Esta visión también fue compartida por Claudio Gabriel Baron, operador del Mercado Central de Buenos Aires, quien explicó que el volumen de ingreso de tomate este año fue muy superior al de 2024. “Si en mayo del año pasado entraron X cajones, este año fue el doble. Y eso afecta directamente al precio. La primera regla del mercado es esa a más volumen, menor precio”, afirmó.
Baron agregó que este tipo de ciclos son habituales en la horticultura. “Cuando una temporada es buena en precios, al año siguiente todos quieren producir más. Y si el clima acompaña, se genera un exceso de oferta”, analizó. Además, aclaró que la situación del tomate no es un caso aislado. “Lo mismo pasa con la papa y la cebolla. La cebolla, por ejemplo, depende mucho de la exportación a Brasil, y este año compraron la mitad de lo que adquirieron en 2024. Eso dejó más volumen para el mercado interno y por ende, precios más bajos”.
El operador también se refirió a las importaciones. “Siempre hay un pequeño ingreso de tomate chileno, que representa entre el 5 y el 7% del total del volumen. Suele entrar en momentos de transición entre zonas productivas. Pero incluso ese pequeño volumen compite con el producto local y afecta los precios”. Para los productores, esta diferencia entre el precio de origen y el precio final al consumidor también es parte del problema. Mientras los productores venden a pérdida, para que llegue al mercado tiene costos de producción, empaque, logística y toda la cadena de comercialización.