Familias residentes en los barrios del acceso norte y devotos llegados desde otros lugares, participaron de las honras a la Virgen de Urkupiña, que como ya es tradicional, tuvo como escenario la plazoleta y la gruta ubicada en la intersección de los barrios Providencia y Güemes de esta ciudad.
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Familias residentes en los barrios del acceso norte y devotos llegados desde otros lugares, participaron de las honras a la Virgen de Urkupiña, que como ya es tradicional, tuvo como escenario la plazoleta y la gruta ubicada en la intersección de los barrios Providencia y Güemes de esta ciudad.
Junto al rezo de la novena, el grupo de devotos se abocó a los trabajos de refacción y embellecimiento del lugar, contando con el apoyo de las distintas áreas municipales. Sobre avenida Tarcos, se levantó un palco donde se ubicó el altar para la celebración central, que fue presidida por el párroco Marcelo Churquina. Con marcada emoción, la imagen fue sacada de la gruta y procesionalmente, fue trasladada hasta el altar.
En su homilía, el sacerdote se refirió a la celebración de la advocación mariana de Urkupiña, propia de Cochabamba, Bolivia, devoción que se propagó y se fortaleció en el norte argentino. "Este barrio la quiso adoptar. Es una piedad y devoción que congrega cada vez a más gente que sigue al amor de María Santísima, sabiendo que la Madre es una sola pero son varias advocaciones que nos regala la Iglesia. Desde la liturgia celebramos la Asunción de María, palabra que significa asunta, María es asumida, es recibida, es acogida en el cielo por la realidad del misterio de Dios. Ella fue concebida sin pecado, no sufrió la corrupción del cuerpo, de la materia, entró a esa gloria de Dios que nos tiene preparada a nosotros también. Todos estamos llamados, invitados a vivir esa gloria de Dios. De Dios salimos y a Dios volvemos", dijo el padre Marcelo.
Explicó que el camino que hacemos de esta vida, es de purificación, de conversión del corazón. "Es lo que hicieron los santos, vivieron en la tierra como si estuvieran en el cielo. Vivir la caridad, vivir el amor, es una preparación para vivir en plenitud y perfección junto a Dios", manifestó al tiempo de hablar del servicio, sosteniendo que desde siempre, en la lógica humana, se vio el servicio como algo propio de quien está por debajo o tiene espíritu de esclavo, "el servicio desde la lógica de Dios, cuando uno se inclina para servir al hermano, te eleva. Está fundamentado en el pasaje bíblico donde le preguntaron a Jesús quien es el más grande en el reino de los cielos y respondió que es aquel que sirve a su hermano. Aquel que quiera ser el primero que se haga servidor de todos. El servicio te eleva y eso es lo que hizo María".
Luego de la bendición, dio inicio la procesión llevando en andas a la sagrada imagen. Al regresar al altar, los mariachis cantaron "Las mañanitas" y el feliz cumpleaños, oportunidad en que los devotos, ingresaron con una gran torta y encendieron las velitas que luego soplaron ante el aplauso de todos los fieles.
Posteriormente, se compartió un momento donde muchos recordaron a los pioneros, aquellos que dejaron su legado el cual se mantiene vivo en la memoria y en el corazón de los devotos.
