¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

°
17 de Julio,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

“La mayoría volvemos a vivir, tenemos el privilegio”

Es trasplantada renal y sigue la lucha por lograr controles necesarios para seguir adelante.
Miércoles, 21 de diciembre de 2022 01:00

Una sencilla observación hizo que Amanda Graciela Jara consulte a un médico y logró un diagnóstico en Córdoba, tenía un trastorno renal llamado nefritis IGA. Un tratamiento desgastó su estado de salud, se negaba a ir a diálisis hasta que su cuerpo no pudo más y luego de cinco años dializándose, su madre quiso ser su donante al ver su estado, pero surgió otro y la trasplantaron en 2019. Desde entonces lleva otra lucha con más fortaleza, por una mejor cobertura, acceso y claridad en controles.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Una sencilla observación hizo que Amanda Graciela Jara consulte a un médico y logró un diagnóstico en Córdoba, tenía un trastorno renal llamado nefritis IGA. Un tratamiento desgastó su estado de salud, se negaba a ir a diálisis hasta que su cuerpo no pudo más y luego de cinco años dializándose, su madre quiso ser su donante al ver su estado, pero surgió otro y la trasplantaron en 2019. Desde entonces lleva otra lucha con más fortaleza, por una mejor cobertura, acceso y claridad en controles.

A Amanda Jara le pareció que su orina no era normal, le resultaba extraño que fuera espumosa. Estaba en lo cierto ya que luego de consultar le confirmaron que perdía proteínas, y tras varios estudios en Libertador General San Martín de donde es, no lograba dar en un diagnóstico por lo que recurrió a un profesional de Salta. Por su porte no conseguía acceder a una biopsia por lo cual fue en Córdoba que le hicieron una computarizada donde le diagnosticaron nefritis por IGA, que implicaba que sus defensas no puedan protegerla ante infecciones urinarias sumado a la medicación antibiótica que ya tomaba.

Tuvo un tratamiento inmunosupresor que le generaba malestares, vómitos, caída de cabello, que junto a otros fármacos la inflamaban y siendo que la enfermedad estaba al límite, no funcionó por lo que la instaron a ir a diálisis. "Me negaba porque siempre tuve la postura de 'yo estoy bien' porque sabía de lo que se trataba, hasta que mi cuerpo no dio más, me quedé sin fuerzas y fue el punto para que me hiciera la diálisis", recordó.

Desde entonces tuvo que someterse durante cinco años a diálisis, "Fueron años muy duros porque es un tratamiento que afecta a todo el cuerpo desde el sistema nervioso, el sistema óseo, con muchos dolores de cabeza. Solamente el que la vive puede saber lo que se siente", expresó.

Por ello, agradeció que siempre estuvo rodeada por su familia, tanto su esposo como sus dos hijos que la acompañaron asumiendo que fueron quienes le dieron contención. Aunque se pensaba en el trasplante como una posibilidad para estar mejor, fue su madre de 60 años que se ofreció a donarle su riñón, pero Amanda Jara se negaba a exponerla porque entendía que no debía pasar por esas consecuencias.

EN FAMILIA | CON SUS PADRES Y HERMANOS A QUIENES AGRADECIÓ.

Ante su estado su madre insistió y llegaron a hacerse estudios en Salta, eran compatibles y además tenían el mismo tipo de sangre, sin embargo le avisaron que había surgido un donante, estaba en tercer lugar y finalmente la convocaron a Córdoba, fue trasplantada el 21 de marzo del 2019.

Aunque podía orinar, tuvo un breve rechazo, tuvo internaciones y controles los primeros seis meses para procurar cuidados en su hogar, por la herida, mantener la higiene, la medicación a horario, de modo que su esposo debió dejar su trabajo en Córdoba para ayudarla. Destacó por ello que por la ayuda de su familia pudo salir adelante y por la atención del hospital Oñativia, de la que ponderó la atención multidisciplinaria y el control para evitar la contaminación.

"La mayoría volvemos a nacer, tenemos el privilegio de volver a vivir", afirmó reconfortada por haber sido trasplantada para lo que siguió otra lucha para lograr mantenerse bien con los controles adecuados.

Es que planteó que inicialmente los controles se los hacían en Salta, pero luego el programa federal Incluir Salud les notificó a ella y a sus pares el cambio a una clínica de la capital jujeña, por la que se negaba para no tener que cambiar el médico. Pero le negaron volver a la vecina provincia para los controles y eso la impulsó a visibilizar el tema con otros pacientes trasplantados, a quienes aseguró finalmente le dejaron como única opción la clínica de Jujuy, pero la misma informó formalmente que no debía volver porque ya no prestaba servicios al programa mencionado.

A eso se le sumó que se contagió de Covid en diciembre del año pasado y estuvo casi un mes afectada, pero no logró orientación de su médica de trasplante, del programa federal, ni asistencia de emergencia pese a su estado de riesgo pero igual logró recuperarse. Luego de eso, toda la familia aportó para que pudiera hacerse un control general en el hospital Algerich de Buenos Aires, porque hasta entonces solo se les había controlado el dosaje, de glucosa y de medicación, y allí le hicieron un control integral.

"Esto cambia mucho tu vida, hay que estar pendiente a tener la medicación que son varias, no se puede compartir muchas cosas, hay que estar pendiente si hay mucha gente o no, cambian muchas cosas después de un trasplante", explicó. No obstante persiste en la lucha por lograr los controles necesarios y que se agilice ya que requieren un traumatólogo, laboratorio, dermatólogo, de modo que contemplen que debe viajar desde más de cien kilómetros y los costos.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD