Desde hace más de veinte años sus ojos miran el cielo madrileño y lo contemplan como aquel día en el que -con veintiún años- resolvió hacer el viaje que cambiaría el rumbo de su vida.
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Desde hace más de veinte años sus ojos miran el cielo madrileño y lo contemplan como aquel día en el que -con veintiún años- resolvió hacer el viaje que cambiaría el rumbo de su vida.
En un principio, la decisión no fue fácil pero con la fuerte convicción de conocer un nuevo mundo a través de posibilidades laborales, emprendió la búsqueda para trabajar y progresar en tiempos económicos difíciles para Argentina.
"Lo más complicado es el desarraigo que uno tiene porque deja a la familia y a los amigos, a las costumbres, todo", expresó Hugo Orlando Monje, el jujeño oriundo de Yuto que dejó su tierra con la esperanza de prosperar.
Aunque el viaje no fue planeado porque surgió genuinamente mediante una propuesta de trabajo, su meta fue no dejar pasar la chance y entonces sí, su destino sería España; principalmente la ciudad de Madrid que lo enamoró.
En ese momento su juventud le permitió explorar el mundo, por lo que fue en la soledad de esos instantes que comenzó a conocerse más y a compartir con otras personas que formarían parte de su nuevo entorno.
"Fue todo rápido, hasta el día de hoy sigo conociendo gente. Venir solo es como estar con los ojos cerrados y poco a poco va mejorando", dijo Monje que se preparó mentalmente para soportar la lejanía de su lugar de origen.
Es que los primeros tiempos en los que la distancia parece pesar más, abarca y desgasta; generando emociones y dudas, pero que a medida que los días transcurren, otras ventajas fueron apareciendo. Algo que no lo deja de sorprender, aun hoy.
Una de las facilidades fue adaptarse al castellano pero con detalles propios de España.
"Salvo algunas cosillas, me pareció bien porque en ese sentido fue una de las razones por las que me decidí más rápido", comentó como anécdota este fanático del Barcelona FC.
En cuanto a los sabores de la cocina mediterránea, supo aprobarlos desde el primer momento; como experiencia al inicio pero sin olvidar las raíces de los platos como milanesas, empanadas y asados que no se igualan a ninguno.
"Hay mucha variedad, más en pescados. Aquí, el plato es la paella de mariscos pero el cachopo es lo que más se parece a la milanesa", detalló el jujeño que durante un tiempo revendió productos argentinos envasados de origen como dulce de leche, yerba y pre-pizzas; hasta que la crisis en España hizo regresar a sus compatriotas argentinos. Pero él se quedó y siguió buscando la manera de subsistir.
La experiencia fue de enseñanza porque salió el espíritu de lucha que lleva consigo y aprovechó para trabajar haciendo de todo en durlock, interiorismo y construcción.
Y es que antes de vivir en España, residió durante siete años en Córdoba donde vendió seguros, fue el encargado de un edificio e hizo el mantenimiento..
"Todo esfuerzo al final da los frutos, a la par estudiaba para fisioterapeuta pero no llegué a terminar porque salió lo de venir a España", explicó quien se desempeña como representante comercial de una marca italiana de revestimientos en mármol.
Un crecimiento personal que -entendió- se produjo desde la búsqueda por estar mejor. Hoy, junto a sus hijos, disfruta a pleno de Guadarrama, una localidad en la bella sierra europea. Atesora su familia, el hogar, caminar por las calles madrileñas y ser parte de la plaza de Málaga o visitar Asturias e Ibiza y practicar surf.
"Me queda de reflexión que uno al viajar tan joven lo que pasa es que te hace madurar más de prisa. No disfrutas de la juventud al máximo como lo harías en tu país. Por eso lo más grande es conocer y trabajar con gente de otros sitios, la cosa fluye luego", detalló Monje que no deja de extrañar su infancia y adolescencia en la Escuela 253 "Provincia de Chaco" y en la Escuela de Comercio 5, respectivamente. No obstante, lo que lo llena de nostalgia es la comida de su madre, algo que ningún lugar del mundo le puede ofrecer.
