Con una emotiva ceremonia, se dio inicio ayer a la Semana Santa comenzando con la tradicional bendición de ramos a cargo del obispo, Daniel Fernández. La celebración religiosa comenzó en plaza Belgrano, desde donde los feligreses, tanto niños como adultos, se unieron en una procesión hacia el Centro Cultural "Manuel Belgrano", donde se llevó a cabo la misa.
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Con una emotiva ceremonia, se dio inicio ayer a la Semana Santa comenzando con la tradicional bendición de ramos a cargo del obispo, Daniel Fernández. La celebración religiosa comenzó en plaza Belgrano, desde donde los feligreses, tanto niños como adultos, se unieron en una procesión hacia el Centro Cultural "Manuel Belgrano", donde se llevó a cabo la misa.
"Hoy comenzamos la Semana Santa con esta que es la semana mayor de los cristianos que nos invita a contemplar a Jesús, que da la vida por nosotros para acercarnos a Dios, para hacer un nuevo mundo que se construye desde el amor que él derrama en la cruz, desde el amor que nos enseña a vivir", expresó el obispo Daniel Fernández para El Tribuno de Jujuy tras la misa.
Sostuvo que es una semana que se busca la podamos vivir todos con un corazón abierto, hacernos tiempo para dedicarle a Dios para que él esté más vigente en nuestra vida, en nuestras relaciones con los demás, en nuestra sociedad. "Que realmente nos dejemos guiar por el amor que él nos comparte, a Dios en primer lugar y el amor fraterno, entre nosotros", explicó. Ante una realidad convulsionada y de crisis, el obispo dio su mensaje a la comunidad considerando, "los creyentes tenemos ese regalo de Dios de podernos aferrar a él en los momentos difíciles, dejarnos tomar de su mano para no bajar los brazos y poner todo lo que tenemos que poner para salir adelante", explicó.
La ceremonia reunió a cientos de fieles que se congregaron para reflexionar sobre el misterio de la resurrección. En primera fila había grupos de niños que con mechudos amarillos, palmas e identificados por carteles de catequesis, junto a padres y adultos siguieron con devoción y atención cada pasaje bíblico, y las reflexiones del obispo y del cura párroco Manuel Alfaro.
Durante su homilía, el Obispo instó a los asistentes a acompañar a Jesús como una forma de reconocer todo lo que ha hecho por nosotros. "Hoy, en el Domingo de Ramos, recordamos el fervor del pueblo hebreo que recibió a quien consideran el Mesías, el Salvador. Sin embargo, es importante reflexionar sobre la naturaleza cambiante de esos sentimientos. La misma multitud que lo aclamó hoy, días después, pedirá su crucifixión. Así de volátil es también nuestro corazón", expresó el obispo.
Fernández instó a los creyentes a acercarse a Jesús durante esta Semana Santa, reconociendo lo que Él espera de cada uno. "Es fundamental revivir los misterios de su pasión, celebrar con alegría la Pascua y sentirnos involucrados en todo lo que está sucediendo. A veces, vemos el Vía Crucis pasar mientras estamos distraídos en otras actividades. Cada uno es libre, pero es un contraste significativo", reflexionó.
"Lo que celebramos cada Semana Santa debe movernos y hacernos más serios en nuestra vida. Debemos decidirnos a tomar el guante que Jesús nos deja, aprovechando su sacrificio y su resurrección para avanzar en el camino del amor y ser mejores personas", enfatizó.
Destacó que a pesar de haber sido marcados desde el inicio de nuestra vida cristiana por el bautismo, que nos hizo hijos de Dios y nos incorporó a la Iglesia, no siempre vivimos a la altura por lo que la bendición de las palmas es un recordatorio de nuestra fe, y nos invita a abrir nuestro corazón a la gracia de Dios. "No se trata de un gesto mágico, sino de un compromiso sincero de querer ser mejores cada día. Propongámonos, esta Semana Santa, dar un salto de calidad en nuestra vida cristiana, recordando que Jesús dio su vida por nosotros en la cruz. Reflexionemos sobre cómo podemos mejorar en nuestras relaciones familiares y en nuestro trato con los demás", expresó.
"Amar más a Dios y a nuestros hermanos es el camino que debemos seguir. Abramos los ojos a quienes nos rodean, especialmente a aquellos que están sufriendo. Compartamos con ellos, como nos enseñó Jesús, y brindemos apoyo y compañía a quienes lo necesitan", reflexionó el obispo, instando a todos a dar un paso hacia una vida cristiana más plena y comprometida.
La meta es llegar al cielo, reflejando en nuestra vida diaria el amor de Jesús, y pidiendo al Señor que estos días nos ayuden a cambiar lo que más nos cuesta, acercándonos a Él y comenzando cada día un nuevo camino.