¿Es posible detener un momento la vida en un sueño? Creo que sí, y aunque la vida obviamente nunca se detiene, los episodios que en ella suceden tienen su particular forma de ser que los hace breves, o no. Pero igualmente no dejan de ser un tiempo o parte de ese tiempo integrado totalmente a la vida desde un secreto ámbito denominado inconsciencia. Pretender indagar sobre el origen de los mismos, no es mi intención. Si me gustaría compartir su enfoque y analizar cuántos de ellos finalmente dejan de ser sueños, para convertirse en realidad.
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¿Es posible detener un momento la vida en un sueño? Creo que sí, y aunque la vida obviamente nunca se detiene, los episodios que en ella suceden tienen su particular forma de ser que los hace breves, o no. Pero igualmente no dejan de ser un tiempo o parte de ese tiempo integrado totalmente a la vida desde un secreto ámbito denominado inconsciencia. Pretender indagar sobre el origen de los mismos, no es mi intención. Si me gustaría compartir su enfoque y analizar cuántos de ellos finalmente dejan de ser sueños, para convertirse en realidad.
Antes de entrar en el tema, me parece importante distinguir lo que significa sueño (fisiológico), de imaginación e ilusión. En principio, el diccionario de la lengua española da como sinónimo de imaginación, a ilusión, anhelo, fantasía. Es decir, es la capacidad de representar imágenes de cosas reales o ideales. Y lo hace desde la figura literaria, no filosófica ni antropológica. Algo similar, pero por carácter transitivo ocurre a la imaginación con la fantasía (la fantasía es la clave para acceder a la construcción de deseos inconscientes, como pueden ser los sueños). Por lo tanto, tendrían relación o parentesco. Si lo analizamos desde la neuropsiquiatría, diríamos que "el sueño es una interrupción fisiológica espontánea y periódica de la actividad y de la conciencia". Proporciona una salida para la liberación de impulsos instintivos y deseo de satisfacción de necesidades arcaicas, por lo general inaceptables o desconocidas en el mundo real.
Pero al abordar mis sueños, no me siento comprendido en nada de lo descripto. Son mis sueños y los entiendo e interpreto solo yo. O bien quedan en el secreto de lo inconsciente para siempre, y suelen olvidarse tan rápido como nacieron. Casi diría con solo despertar.
Entonces trasladémonos, que la irresolución puede ser larga; tanto, como los sueños incoherentes, indeseables o incomprensibles.
No obstante, los condicionantes estando dormido o despierto existen, eso es innegable. Las experiencias, sin distinciones, argumentan en más largo que corto tiempo la estructura de los sueños que moran, lo cual no significa identificarlos. Más bien son inexplicables.
Entonces, ya comenzamos a distinguir la diferencia entre sueño y anhelo. En este último es necesario estar despierto, además, no se puede soñar lo que no conoce, (salvo en pesadillas), (entramos en otro capítulo donde cabría muy bien la imaginación, citada como pariente de esta más arriba).
Sin embargo, sí existe empeño en construir un mundo anhelado, que por otro sendero cae en un sueño despierto, (que no es lo mismo). No parece claro, pero es una realidad que domina al común de los mortales. En este enfoque el otro componente del epígrafe, "recordando", tiene una particularidad: no sabe mentir, es fiel, sentencioso y confiable. La imaginación en cambio, se me ocurre que sí, intencional o no. Con ese paradigma ¿por dónde empezar con los sueños? Sin ninguna duda con los de la niñez. Vamos entonces.
En la niñez se asocian dos realidades emocionales relativas, que intentamos comprender: los niños no "mienten" y los recuerdos (gravados en ambos hemisferios) se deslizan en el concepto, haciendo creíble el relato por la verosimilitud de la cualidad. Sí ocurre, pero, en la narración puede desnaturalizarse la verdad de lo soñado (imaginación mediante), haciendo naufragar todo argumento sincero, su mayor valor. De ser así, pasa a ser un cuento; no otra cosa. Pero no es esa la intención aquí.
Comencemos con vivencias. De pequeño, con alguna frecuencia, soñaba la muerte de mi madre o de mi padre, despertaba angustiado y lloroso, con mucho dolor y desconfianza, temiendo sea verdad, pero, felizmente, íno! De todas maneras no dejaba de asegurarme mirando sus presencias y vitalidad, con una mueca de alegría y felicidad que mi pecho como eco asentía. En ese mismo momento pasaba a cualquier otra cosa que siempre era menor, no sin antes rogar por sus existencias y cuidados. A esa o cualquier edad, pocas cosas podían ser peores. El único beneficio que le reconozco, era llevarme a verlos con más atención y respeto, y de alguna manera se los hacía saber. A veces con un beso o en el comportamiento respetuoso, obediente, y sobre todo valorando sus inmensas figuras; íadorables, irreemplazables!
En el análisis, ¿qué significado podrían evidenciar esos sueños? Tal vez demasiada inseguridad, dependencia o temor. Todos aman a sus padres, sin embargo, no recuerdo relatos similares, salvo que en su momento callaran sus miedos, o simplemente buscaban no dar cabida a tan horrible escena.
En otras ocasiones, mis sueños giraban alrededor de mi padre, pensando que podría pasarle algo cuando regresaba muy tarde a casa, cosa que sucedía con mucha frecuencia. Seguramente el barrio y las sombras me asustaban. Vivencias o fantasmas que contribuían al desvelo desempolvando mis miedos, que, a más de tardar mucho en alcanzar la paz que induzca a conciliar el sueño, el escenario de la noche con sus sombras naturalmente ayuda a mostrar lo misterioso o sorpresivo.
Comenzamos entonces a vislumbrar la existencia de sueños verdaderos y los denominados sueños despiertos, también concebidos como ilusiones, aunque me agrada más pensar que eso se llama confianza. ¿Será que primero se traza el camino en planos, como lo hacen arquitectos e ingenieros, que vendrían a ser los sueños afirmados en perseverancia en la concreción de una idea pre elaborada? ¿O estarán absolutamente librados a su suerte en función de subsistencias que marcan alma y corazón? No estoy en condiciones de aseverar nada, pero que la vorágine de la existencia influye, íno hay dudas! Fruto de ello es posible soñar vivencias, de la misma manera que a nadie se le puede negar vivir soñando. Aunque desde luego, los resultados podrían ser muy impredecibles, porque tarde o temprano se debe aterrizar. Y allí aparece la verdad escondida cuando se comete el error de mentirse. Todo un tema.
Entonces, la mesurada ilusión podríamos decir es necesaria, porque alimenta sueños construyendo horizontes de optimismo. Perfilando al hombre en actitud positiva, necesaria para vivir en forma creativa, perseverante, confiada. Y aquí definitivamente dividimos los sueños reales, de los generados en áreas conscientes. Por lo tanto analizados y anhelados, persiguiendo planos de posibilidades.
Personalmente creo que si bien ambos se construyen de manera diferente, en el sueño fisiológico prima la vida sana, con alimentación, actividad física y conciencia sana. En el sueño despierto, también llamado ilusión por Julián Marías, prima el optimismo, confianza, y una importante capacidad creativa íntimamente ligada a la realidad; que lenta pero segura, va llenando espacios vacíos.
Incuestionable, y a tener en cuenta, pero cuidado, que con frecuencia contiene ideas non santas.