El amor y la contención familiar llenaron de fuerza su corazón de fuego, que desde la crianza, fue constante en la vida de Silvia Catalina Gerónimo, una mujer que aprendió a vivir desde el esfuerzo personal, brindándose para los demás con toda el alma.
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El amor y la contención familiar llenaron de fuerza su corazón de fuego, que desde la crianza, fue constante en la vida de Silvia Catalina Gerónimo, una mujer que aprendió a vivir desde el esfuerzo personal, brindándose para los demás con toda el alma.
Con una infancia en el barrio San Martín, junto a sus padres y doce hermanos, ella aprendió desde pequeña a crecer rodeada del cariño y colaborando con los oficios en casa, al tiempo que se dividía para educarse en las clases de la Escuela N°10 "General José de San Martín", con las tareas en el hogar. Esta enseñanza -como tantas otras- fue significativa; tanto que su espíritu solidario comenzó a forjarse con fuerza. "Recuerdo que estudiaba y me encantaba, hacía limpieza de lugares chiquitos en casa, me enseñaban mis padres a hacerlo, así como yo, todos mis hermanos vivimos momentos lindos y complicados", expresó en su relato Silvia Gerónimo que -confesó- muchas veces soñaba con estrenar un juguetito pero que a su edad, comprendía que no se podía adquirir. "Era consciente que vivíamos con lo justo, desde chiquita me decían cómo eran las cosas; por ejemplo que tengo mi hermanito Héctor, con retraso madurativo y cuando empecé a crecer ya pensaba en que a él no le falte nada, ni siquiera ese juguete que yo tanto quería", aseguró. Sus días de infancia fueron entre las actividades escolares y los deberes en casa, pero en sus tiempos libres; adoraba la escritura y el dibujar de manera ágil y expresiva.
No obstante, su madre decidió que algunos de sus hijos estudiaran y otros no por la situación económica. A ella no le tocó la suerte de concretar el nivel medio en ese momento, pero no se quedó sin hacer nada. "Siempre trabajé en casa de familia, cama adentro y como niñera. Me las rebusqué, era adolescente pero con ganas de hacer mucho por el otro y sobre todo con adultos mayores", contó con emoción. Hasta que un docente de matemáticas le sugirió que se dé una oportunidad y se anime a retomar los estudios. "Tenía 17 años y el 'profe' me dijo que podía hacer mi secundaria en la escuela nocturna, así que me acompañó y cursé. Al segundo año de estudiar, conocí a quien sería mi esposo Claudio Luis Gallardo y terminé mi secundaria", dijo orgullosa. Se conocieron y se enamoraron en septiembre, con las vivencias de juventud que jamás se olvidan y así fueron coleccionando instantes que recuerda con amor.
Unieron sus vidas en el Registro Civil en el año 1999, mientras que su unión fue bendecida ante la iglesia, un año después. "Yo me casé embarazada de cinco meses, fue algo que llevo conmigo. Habíamos decidido hacer un té pero mi familia hizo un asado, con mi hermano de DJ y yo hice mi vestido. Había hecho un curso de costura en el CPV del barrio Chijra y me cosí la falda, me había comprado un top de los chinos al que le agregué brillos", describió Gerónimo emocionada al acordarse de cómo su padre la llevó del brazo ante el altar de la iglesia San Bartolomé. Tiene la dicha que su amor es el complemento perfecto y sigue presente en la familia que logró formar con tres hijos. La maternidad la hizo crecer como mujer y en la ternura de saber lo que es dar vida a otro ser humano, sin dejar su esencia de energía siempre arriba, como el fuego. Por ello, en el año 2008, se animó a estudiar Educación Especial; con la ayuda de su suegra por los niños, se prometió realizar este nuevo camino por su hermano Héctor. "Yo necesitaba aprender más porque quería entender a mi hermano, lo que aprendí, lo hice por él y me encanta saber que hoy él se desenvuelve re bien, estudia y tiene su novia", detalló quien se siente realizada aunque le faltó pocas materias para finalizar la carrera.
Como el tiempo fue pasando, a las personas que fueron atravesando en su vida las fue valorando de manera única; y en 2019, trabajó en diferentes rubros. Es así que comerciante, empezó a vender accesorios de acero quirúrgico para damas. "Ese año fue movido pero en el 2020, fue más difícil porque fue la pandemia. Me agarró Covid-19, como traía mercadería de Buenos Aires, tuve que dejar de viajar y encima me estafaron. Por encontrarle la vuelta a ver cómo salir adelante, me puse a hacer bizcochuelo, pastafrola y cositas dulces; entonces empecé a engordar muchísimo", aseguró la jujeña que tomó conciencia cuando su esposo le abrió la mente al decir que debe cambiar de hábitos.
"Al hacerme los estudios, vi que necesitaba bajar de peso, tenía casi diabetes, me dolían los talones", reveló quien repensó su presente y decidió por hacer algo por sí misma. Era en ese instante o nunca. "Comencé a ir a estación saludable cuando se habilitó después de la pandemia y luego armé el grupo Caminata Libre, para hacer gimnasia", comentó quien poco a poco vería el cambio en su figura y el potencial de energía que iba creciendo, a la par. Fue llevando una vida sana gracias a un cambio de conciencia, así fue como salió adelante y hoy se especializa en cuatro instructorados; de Ritmos latinos y fitness, Ritmos grupal y emocional; Ritmos adaptados y gimnasia para adultos mayores; y finalmente, como Personal trainer. Además es integrante del grupo RÍA -Ritmo, Inclusión y Alegría- que se presenta con ritmos adaptados para personas con discapacidad.
"Hace muy poquito estuvimos en villa San Martín, con mamás embarazadas y que recién tuvieron a sus bebés, fue una hermosa experiencia. Las clases que trato de dar son con amor; o con las adultas mayores hacemos brazos con botellitas de agua o con palos de escoba; y si están en la silla, facilitamos movimientos", comentó Silvia Gerónimo a quien todos conocen por "Fuego", justamente, por ese optimismo y vibra positiva siempre activa en sonrisas que regala para todos a su alrededor.