Desde que era pequeño, su admiración por la vida militar fue notable y, justo en esa época, encontró una feliz brújula que lo llevó a recorrer el mundo en una espectacular fragata de fama internacional.
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Desde que era pequeño, su admiración por la vida militar fue notable y, justo en esa época, encontró una feliz brújula que lo llevó a recorrer el mundo en una espectacular fragata de fama internacional.
Es que mientras Sebastián Fabio Leonar miraba frente a un televisor la vida militar, jugaba a los soldaditos siendo un niño que quería ser héroe y salir victorioso de las batallas. Aquella convicción -con el paso del tiempo- fue cobrando más fuerza en su intención de experimentar ese camino, gracias a jugar a ser “John Rambo”, el personaje icónico de la saga interpretada por Sylvester Stallone. Él fue su motivación para continuar un rumbo especial. “Me di cuenta que ser militar era lo mío, que quería eso realmente para mí. Es un día a día que conlleva disciplina y respeto por la Patria”, detalló este jujeño que creció formado en la Escuela N°51 “Santa Rosa de Lima” del barrio Coronel Arias.
En su adolescencia, estudió en el Centro Polivalente de Arte “Prof. Luis Alberto Martínez” donde abrazó la música, la danza y la esencia del folclore. Su alma de artista se dejó ver a través de un dúo que integró orgulloso hasta ser promoción en el año 2002. En ese instante, tenía que avizorar un futuro en su vida. Y continuó con la música, cuya recaudación “a la gorra” era destinada para una preparación estratégica. “No me había olvidado de lo tanto que me gustaba mirar en las películas y comencé a alistarme en clases de matemáticas y física para rendir”, recordó quien no estaba seguro de lo que vendría después. La emoción de su madre lo colmó de alegría cuando le avisó que había aprobado para ingresar a la Armada Argentina.
Un sueño anhelado estaba ofreciendo sus primeros destellos ante él y su familia que apoyó la decisión desde un primer momento. A Buenos Aires arribó el tres de febrero de 2004, donde se dio cuenta de la realidad tan diferente a lo que estaba acostumbrado. “Lo primero que pasé fueron los miedos, entendí que era todo un proceso interno, aceptar el desarraigo pero lo aguanté”, expresó este joven que inició su carrera en Puerto Base Belgrano, egresó como suboficial y se formó en la especialidad como técnico musical de interpretación.
“Soy militar y, a la par, elegí ser tromborista, no me alejé de la música estando en el medio”, destacó quien fue destinado a la base naval de Ushuaia, la más austral de la Armada Argentina. Allí, comenzó a ver la posibilidad de aplicar para ser parte de la tripulación de la Fragata “Libertad”. Un deseo que, aunque difícil, no era nada imposible. “Para estar ahí todo es por puntaje, con condiciones que se rinden y hay que aprobar el informe con puntaje final y pruebas físicas, sobre todo, natación”, indicó.
Hasta que el año 2012 llegó y fue seleccionado junto a seis compañeros más para realizar su primer viaje en el barco de sus sueños. “Siempre me imaginaba navegando en la fragata, pero era algo lejano. Cuando se dio, tuve una combinación de emociones. Logré conocer Salvador de Bahía en Brasil, Guayanas Francesas, Venezuela; Lisboa, Portugal; Marruecos; Islas Canarias, España; Senegal y Ghana”, comentó con orgullo quien en ese momento levantó el ánimo de la tropa a través de las canciones y fue parte de las recepciones de la fragata en los distintos países que visitó.
Ahora, con la felicidad a flor de piel, una nueva aventura lo espera. Es que el desafío de subir a la unidad naval argentina que recorre el mundo, se le presentó por segunda vez, un hecho por el que se considera afortunado y uno entre millones. Esta vez será maestro de orquestas así que la responsabilidad es mayor. “Desde 2013, vengo haciendo una carrera y cuando me enteré, se me puso la piel de gallina por todo lo que significa”, contó.
Este 7 de junio será un día inolvidable para Leonar. Y es porque partirá con la embarcación histórica a diferentes países del mundo por el viaje de instrucción que tendrá como itinerario; partir de Buenos Aires, luego a Recife, Brasil; Lisboa, Portugal; Kristiansand, Noruega; Hamburgo, Alemania; Ámsterdam, Países Bajos; Funchal, Isla Madeira - Portugal; Puerto Limón, Costa Rica; Baltimore, Estados Unidos; Santo Domingo, República Dominicana; Fortaleza, Brasil; Rada La Plata y Buenos Aires, Argentina. “Lo que más anhelo es tocar el ‘Viva Jujuy’ en Noruega, el país más al norte que vamos. Va a ser una locura”, dijo Leonar, que destaca el calor, la música y las playas de Brasil; lo servicial de los venezolanos, la comida española, el castillo de San Jorge de Lisboa y el santuario de Fátima en Portugal. “Es un viaje de meses y sacrificado, no son vacaciones, cumplimos función como es debido; cada uno de los doscientos setenta tripulantes”, explicó este militar que aunque atravesó tormentas y vientos fuertes, no llegó a dudar jamás de virar hacia otra dirección, en su travesía de vida.
